Vuelta al macizo de Murumendi

Amanece en Tolosa, en el barrio de Amaroz, a escasos metros de donde saldrá la marcha de montaña de mañana. Hay un pequeño parque con un buen aparcamiento y ahí he plantado el Hilton para no moverme en dos días. No sé si ha sido buena idea porque la N1 está detrás de los árboles y el ruido del tráfico ha sido bastante molesto por la noche, hasta que cogí el sueño.

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Vuelta a Murumendi Tolosa 70 km 1725 m+ IR

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Para hoy tenía planeada una buena ruta de 140km con subida hasta Aralar, entrando en tierras navarras desde el Goierri, pero ya de salida me planteo caparla en Beasain y dejarla en la mitad porque voy a tener que madrugar mucho para mañana y me vendrá bien tener descanso por la tarde, ya que no hago una marcha de montaña desde hace un año y no lo acabo de ver claro del todo.


Tras llanear un par de kilómetros junto al río Oria, tomo la carretera de Azpeitia para subir a Santa Águeda. Los primeros seis kilómetros los he hecho mil veces, ya que son comunes a la subida a Bidania y a sus salidas por Urraki o Errezil, las cuales he utilizado indistintamente para ir acercándome a Bilbao en varias rutas largas. 


Hay mucha niebla baja que cubre los picos y caen chispillas de vez en cuando. La carretera está húmeda y no hay nada que indique que el día va a ser lo caluroso que se preveía.


No voy excesivamente rápido y, aún así, adelanto a otro ciclista que va muy clavado en la zona de doble cifra, lo más duro de este puerto. Son tres kilómetros seguidos al 8-9% sin apenas descanso.


A punto de completar el sexto kilómetro, tomo el camino de la izquierda para seguir hasta el alto de Santa Águeda. Tras una pequeña bajada, me adentro en el bosque y la pendiente se vuelve a poner al 8%.


La carretera está muy mojada en esta zona y hay un momento en el que parece que va a llover pero son solo cuatro gotas y para enseguida. Estoy bastante cansado de la etapa de ayer y no necesito mucho para darme la vuelta.


Corono Santa Águeda y el panorama no tiene muy buena pinta. Está todo muy nublado, con pinta de no despejar en toda la mañana.


En el descenso me paro un par de veces para quitarme ropa de encima porque hace mucho bochorno. La humedad es una pasada en este valle y hasta me cuesta respirar.


Enseguida conecto con la carretera del puerto de Mandubia y empiezo a subir hasta el embalse de Ibaieder por la vertiente que ayer hice de bajada. Nunca antes había hecho este puerto por este lado y el hecho de apuntármelo ha sido el motivo de tirar esta ruta por aquí. Ya no me quedan puertos que llevarme a la boca en tierras vascas y me tengo que conformar con algunas vertientes que no tenga hechas.


Tras los dos kilómetros que separan Nuarbe del embalse de Ibaieder, llega un tramo de descanso con tres kilómetros que alternan bajadas con el llano y una ligera pendiente de subida.


Me pasan dos o tres coches muy pegados a la izquierda, como debe ser. La señalización de aviso está presente en todo momento y me cruzo con varios grupos de ciclistas que bajan del alto. Da gusto pedalear por Euskadi y sentir el respeto que hay a las dos ruedas.


Llego a la zona de las herraduras coincidiendo con varios ciclistas más que van en mi mismo sentido. La pendiente de esta parte final se sitúa en el 6% y el trazado revirado permite ir viendo lo que dejas atrás.


Según llego a la cima, parece que se abren algunos claros por la vertiente de Beasain, algo que me da mucha moral porque voy con bastante bajón al esperar un día magnífico.


Corono Mandubia junto a varios ciclistas más y me siento en el muro del mirador para dar buena cuenta de la media palmera que me sobró ayer y que reservé para este momento. En apenas un cuarto de hora que estoy parado, pierdo la cuenta de los ciclistas que pasan de uno y otro lado. La verdad es que este puerto es muy chulo y tranquilo, con la dureza justa como para meterlo en las rutas de la zona.


