51. Aizkardi Ibilaldia

  31 de marzo de 2019  

Llevo dos años sin participar en ninguna marcha de montaña. Es más, llevo dos años sin hacer montaña. Aún así, me he inscrito en la marcha Aizkardi una vez más. Este fin de semana quiero machacarme por si el lunes tengo malas noticias de la resonancia magnética y hace un par de días encontré el calendario del circuito vasco de marchas de largo de recorrido. Aunque ni siquiera tengo el calzado adecuado, allá que voy, preparado para sufrir andando.

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51. Aizkardi Ibilaldia Villabona 44 km 2395 m+ IR



La salida es a las siete de la mañana y toca madrugón. Como siempre es el último domingo de marzo, siempre toca cambio de hora, y el de primavera lleva de regalo un trastoque majo del sueño.


Como me he apuntado de los últimos, salgo a las 07:08, ya que la salida es ordenada por fecha de inscripción. No es algo que me importe como otros años porque no pienso trotar ni un solo metro. Bastante tendré con acabar andando como para ir trotando, con bastantes molestias todavía en el muslo izquierdo y con la rodilla que no aguanta bien mi propio peso.


El inicio hasta Anoeta es totalmente llano, siguiendo las vías del ferrocarril. Voy tanteando las molestias y observo que la peor va a ser una con la que no contaba: la zapatilla derecha me hace rozadura en el talón.


Empezamos a subir y parto en las últimas posiciones. Por detrás de mí apenas habrá cuatro o cinco personas. Sigo tanteando, con idea de darme la vuelta si noto que no voy a poder con las subidas.


Pero parece que las subidas no van a ser mucho problema, por ahora. Las piernas van entrando en calor y no tengo molestias en el cuádriceps izquierdo ni en la rodilla.


Parece que sale el sol y, tras una buena subida de 700m de desnivel, toca la primera bajadita y es ahí donde empiezo a pasarlas canutas. Había adelantado a bastante gente subiendo pero tengo que aminorar mucho el ritmo en bajada porque no me siento seguro, noto molestias y cargo todo el peso en la pierna derecha, maltrecha en el talón por un roce muy inoportuno.


Toca el primer control de Intxaurbe. El horario establecido para él es de 08:15 a 09:45 y me sellan a las 09:05, con mucho tiempo de margen sobre el cierre, algo muy esperanzador, máxime cuando ni siquiera he hecho un triste metro a trote.


El avituallamiento es muy triste. Es una marcha gratuita y a éstas nunca les pido nada, pero hacía mucho tiempo que no experimentaba la sensación de llegar de los últimos, cuando ya no queda nada. Hay vasos de caldo pero está helado y no es lo mismo que tomárselo calentito como cuando llegas de los primeros.


Seguimos ganando altitud hasta llegar a la cima del Mendikute (804m). Para arriba voy razonablemente bien y alcanzo a un chico con el que, al final, voy a compartir muchos kilómetros de la ruta.


Los kilómetros que vienen ahora son preciosos, siguiendo todo el cordal del Hernio, pasando por las diferentes cimas que te encuentras en su camino, con unas vistas soberbias de media Gipuzkoa.


Nos adelantan unos cuantos que van corriendo en los metros anteriores a la separación de la marcha larga y la corta. En apenas diez kilómetros, ya me sacan una hora.


Pasamos por las cimas del Herniozabal (1.010m) y del Ubeltz (1.017m). El margen del primer control me tranquiliza pero cada vez me molesta más el talón del pie derecho. A la rozadura se le está sumando la carga a la que lo someto por liberar la pierna izquierda y se me está recalentando tanto la planta que empiezo a andar cojo.


Las bajadas me están matando. Cada vez que asoma una, me da un bajón tremendo y me lo pienso durante un buen rato antes de empezar a perder altitud.


Al final del cordal, asoma la cima del Hernio (1.078m) coronada por su gran cruz blanca. La llegada se hace por la zona empedrada y las paso canutas intentando no tropezar por culpa de la debilidad de la rodilla. Me siento extremadamente inseguro, sin un atisbo de fuerza en la musculatura.


Corono el Hernio y hay mucha gente, lo cual no cuadra con mi situación en la marcha. Por detrás de mí no creo que haya más de tres personas y por delante no llevaba a nadie tan cerca como para alcanzarlos en la cima.


Empiezo a bajar por la zona de subida normal, donde hay un montón de cruces, y me encuentro con un enorme gentío que sube y que justifica la muchedumbre de la cima.


Parece ser que son de otra marcha con la que nos cruzamos y me amenizan la bajada entre saludo y saludo. Esto ya me cuadra más, ya que me estoy quedando solo en la mía.


Llego a Zelatun con menos de 16km recorridos pero con 1.400m de desnivel positivo ya hechos. Lo que en otras circunstancias sería motivo de euforia porque lo duro ya está hecho, en mi caso resulta ser todo lo contrario, ya que lo duro para mí está por venir: las bajadas.


