Ida y vuelta a Oiz

Seguimos inmersos en este veranillo de noviembre y las temperaturas son tan plácidas que sigue apeteciendo mucho andar en bici y hacer puertos. Como hoy tengo que salir de casa, Oiz es la opción más interesante y para allá que me voy.

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Ida y vuelta a Oiz Laukiz 106 km 1750 m+ IR

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Adelanto la comida lo máximo que puedo para salir por la tarde y aprovechar todas las horas de luz a tope. Aún con el plato de pasta en la boca, arranco dispuesto a disfrutar de una nueva jornada con temperaturas muy suaves de 20-22ºC, ideales para la época en la que estamos y que me permiten salir de corto.


Se nota que hace muy buen tiempo porque la carretera de Butrón está plagada de ciclistas, en uno y otro sentido. Lo mismo me cruzo con gente solitaria que con grandes grupos, a la par que me adelantan o rebaso a otros compañeros del pedal.


La tachuela de Gatika se interpone entre mi casa y Mungia y me sirve para calentar un poco las piernas. Por estas carreteras no hay apenas tráfico y eso las hace especialmente indicadas para andar en bici, lo que aprovechan la mayoría de aficionados a este deporte.


Sin apenas darme cuenta, llego al alto de Gerekiz. Voy disfrutando tanto del día que he llegado muy ligero, con muy buenas sensaciones. Se nota que ir de corto facilita mucho las cosas.


Desciendo por la vertiente de Gernika y soporto el tráfico de la carretera de Amorebieta hasta que puedo tomar el desvío de Zugastieta, donde me quedo completamente solo. Esta vertiente de Oiz tiene previo paso por el Balcón de Bizkaia, a donde se llega tras ocho kilómetros y medio muy suaves.


Voy ganando altitud tranquilamente, sabedor de que lo duro está por llegar, guardando energías para cuando hagan falta de verdad. Los bosques empiezan a coger ese aspecto invernal en el que los árboles dan un poquito de pena desprovistos de sus hojas.


Sigo tranquilo y llego a Urrutxua sin complicaciones. Parece mentira, pero diviso la zona alta del Oiz por primera vez y tengo la impresión de que los aerogeneradores están quietos, como si no corriese ni una gota de aire.


Desde el cruce de Urrutxua hay un par de kilómetros suaves hasta la cima del Balcón de Bizkaia, donde me detengo en el mirador para apreciar las vistas que, una vez talados los árboles de delante del mirador, vuelven a ser colosales.


En el mirador coincido con cuatro moteros que parecen estar de viaje, así que les pregunto si necesitan alguna indicación. Quieren terminar en Mutriku pero el trazado de su ruta es libre, descubriendo bonitos parajes de Bizkaia, de manera que les digo que, si quieren ver buenas vistas, es mejor que suban a lo alto de Oiz para tener una panorámica global. Uno de ellos me dice que estuvo de motero de La Vuelta en la etapa que acabó aquí y que ya lo conoce, con lo que les dejo debatiendo sobre qué recorrido seguir hasta tierras guipuzcoanas.


Después de este pequeño parón, continúo con la ascensión, con esos cinco kilómetros realmente duros que hay a partir del desvío de la pista hormigonada.


En la primera rampa cercana al 20%, los moteros me adelantan dándome ánimos. Se ve que la discusión sobre el recorrido a seguir se ha visto influenciada por mi comentario. Agradezco sus buenas palabras mientras lucho en pie con los porcentajes de doble decena.


Si el nuevo piso de Los Machucos ha hecho que la ascensión sea más complicada por lo resbaladizo que se ha vuelto en mojado, aquí ocurre todo lo contrario y da gusto deslizarse por un asfalto suave y con un agarre estupendo.


Donde más se nota esta mejoría es en la rampa máxima del 23%, tan quebrada antes y tan lisita ahora. En ella coincido con otros dos moteros que bajan de la cima. Uno de ellos no tiene ningún cuidado y me pasa rozando por el medio de la calzada cuando, en estos porcentajes de pendiente, los ciclistas a duras penas mantenemos el equilibrio.


Con muy buenas sensaciones, sin haber sufrido más de la cuenta, llego a la línea del cordal y salgo de la cara sombría de la montaña para volver a disfrutar de la luz solar.


Junto a la ermita hay dos o tres grupos de chavales tumbados en la hierba, sacando comida del interior. El caso es que me dan una envidia del copón.


Supero la altitud en la que situaron la meta de los pros poco después de cruzarme con otro ciclista que baja con una flaca. En esta subida casi siempre ves bicis de montaña pero me imagino que la publicidad de La Vuelta hará que, cada vez más, se vean bicis de carretera.