Termino la palmera de chocolate bajo la atenta mirada lasciva de muchos de los que arriban a la cima. No me extraña, me pasa a mí y me imagino los pensamientos que te pueden surcar el coco.


Llego a Beasain por el bidegorri en el que dejé ayer al inglés de las alforjas y callejeo un poco buscando la subida a Usurbe. Parece que sale el sol pero no termina de hacerlo del todo.


Usurbe es de esas subidas que solo he hecho una vez y ya hace muchos años. Es un sube y baja a las antenas del monte del mismo nombre que, una vez cimeada, me queda tan a desmano que no me ha vuelto a cuadrar en ninguna ruta. Sus seis kilómetros al 9% encierran un tramo hormigonado tremendo.


Los tres primeros kilómetros siguen una carretera que están reasfaltando a trozos, de forma bastante chapucera. La pendiente de esta primera mitad ronda el 6-7% y no entraña ningún problema.


Me encuentro con bastante gente subiendo a pata, sobre todo chavalas. Incluso alguna va corriendo. También me cruzo con algún betetero que desciende del alto.


Llega la segunda mitad de la subida y la carretera se estrecha, encerrándose en el bosque y subiendo paulatinamente la pendiente. El cuarto kilómetro alcanza el 14% de media.


Aparece el hormigón rayado y ya no hay descanso hasta la cima aunque suaviza poco a poco. La rampa máxima se sitúa por encima del 20% y hay que apretar con ganas.


Las vistas solo se abren en los últimos metros, con una herradura que te deja junto  las antenas y a una enorme cruz que culmina el via crucis que hay en toda la ascensión.


Me siento junto a la cruz observando el panorama, con un montón de nubes disuasorias cubriendo Aralar, por si se me ocurría retomar el plan inicial que tenía.


En la bajada me entretengo un rato subiendo por un ramal que hay tirando hasta un caserío y luego vuelvo a bajar hasta el río Oria, el cual voy a seguir hasta Tolosa por el bidegorri que ayer le aconsejé al inglés.


Tomo la carretera de Ordizia y sigo por Itsasondo, Legorreta, Ikaztegieta, Alegia, ... Como todo el tráfico va por la vía rápida de la N1, esta carretera queda desierta y, aún así, hay un flamante carril bici que te lleva hasta Tolosa.


En estos más de diez kilómetros que hay hasta Tolosa me cruzo con muchísimos ciclistas y ninguno hace uso del bidegorri. Ya que está ahí, yo sigo por él porque es muy cómodo. Solo me encuentro con dos patinadoras que van a un ritmo endiablado y que se apartan nada más oirme llegar.


La parte final del carril se separa de la carretera y sigue junto al río, en un trazado muy chulo que bien merece el paseo. A no ser que vayas con un grupo muy grande, yo siempre iría por aquí.


Al llegar a Tolosa, el bidegorri se une a la autovía y conecta con otro que se dirige al barrio de Amaroz, donde tengo el coche. Espero que el inglés de ayer diera con este camino porque es comodísimo para ir de Beasain a Tolosa.


Termino la etapa con la mitad de lo que tenía en mente pero más tranquilo. Me queda toda la tarde para descansar, para comer y beber bien y podré acostarme antes. Hace un año que no me pongo las zapatillas de trail y estoy un poco nervioso.

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2 Comentarios

  1. No se entiende que habiendo carril bici la gente vaya por la calzada, a no ser que sea un grupo grande, como tú dices.
    No, no te aburres por esas tierras, siempre hay subidas exigentes. Y vaya vistas. Qué envidia.

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    Respuestas
    1. Cierto, me extrañó mucho que solo lo utilizara yo. Subidas hay a cascoporro ... pero no me queda nada por descubrir. Si no hubiera sido por el CIMA primero y ahora por el BIG ... mi bici sería una pieza de museo. El blog es el que la mantiene con vida, jejeje

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