Primera caída automática

Hace unos días que Ander se ha cogido unas zapatillas para andar en bici con los pedales automáticos y hoy nos marcamos una ruta para que se caiga como hemos hecho todos el primer día que los hemos probado. Aprender a base de hostias que se dice.




Planeamos una ruta de poco más de cuarenta kilómetros con Argalario como dificultad montañosa. Para no tener que convivir con los coches de inicio, y para que pueda ir entrenando la salida de la cala del pedal, nos acercamos a Zorroza por el bidegorri del paseo del Campo Volantín que cambia de orilla por el puente de Euskalduna para seguir por Olabeaga.





En el polideportivo municipal de Zorroza concluye el bidegorri y tenemos que atravesar Cruces por la N-634. Es un tramo peligroso lleno de conexiones y accesos a la autopista pero, como estamos en agosto y hemos salido a la hora de comer, apenas hay tráfico. Dándonos prisa en estos dos kilómetros, iniciamos la subida a Argalario con su dura primera rampa que alcanza pendientes de hasta el 15%.



Ander va superando la rampa con alguna dificultad. La bicicleta es nueva para él y, como aún le queda un poquito grande, la postura tan adelantada no le facilita el pedaleo en estas pendientes, teniendo que tirar de riñones algo más de lo habitual. En el punto culminante de la rampa, a un pelo de completarla, intenta darse un respiro y ¡zas!, lo que nos ha pasado a todos: se cae a plomo lateralmente con esa cara de seré memo que  se nos quedó a todos el primer día que nos pusimos las calas automáticas.




El parte de lesiones de la caída se reduce a un raspón en el brazo y a una bombilla encendida que te recuerda que hay que sacar el pie antes de parar. Superados los dos primeros kilómetros, la subida a Argalario nos da un respiro para que podamos ir entranándolo unas cuantas veces.




Una vez que llegamos al paso canadiense del cuarto kilómetro, volvemos a retomar la subida con porcentajes constantes del 8-9%. Hace tiempo que Ander no coge la bici y Argalario es lo suficientemente duro como para que te pase factura. Esto viene genial para practicar los pedales automáticos porque son varias las ocasiones en las que tenemos que parar a coger aire con el correspondiente entrenamiento de la salida del pedal.




Con mucho esfuerzo, llegamos arriba. Los últimos tres kilómetros se han hecho muy duros. Ander es la primera vez que sube a Argalario y alucina con las vistas del Gran Bilbao, del mar, con el paisaje de montaña que se puede disfrutar y con la variedad de animales que campan a sus anchas por las verdes praderas.





Nos tomamos un pequeño respiro y continuamos ascendiendo hasta la bifurcación de las antenas.








Nos hemos traído el bokata para merendar disfrutando de las vistas pero corre mucho aire, así que decidimos bajar hasta La Reineta. Las vistas de La Arboleda son, como siempre, una preciosidad.






Llenamos los bidones en la fuente y bajamos a comer al mirador que hay sobre Trápaga con unas vistas del copón. Ya solo nos queda regresar bajando esta vertiente de La Arboleda para no volver por el mismo camino. Tenemos que atravesar Ugarte, con tres o cuatro rotondas complicadas, pero Ander lleva grabada a fuego la maniobra de sacar la cala del pedal. Es lo que hay, todos aprendimos a sacarla a base de una buena costalada.

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