Un rodeo al valle de Ayala

21 de agosto de 2019  

Acabo de regresar de Los Alpes un poco saturado de bicicleta y de subidas pero tengo una ruta pendiente con Teibol para que pueda conocer Orduña, un puerto clásico que ha ido dejando aparcado por otras opciones de Bizkaia, así que quedamos lo antes posible para darle carpetazo ahora que tengo las patas afiladas. Como Orduña es una subida mesetaria, es preferible diseñar un trazado que no se adentre en esos terrenos de patatas a finales de agosto, con lo que optamos por dar un rodeo al valle de Ayala y divisar la sierra Salvada a los pies de sus enormes paredones.

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Rodeo al valle de Ayala Zalla 150 km 3200 m+ IR




Salimos de Zalla a las nueve y media en una mañana despejada pero con una temperatura suave porque el sol no parece pegar con fuerza, por lo menos a estas horas. Nos acercamos a Aranguren y enfilamos la subida a San Cosme camino de Gordexola.


Puertos cortos, puertos suaves, piernas hechas a los colosos alpinos, tres días durmiendo a pierna suelta, comiendo y bebiendo sin cesar,... ¡Coño! ¡Hoy toca disfrutar del cicloturismo!


Como diría aquel, '¡Qué bien se está cuando se está bien!'. Pedaleo subiendo como quien pedalea en una bicicleta estática con la potencia desenroscada. Eso hace que no me calle ni con aceite hirviendo y me suene a mí mismo como una carraca parlanchina. Si ya normalmente voy rajando sin cesar, ¡pobre Teibol!


Coronamos el alto de San Cosme y bajamos a Gordexola para girar hacia Sodupe y enfilar a Okondo, donde optamos por pasar de valle por la subida de Malkuartu, más chula que la de Garate.


También es un puertín corto, aunque con alguna pendiente más fuerte. Nos adentramos en uno de los bosques que van a ser una constante en este recorrido por el pulmón de Bizkaia.


Bajamos hacia Llodio pero, para no cruzar el núcleo urbano, nos desviamos por una pista que no recordaba muy bien y que se adentra en Gorostiza por una fuerte pendiente que sirve para tensar un poco las piernas, con las antenas de Pagolar justo enfrente.


Si hay cien perros, se vuelven locos los cien y no dejan de ladrarnos en todo el paso por los baserris del alto. No recuerdo haber pasado por aquí nunca y tengo que preguntar a una viejilla si la pista baja a Llodio para confirmarlo.


En efecto, la pista desciende hacia la carretera de Llodio que sale en dirección a Amurrio, tal y como pensaba. El piso es de hormigón rallado y con mucho verdín, con lo que hay que bajar con un poco de cuidado.


Tenemos unos catorce o quince kilómetros de carretera que iban a ser pestosos pero que se me pasan enseguida gracias a la amena charla que mantenemos y a que en agosto tampoco es que haya demasiado tráfico.


Orduña vuelve a ser territorio de Bizkaia en este valle de Ayala que se reparte entre tres provincias de las que se entra y sale sin ningún motivo físico aparente.


La Barrerilla es el próximo puerto, con un sube y baja como objetivo. Es un puerto suave y disfrutón que ofrece unas vistas impresionantes del valle y del primer tramo de paredón de la sierra Salvada, por lo que casi es mejor bajarlo que subirlo para tener las vistas de frente. Esto hace que en rutas circulares siempre lo escoja como puerto de descenso.


Vamos haciendo camino y noto que voy sin cadena pero de una manera exagerada. La sensación no puede ser más placentera. Entramos de nuevo en Álava y en su cuadrilla de Ayala para coronar en esta carretera de Vitoria.


El día va avanzando y el sol empieza a calentar cuando se libera de la presencia de algunas nubes altas. Tras una parte central de puerto algo más intensa, el final suaviza ligeramente y coronamos sin mayor problema.


En el descenso disfrutamos de lo mejor de este puerto y nos detenemos por un instante en una especie de mirador improvisado que hay en la segunda curva para vislumbrar la sierra Salvada en todo su esplendor. Es una pena que no haya ningún punto desde el cual se pueda ver el salto del Nervión.


Llegamos de nuevo a las rotondas que circunvalan Orduña y cogemos agua en la gasolinera porque el restaurante de Las Ventas se encuentra cerrado. Por fin Teibol va a poder hacer realidad uno de sus más entusiastas deseos cicloturistas. Esperemos que no se sienta defraudado con este puerto clásico del mundo del ciclismo.