Aún así, lo primero es subir a la cima del Gazume (1.003m), donde vuelvo a dar caza a Jacob, el tipo con el que voy a compartir muchos ratos a partir de este momento. También me encuentro con una pareja, con la chica aparentemente lesionada porque el chico no cesa de masajearle las piernas con crema que huele a linimento.


En la bajada creo que me vuelve a pasar todo dios. Es una bajada fuerte hasta llegar al control de Iturriotz y las paso muy putas.


El control de Iturriotz va de 10:00 a 12:15 y me sellan a las 12:03, habiendo perdido gran parte de los tres cuartos de hora de margen que llevaba en la primera parada. En el avituallamiento no pillo nada, salvo un gajo de naranja. Hay unos restos de algo que parece que fueron bollitos de chocolate pero solo quedan las migas.


Estoy a punto de abandonar pero hay algo que hace que siga, a pesar de que me quedan 25km y que llevo el pie derecho como si fuera un volcán. Todavía no he abandonado nunca en un evento organizado en el que haya participado y voy a intentar que siga siendo así.


Vuelvo a adelantar a la pareja de las cremas. Él le está untando desde el tobillo a la ingle a ella y eso no tiene muy buen aspecto. Poco más adelante, ya no aguanto más y me detengo detrás de unos árboles para plantar un pino, cosa que estaba deseando hacer desde hace bastante rato.


En la subida al Pagoeta (717m) vuelvo a dar caza a Jacob y decido coronar con él, ya que entablamos una buena charla y eso lo hace más entretenido. Llevaba un rato subiendo y mirando para atrás y me pareció que la pareja se daba la vuelta, con lo que creo que ya somos oficialmente los últimos porque no se ve venir a nadie a lo lejos.


El entorno de este Parque Natural de Pagoeta es una maravilla y, a pesar del dolor del pie derecho, disfruto mucho en este tramo que ya hice en la marcha de Andoain de 2016.


Llegamos a la cima, coronada con otra gran cruz blanca, y disfrutamos de las hermosas vistas de Zarautz que hay desde aquí.


Toca una bajada tremenda de más de seis kilómetros en la que debemos perder más de 600m de altitud y le digo a Jacob que tire porque me va a sacar una minutada. Con un poco de fortuna, igual nos volvemos a encontrar en la última subida.


Voy viendo cómo Jacob me va sacando metros de distancia y cómo se va alejando en el bosque, hasta que lo pierdo de vista. Ni siquiera le alcanzo a ver cuando el paisaje se abre al llegar a Aia, con lo que me tiene que haber sacado mucho trecho.


Al igual que ayer, llego al cruce de la carretera de Andatzarrate y me meto por las calles de la preciosa localidad de Aia, donde me encuentro con una chica de la organización que me indica el camino de salida del pueblo.


Echo un trago de agua en una fuente y bajo por unas escaleras verticales en las que tengo que andar con sumo cuidado. El pie ya lo llevo destrozado, con ampolla y recocido a tope.


Antes de llegar al control de Andatza hay una ligera subida y diviso a Jacob al fondo de la bajada. Por detrás es evidente que ya no queda nadie o, si lo hay, lleva un retraso impresionante.


Llego al control de Andatza a las 15:00, pasando unos segundos de la hora límite y bromeando con el chaval que me tira la hora. El control iba de 12:00 a 15:00 y he llegado por los pelos.


En el avituallamiento ya no queda nada, así que otro al que no he llegado a tiempo. Al final, voy a hacer la marcha completa con un gajo de naranja y un powerade que llevo yo.


Ya solo queda subir al Peusgarate (435m) antes de enfilar su bajada hacia Villabona. En plena subida me encuentro con Jacob y decidimos terminar juntos, haciendo yo la subida a su ritmo y él la bajada al mío.


Al salir del último control me había dicho que la bajada no era muy fuerte y esta vez no me mienten. Entre eso y la amena charla con mi improvisado compañero de marcha, los kilómetros van cayendo.


La llegada a Villabona era de 14:00 a 17:30 y me sellan a las 17:40, en plena entrega de regalos del sorteo. Por suerte, en el avituallamiento final quedan helados y me como uno de camino a la ducha del polideportivo, donde nos despedimos. Apenas hay trescientos metros hasta el coche y los hago cojeando por culpa de un ampollón en el pie derecho más que por dolor en la pierna izquierda, aunque creo que me he pasado un poco. Mañana me dan los resultados de la resonancia. ¡A ver qué cuentan! Pero por ahora, ... ¡que me quiten lo bailao!

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1 Comentarios

  1. Qué cojones tienes. Eres admirable.
    No veo bien que llegues a un control-avituallamiento y no encuentres nada. Fallo organizativo gordo.
    Enhorabuena por acabar.

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