1 de noviembre de 2021
Tras el día de descanso de ayer, en el que no pude hacer nada por culpa del mal tiempo, amanezco en Ribadesella después de haber dormido en la playa, junto a la Punta del Pozo.
El plan para hoy es muy sencillo, ya que se trata de ir a visitar el pueblo de Cueva porque estoy haciendo un proyecto pictórico con una imagen de la entrada, que como bien dice su propio nombre, se realiza a través de una cueva natural.
Para darle un poco de enjundia a esta ruta circular corta, que no llega a los 60km, decido meter El Fito por la vertiente de Duyos, que hace mucho tiempo que no la subo..
Camino de Caravia, hacia el oeste de Ribadesella, trato de ir lo más pegado posible al mar, transitando por pequeñas pistas. A diferencia de estos días, el sol luce temprano y resulta un paseo agradable.
En el tramo que va de San Esteban a Caravia, como no podía ser de otra forma, me topo con alguna rampa importante, aunque corta, claro. Las pistas cercanas a los acantilados suelen esconder buenas trampas.
En Carrales tomo el desvío de Duyos y empiezo a subir El Fito, que por esta vertiente son 6km al 8%. Nunca ha sido una subida interesante, y esta vez tampoco iba a ser diferente.
Lo mejor de este puerto, sin duda alguna, es el mirador. Pero al llegar arriba me encuentro con un montón de gente y ni siquiera paro, dejándome caer hacia Arriondas.
El descenso de diez kilómetros es largo para tratarse de una vuelta tan corta. Y tampoco es que sea muy agraciado. Posiblemente es de los puertos menos interesantes de Asturias, y eso que tiene mucho renombre.
Me meto por una carretera un tanto escondida que viaja paralela al Sella pero por la margen izquierda, junto a las vías del tren. El principio es completamente llano, pero pronto se convertirá en una cosa bien diferente al transitar por un entorno perdido.
La pista es de esas perdidas que te encuentras en Asturias, de las que se adentrar en un entorno precioso, tan cercano a la costa y a la vez tan desconocido.
La carretera se estrecha más y más y se adentra en un frondoso bosque que se remonta junto a las rocas.
Las rampas de doble cifra se suceden, hasta llegar a Sinariega, poco antes de alcanzar lo que he terminado llamando La Miel, por estar junto al pico del mismo nombre. Han sido 3'5km al 8% de media muy entretenidos.
Tras un pequeño descenso hacia Tresmonte, pasando junto a la ermita de la Tarmada, se inicia otro pequeño repecho hasta el Monte Moru. Tan solo será un kilómetro y medio pero al 10% de media.
El paisaje se hace aún más agreste, recordando mucho a los pasos vecinos de Los Tornos o La Tornería. Por aquí no pasa absolutamente nadie.
Corono este Monte Moru con unas magníficas vistas del mar Cantábrico y me dejo caer hacia Nocedo, la cual será mi puerta de entrada a Cuevas.
La entrada en Cuevas es una pasada, ya que se accede a la localidad a través de una entrada natural que da nombre al lugar.
En el interior tengo que tener cuidado, ya que la iluminación no es suficiente como para no chocar con la cantidad de gente que va andando. Es una localidad compuesta por cuatro casas, así que salgo en unos minutos buscando una pasarela sobre el Sella que me devolverá a la carretera principal.
Junto a las vías del tren aparece una pequeña senda y encuentro la pasarela metálica por la que hay que cruzar, la cual no es muy estable que digamos. La gente que tenga vértigo, aunque no haya mucha altura al río, no creo que la disfrute.
Me detengo para hacer una buena foto del Sella y de la pasarela en sentido contrario antes de partir de vuelta a Ribadesella, donde doy por concluido este pequeño stage.
Siempre que vengo a Asturias pienso que ya no me queda nada por ver pero siempre vuelvo con algo nuevo. Es una tierra inagotable de recovecos, de subidas perdidas. Es un paraíso de los puertos.
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