El Parque Nacional Karkonosce

  3 de septiembre de 2021  

Polonia, nuevo país para el juego. Por fin puedo decir que comienzo con la cordillera de Los Cárpatos, que abarca este país, el este de Chequia, Ucrania, Eslovaquia, Rumanía, Bulgaria, norte de Hungría y Serbia, siendo la franja montañosa más larga de Europa tras los Montes Escandinavos. Me va a llevar tres o cuatro años completar todo el arco que se forma.



He dormido en Czerniawy, en las llamadas Montañas de los Gigantes. El caso es que pisar un país nuevo siempre es especial por muchas cosas. Al llegar ayer, me llamó la atención la aparente pobreza de la gente y las barriadas, con edificios de arquitectura moderna, siguiendo la línea Le Corbusier de Unité d´Habitation. Vamos, las típicas casas colectivas donde todo dios vive apilado y solo se ven ventanas en matriz. Pasas por un pueblo y hay una fábrica y un edificio de mogollón de pisos todos iguales.


Esta primera subida polaca es corta, de solo cinco kilómetros. Pero un muro, ya que su pendiente media se mueve en torno al 11%.


El asfalto luce espectacular hasta llegar a la única casa aislada que se ve, pero luego desaparece de golpe. Esta parte inicial es suave, al 5%, por lo que el resto será más duro de la media, claro.


Por el medio del bosque, la pendiente se dispara y el piso se estropea. Puedo seguir montado pero es muy incómodo, sin saber en qué punto volverá a estar decente.


Hay una maraña de pistas que salen por todos lados, lo que hace que no sepa bien si estaré yendo por el camino correcto. Pero sigo el track, aunque sin fiarme mucho. No es la primera vez que me llevo una sorpresa.


El asfalto reaparece, aunque con socavones de vez en cuando. El tercer kilómetro es criminal, con una media del 18%, baches, agujeros, pedreras, ....


El porcentaje máximo que me marca es de un 22%, y creo que es real. Con bastante esfuerzo, aliviado porque sé que es una subida corta, llego al alto.


Arriba hay un teleférico, un mirador en una especie de restaurante, ..., y ni un alma. Es un centro de esquí que me imagino que tendrá alguna actividad invernal.


Me traslado hacia el este para hacer el Spindlerova Bouda, algo más de una docena de kilómetros por encima del 6%. Por fin, el día luce magnífico desde primera hora de la mañana.


Salgo de la localidad de Podgórzyn, rumbo a la montaña que hay al sur. En el juego esta subida forma parte del listado checo, ya que se sitúa en la línea fronteriza, pero la vertiente que yo voy a hacer es íntegramente polaca.


Los ocho primeros kilómetros van por una carretera que sigue el curso del río descendente, con pendientes suaves.


No hay nada especial en esta parte de la subida pero siempre es agradable rodar con el sonido del agua. El bosque también es muy chulo.


Los kilómetros avanzan y la media no me sale, así que ya me imagino que el final endurecerá bastante. Además, lo alto de la montaña se ve demasiado lejos.


Se llega a un punto en el que la carretera está cortada y el final es como estaba sospechando. Los cuatro últimos kilómetros son por encima del 10%.


La carretera pasa a ser una pista estrecha, con bastantes desperfectos y pendiente de doble cifra, aunque constante y sin demasiados sobresaltos.


Hay alguna pintada en el suelo y carteles que no entiendo. No sé si pone que no se puede pasar en bici, si no se puede pasar montado, ..., pero sigo subiendo.


Hasta llegar al alto que hace las veces de frontera con la República Checa, donde hay otra especie de estación invernal, solo que esta vez con gente por ahí paseando.


Como bien dice este cartel de madera, estamos en pleno Parque Nacional Karkonosce, que así es como se dice en castellano. Es un parque que comparte sus dominios con los dos países.


Me desplazo hasta Kostrzyca para hacer la tercera subida del día en territorio polaco. Y vaya, si algo me está flipando de Polonia es la belleza de las chicas, no me lo esperaba así, desde luego. Las mujeres que veo por la calle, aparte de ser altas, rubias y delgadas, visten de manera muy ¿sexi? Igual es coincidencia y ha coincidido un desfile de modelos. No suelo comentar estas cosas pero es algo tan sumamente llamativo que no salgo de mi asombro.


16km al 4% son los números de este Przelecz Okraj. Buena carretera de inicio con pendientes muy suaves. Vamos, lo que se dice un paseo.


El bosque es la constante y a un 5-6% se sigue subiendo hasta el final. Es en la parte final donde se aclaran los laterales y se empieza a ver algo más que árboles.


Este puerto comparte algo con el anterior, y es que también es fronterizo entre Polonia y la República Checa, aunque se trata de un paso de carretera normal.


Y que sea un paso de carretera hace que arriba haya mucho tránsito de coches, de moteros, de paseantes, ..., que estaba concurrido el sitio.


Y para acabar este tramo de frontera, paso al lado checo para hacer el cuarto y último puerto del día, el Vrbatova Bouda, cuyo inicio se sitúa en la localidad de Jilemnice.


Es un puerto largo, de más de veinte kilómetros, con la dureza concentrada en la parte final, con ocho kilómetros que se mueven entre el 7-8%.


Al ser un puerto tan largo, tiene varias partes diferenciadas, pero una constante en todo su recorrido, que no se ve ni a Blas por aquí.


Ni un solo coche en toda la subida hasta que paso por una recta en la que camina una pareja y a lo lejos se acerca uno. Parece una zona medio residencial para el invierno, así que empiezo a sospechar que arriba haya alguna estación de esquí o algo parecido.


Aunque aparece alguna que otra granja que dan un poco de contraste al paisaje, ya que resulta una subida muy aburrida.


Como ya he comentado antes, los ocho últimos kilómetros son una subida exigente, al tiempo que se empieza a vislumbrar un final montañero,


Aparcamientos, hoteles, restaurantes, ... Aunque parece estar todo cerrado y apenas se ven a tres o cuatro personas por ahí, la subida empieza a ser más interesante porque hay algo que ver.


La carretera se convierte en pista asfaltada, con prohibición de vehículos motorizados. Esto me da la pista de que no habrá apartamentos ni grandes instalaciones en la cima.


La carreterita se va estropeando, el sol va bajando y me acerco a la parte alta de la montaña para comprobar que no hay nada. Una sorpresa que me llevo.


Bueno, miento, hay un restaurante de montaña cerrado en una explanada, un espacio de tierra con unas casetas, un coche, ..., y unas vistas estupendas del Parque Nacional de Karkonosce, en el que destaca un manto verde boscoso magnífico.


Terminado el día, toca pasar de nuevo a Polonia, con un desplazamiento de más de cien kilómetros para llegar a Plawnicy, el que será el punto de partida del primer puerto de mañana.

0 Comentarios