Pues ya de vuelta de estas vacaciones de Semana Santa, en las que he estado de nuevo en Marruecos para ver si podía hacer aquello que no pude llevar a cabo en Navidades. El objetivo, por tanto, era subir esos puertos de la cordillera del Atlas que se me quedaron pendientes y seguir recorriendo el país. Han sido dos semanas completas en la que le he dado un buen repaso al país vecino.

La entrada la he vuelto a hacer por Ceuta, ya que sale más barato coger el ferry de Balearia entre Algeciras y Ceuta que la opción de Tánger. Como la zona de Tetuán ya la tenía hecha, bajada directa hasta el desierto de Merzouga, previo paso por el Atlas.

Apenas he subido cinco puertos en este periplo, ya que me apetecía más hacer turismo clásico, conocer las costumbres de una cultura diferente a la nuestra, andar por el desierto, probar la gastronomía y ese tipo de cosas que en Europa no suelo hacer. A decir verdad, quería tantear el terreno para idear otras historias más ambiciosas para los próximos años. El juego del BIG se me está acabando y no quiero llegar al final sin tener otra cosa en mente para después.
Los puertos que he hecho han sido estos cinco: Tizi N Tretten, Tizi N Ait Ouirrah, Tizi N Tirherhouzine, Tizi N Ismarene y Gorges du Dades. Llevaba siete más en la agenda pero varios estaban imposibles con el piso en obras y otros me obligaban a desviarme demasiado para algo que tampoco me parecía que fuera a ser muy apetecible.
Al final, debo decir que las vacaciones se me han hecho largas. Marruecos ha resultado interesante pero, salvo los puntos de interés típicos que todo el mundo recorre, el país no me ha resultado especialmente agraciado, paisajísticamente hablando, claro. Iba con la idea de practicar francés y he acabado hablando más inglés que otra cosa, ya que en las zonas rurales no habla francés ni cristo. Lo mejor, sin duda alguna, el trato con la gente. La hospitalidad es increíble, hasta el punto de que he comido y dormido en más casas particulares que en establecimientos regulados o en mi propio vehículo, ya que procuraba moverme por lugares recónditos lejos de los tours de turistas. Los puertos me resultaban tan aburridos que dejé de hacerlos al cuarto día.
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