Llego a la cima y me sorprende ver un burucartel, del cual desconocía su existencia. Antes del verano no estaba, así que habrá sido plantado entre hoy y un mes antes de la llegada de la etapa de los pros, ya que las dos últimas veces que me he acercado a Oiz no he llegado a las antenas al haber hecho rutas circulares puras bajando desde la ermita.


Prácticamente, está todo el pescado vendido, ya que solo me queda bajar hacia Iurreta y tirar para casa. Llevo una manzana en el bolsillo del maillot como único avituallamiento para esta etapa y me la como sentado en uno de los quitamiedos de madera de la cima, disfrutando de las enormes vistas, del sol y de la ausencia total de brisa en un día atípico en la cima de Oiz.


Me abrocho el cortavientos para el descenso por la vertiente de Iurreta pero por costumbre, ya que no hace falta. Se trata de un día espectacular.


Una vez en Iurreta, toca recorrer la asquerosa N-634 hasta la rotonda de Erletxes. Son más de quince kilómetros muy incómodos por el denso tráfico que soporta esta carretera, con estrechos o inexistentes arcenes, con demasiado vehículo pesado y con demasiada velocidad que hace que los coches lleguen a tu altura sin tiempo para realizar un adelantamiento seguro. No me gusta nada hacer este tramo y procuro evitarlo al máximo entre semana. Hoy es sábado y, por lo menos, es bastante más soportable.


Dejo atrás Larrabetzu y recorro todo el Txorierri hasta la rotonda de Asua, pero con un incidente previo en Sondika, donde me encuentro a un hombre tirado junto a un paso de cebra con la cara ensangrentada y sin que ningún vehículo pare para atenderle. Trata de levantarse él solo estando a cuatro patas pero se vence y golpea con la cara en el suelo una y otra vez.

Freno de golpe, cuidando que no me atropelle el coche que viene pegado a mí, y me pongo a ayudarle. El hombre habla con mucha dificultad, como si estuviera borracho o drogado, aunque no sé si será producto de la caída. Le digo que no se levante porque no deja de darse de morros en el suelo y me pongo a buscar mi móvil cuando llega un runner y saca el suyo para llamar al 112 antes de que yo pueda encender el mío después de quitarme los guantes.

Mientras esperamos a que lleguen las asistencias, llega otro hombre en un coche y se detiene, diciendo que conoce al accidentado. No pasan ni diez minutos cuando llega una furgoneta de la DYA y nos preguntan qué ha pasado. Como el que se lo ha encontrado he sido yo, me llevan a parte para que les cuente lo ocurrido, que no es otra cosa que le he hallado en el suelo y que nadie paraba para atenderle.

Acto seguido, se acercan al herido y le preguntan su versión, momento en el que soy consciente de que, si se le pasa por la cabeza joderme bien, podría decir que el ciclista le ha atropellado o vete tú a saber. Por suerte, el enfermero es consciente de que está drogado, le pregunta qué se ha metido y nos dice que nos podemos marchar tranquilos después de darnos las gracias por la llamada.

Conclusión: la próxima vez que vea a alguien muriéndose mientras voy en bici, sin que nadie haga nada, ... ¿debo parar? Ahora mismo el cuerpo me pide que haga como hace todo el mundo y que pase de líos. ¡Qué triste!


El caso es que el incidente me ha quitado más de media hora y ya iba bastante justo para que no se me hiciera de noche, con lo que tengo que subir Unbe a marchas forzadas para lograr llegar a casa con luz. Si no fuera por el mal cuerpo que se me ha quedado al final, la jornada podría decirse que ha sido magnífica.

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3 Comentarios

  1. Vaya final de salida, Joseba. No estaba el accidentado en condiciones de agradecer tu atención hacia él. Hiciste muy bien en parar y la próxima vez deberías hacer lo mismo, creo yo. Aunque estuviera drogado, no deja de ser una persona que necesita ayuda en ese momento. Otra cosa es que se pusiera violento.
    Creí haber comentado contigo lo del cartel de Buru en Oiz. Yo lo sabía. Por cierto, no sé si sabes que Berritxu ha escrito otra de sus páginas extremas en Oiz. Creo que lo subió diez o doce veces seguidas.
    Salida muy bonita la que has hecho y compartido.

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    Respuestas
    1. Pues si me lo dijiste, yo no lo recordaba.
      Si me vuelve a pasar, seguro que paro otra vez, pero el mal rato que pasé cuando le preguntaron en privado por lo sucedido no me lo quita nadie. Hay demasiada gente por ahí capaz de mentir para sacar tajada.

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