Fin de semana en Luz Saint-Sauveur

  26 de septiembre de 2021  

Este fin de semana voy a hacer algo especial, ya que me han pedido un audiovisual en la universidad y he decidido que voy a tratar el tema de la libertad frente a la tiranía ahora que en España los alumnos siguen con mascarilla en clase mientras que yo me he pasado todo el verano andando en bici por Europa sin ningún tipo de restricción. De hecho, se supone que los desplazamientos transfronterizos siguen prohibidos sin la carta verde de la dichosa vacuna y a mí no me ha pedido nadie nada. Es todo una gran mentira.



También tengo que proyectar una estructura de bajo impacto medioambiental para la playa de Gorrondatxe, con lo que quiero hacer fotos del refugio de Troumouse, ya que se haya perfectamente integrado en el medio y me parece una solución magnífica para desarrollar en las dunas de la playa.


El caso es que he salido el sábado de temprana mañana, con mala predicción meteorológica hasta el domingo. Inicio la subida al Circo de Troumouse desde Luz Saint-Sauver a eso del mediodía, pero pasada la zona de Gedre entra una cortina de agua desde el circo y me bajo de la misma a toda prisa. Ya mañana será otro día.


La noche la paso en el aparcamiento del Carrefour y madrugo para aprovechar el domingo, único día que daban buen tiempo en la zona en bastantes jornadas.


Dejo el coche en Gedre para quitarme el primer tramo, ya que la subida al Circo de Troumouse desde Luz Saint-Sauveur son 27km al 5% y así resto los primeros diez que ya hice ayer, los más suaves, también es verdad.


La zona del circo vuelve a tener una nube instalada que me hace dudar de que pueda subir hasta arriba, pero voy ascendiendo y se va despejando.


Hasta el punto de que se disipa y sale el sol cuando ya me acerco a la barrera desde donde se inicia la parte más guapa de esta ascensión.


Estos últimos ocho kilómetros son espectaculares y la bruma que cubría la zona hace un rato desaparece completamente, dejando unas estampas increíbles, como siempre en este lugar. La pendiente se maneja entre un 7-9% llevadero, ya que uno sube embobado ante semejante grandeza del paisaje.


Como tengo que hacer un audiovisual, en vez de hacer fotos me paso la subida grabando en video y no tengo imágenes para esta parte final. Termino junto al refugio incrustado en la montaña y me paso un buen rato tomando medidas y haciendo fotos de detalles que pueda utilizar en mi proyecto urbanístico.


No podía venir a Luz Saint-Sauver y no volver a subir mi puerto favorito, el Tourmalet. Ya son incontables las ocasiones que he rodado por su carretera.


Son 19km al 7´5%, lo que se dice un puerto en condiciones, siempre exigente. He vuelto a dejar el coche en el Carrefour y salgo desde ahí mismo con un día espectacular.


Subir al Tourmalet no tiene mayor historia que la de ir pasando kilómetros sin parar, uno tras otro, sin prisa pero sin pausa. Las pendientes hasta llegar a Barèges son continuadas al 7%, punto arriba o punto abajo.


Tramo complicado de doble cifra para cruzar esta población pero siempre se puede tomar un descanso para llenar el bidón de agua en la fuente, antes de seguir hacia la estación de esquí.


De Barèges a Superbarèges la pendiente sube un puntito, moviéndose más cercana al 8% hasta llegar al descanso de la estación, donde se encuentra la bifurcación de la vía Fignon.


La última vez subí por la ruta del botánico, así que en esta ocasión tiro por la nueva carretera de la estación, con la vista puesta en algunos ciclistas que veo subiendo delante de mí.


No hay mucha historia con la pendiente del Tourmalet, ya que se mantiene casi invariable en ese 7-8% tan característico que no deja descanso y que va machacando las piernas poco a poco.


Es un puerto que podría subir con los ojos cerrados. Como siempre, me marco parciales kilómétricos gracias a la presencia de carteles con el porcentaje y la altitud.


Llego a la parte final, la zona más dura de toda la subida, y empieza a entrar del lado de Campan una niebla ligera que no lo será tanto en poco tiempo, así que acabo apretando un poco para que no me acabe encerrando sin vistas de la cima.


Como siempre, arriba coincido con más ciclistas y puedo ver la niebla de la otra vertiente que apenas deja atisbar el valle. He tenido bastante fortuna porque la vertiente que he hecho estaba despejada. Me abrigo bien, pues ya hace fresco en estas altitudes a finales de septiembre y para abajo con la satisfacción de haber disfrutado de un finde exprés un tanto diferente.

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