Un hotel a orillas del Rhin

5 de julio de 2021

La mañana ha sido fructífera en Países Bajos, con la terminación del juego en este país. Paso a Alemania y la autopista me lleva rápidamente a Bonn, donde luce el sol. Un poco hacia el sur, a orillas del río Rhin, hay una colina coronada por un hotel con forma de gran palacio: Petersberg.



Sin nada que haga pensar que haya controles de PCR en las fronteras terrestres, llego a Bonn en un santiamén. Si algo tiene bueno Alemania, son las autopistas, gratuitas y de gran capacidad. Es curioso ver que la velocidad es libre en muchos tramos y algunos coches vuelan por el carril de la izquierda.


En Königswinter da comienzo esta corta subida, de solo cuatro kilómetros. La pendiente media es del 7%, bastante constante, así que tampoco por ahí tendré ninguna dificultad.


El inicio cruzando un puente es por carril bici segregado, bastante sucio, con ramillas y piedritas sueltas. Podría subir por la carretera pero prefiero no llamar mucho la atención.


Para acceder a lo alto de la colina se toma un desvío a mano izquierda y ya se sigue libre, sin apenas tráfico. La pendiente sube un poquito, pero sin ser nada del otro mundo.


Enseguida me encuentro a la altura del castillo, o palacio, o lo que quiera que se considere a esta edificación que alberga a un hotel. La zona está perfectamente ajardinada y veo algún que otro coche de alta gama en las inmediaciones.


Doy un pequeño paseo por las pistas de los jardines intentando ver vistas abiertas sobre el valle pero es imposible. Tan solo hay una parte abierta de bajada en la que se aprecia la frondosidad de la zona.


Con esta subida terminada, concluye este día. Tengo que viajar hacia el sur para continuar mañana y el GPS me lleva por el río Rhin, cruzando en transbordador hasta la localidad de enfrente.


Me cobran 2,50€ por pasar al otro lado. El barquero es portugués y habla un español perfecto. En un asiento lateral hay una mujer que me llama cuando me ve haciendo fotos y me indica la parte alta de la montaña, como que allí hay algo digno de ver. Le digo en inglés que vengo de allí, que he estado por la zona del castillo andando en bici, pero no sé si me entiende algo.


El caso es que es muy simpática y le agradezco que se haya molestado en decirme qué merece la pena ver de la zona. No suele ser muy habitual que los germanos se dignen a hablarme, ni siquiera a saludarme, con lo que sospecho que también sea extranjera, como el piloto del ferry.

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