Frontera checa hasta Praga

  2 de septiembre de 2021  

En Dvorecky, cerca de la frontera alemana, al oeste de la República Checa, se inicia la subida a Vysoké Sedlo, una ascensión de 13km al 3% que me sirve de aperitivo antes de viajar a la capital: Praga.



La mañana amanece muy nublada en el valle pero se ve que va a despejar enseguida, quedando una jornada estupenda para hacer turisteo por la capital.


Este puerto es muy suave en su conjunto, pero va a escaloncitos, con tramos de pavé que lo hacen un poco más duro de lo que debiera.


Terreno muy abierto, tiempo agradable, buenas vistas, escasa pendiente, ..., todo lo necesario para exprimirme un poco para que me quede más tiempo libre para la visita de Praga.


Llega un momento en el que la carretera está cortada, pero queda espacio suficiente como para seguir. No se aprecia ningún peaje, ni obras, ni nada, así que sigo adelante.


Hasta terminar la ascensión entre bosque, sin ver nada, sin tener una referencia exacta del punto más elevado de la montaña más allá del track que traigo cargado en el GPS.


El desplazamiento hasta Praga es de 155km, con la única subida de la capital reseñable en todo el juego en tierras checas. Como siempre hago en las ciudades, dejo el coche aparcado en las afueras y cojo la bici para hacer el turisteo.


Enseguida entro en lo gordo de la capital checa y me encuentro con el tranvía. Mi ruta está clara, siguiendo el curso del río Moldava todo lo que pueda.


Praga es sencillamente espectacular, una de las capitales más bonitas de Europa, sin duda alguna. Ser la capital también de la región Bohemia le confiere un encanto particular.


Por la orilla del río me encuentro con muchísimos turistas y gente joven sobre todo. Se nota que se trata de una de las veinte ciudades más visitadas del mundo.


Antes de iniciar la subida que me ha traído hasta aquí, me meto por las calles y empiezo a disfrutar de la arquitectura, aunque incómodo en bicicleta por las calles de pavé.


La subida a Strahov Ceské empieza en el puente sobre el río y se trata de llegar a lo alto de la montaña que domina la ciudad, con su torre de telecomunicaciones.


Es una subida corta, de cuatro kilómetros y medio, y muy suave también. Apenas se llega a los doscientos metros de desnivel, con lo que la única dificultad consiste en ir esquivando el pavé y los raíles del tranvía.


En la parte alta de la ciudad es como si estuviera situada la zona residencial, ya ya se empiezan a ver más coches, viviendas y gente del lugar.


La subida no tiene ningún encanto, terminando junto a la torre de telecomunicaciones, en un espacio residencial. Lo más interesante es el paso junto a la catedral de San Vito. Esta se encuentra dentro del castillo de Praga, un conjunto monumental impresionante al que me dejan pasar los militares de la puerta, siempre y cuando les deje todo dispositivo electrónico en la garita de seguridad, junto con la bici.


Me sorprenden bastantes estas medidas de seguridad, no sé si serán permanentes o solo fue ese día por encontrarse alguien ilustre. Les pido permiso para hacer una foto desde la garita, ya que luego no voy a poder, y me doy un pequeño paseo por los alrededores de la catedral.


De nuevo a orillas del río, aprovecho la tarde para disfrutar de esta bella ciudad, antes de poner rumbo a Polonia, mi próximo objetivo para dar comienzo a los puertos de los Cárpatos.

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