Enfilamos la primera recta con el Txarlazo a la vista y con la Vírgen de Orduña presidiendo la estampa. Yo tengo Los Alpes muy recientes y he podido disfrutar de algunos paisajes espectaculares, con lo que todo hay que ponerlo en su justa medida, ya que todo es relativo en esta vida.


Pero vamos subiendo y ¡coño! que Orduña es un puerto guapo y que la zona no desmerece nada a muchas otras por las que he transitado en estas semanas. Estas montañas de la sierra Salvada son bellísimas.


Los ocho kilómetros de Orduña se dividen en tres partes: dura, suave y dura, con un final relajado a partir de la entrada en Burgos justo después del mirador. Son ocho kilómetros al 7,5% que, en esta ocasión, me la chuflan. Después de Punta Veleno esto me resulta como un plato de postre. La pena es que sé que es una sensación pasajera, que durará lo que dure y que la vuelta a la realidad será traumática y me arrastraré en cualquier tachuela penando de mala manera.


El puerto está hecho y parece que a Teibol no le ha decepcionado. A mí siempre me ha parecido un puerto precioso pero la percepción cambia a medida que tienes más elementos comparativos y una revisión siempre viene bien. Hoy me vuelvo a ir pensando que es un puerto de primera. Lo he disfrutado como hacía tiempo que no hacía y creo que debo agradecérselo a Teibol porque me ha transmitido su emoción al subirlo.


En el descenso hacemos un par de paradas estratégicas para sacar alguna foto del trazado y del valle. Las vistas son fabulosas y merece la pena quedarse un buen rato apreciando las cumbres del Gorbea, los montes del cordal del Ganekogorta, ...


Paramos en Orduña para comer un bocata pero nos comemos dos. En un supermercado de pueblo cogemos víveres y la tendera nos prepara uno de jamón y otro de salchichón de los que damos buena cuenta en los soportales de la plaza del ayuntamiento.


Son las horas centrales del día cuando salimos rumbo al extremo oeste de la sierra Salvada. El sol empieza a apretar y se nota que el aire es más cálido por esta zona protegida de los vientos.


Es un terreno de subidas a colinas: Lendoño, Mendeika, Meroño, Respaldiza, ... La carretera se mantiene pegada a las paredes rocosas y es un tramo espectacular.


Estamos rodeados de bosques de robles y de hayas, de praderas verdes donde las vacas pastan a placer, de una sierra que tiene unos salientes vistosos a más no poder. No pasa ni un coche, la carretera es estrecha, con asfalto impecable, con trazado sinuoso. Esto es cicloturismo en estado puro.


Llegamos a la pequeña presa de Maroño para calcar una imagen muy utilizada en los concursos de fotografía, sobre todo con las primeras nieves sobre los picos de la sierra. El Tologorri y el Ungino se ven reflejados en el agua con mucha más humildad que la de Narciso.


Solo por un momento, nos alejamos de la sierra para buscar la carretera de Artziniega, pasando por Respaldiza tras un ligero repecho.


El próximo objetivo es el puerto de Angulo por esta vertiente de Añes, mucho más recomendable que la de la carretera oficial. La figura de la Peña de Aro va a ser testigo de toda nuestra ascensión.


Nos adentramos en el valle y el calor va ganando fuerza a medida que penetramos en él. Cogemos agua en el grifo de una casa de Retes de Llanteno ante el generoso ofrecimiento de sus moradores.


Pero es en Añes donde nos podemos refrescar bien en un caño que mana agua fresca. El trazado nos está acercando a la carretera de Trespaderne y la mole de Peña Angulo nos empieza a regalar una sombra que hace que la parte final del puerto resulte más fresca.


Enlazamos con la carretera a escasos tres kilómetros de coronar. Es una pena que la cascada de san Miguel esté seca y no podamos disfrutar del espectáculo de otro magnífico salto de agua.


Coronamos el puerto junto al túnel con la Peña Angulo y su forma de proa de barco a nuestra espalda. Ahora toca descender hasta Artziniega pero, en esta ocasión, por la carretera principal.


Nos tomamos un buen helado para enfilar fresquitos la parte final de nuestro recorrido por las tierras de Ayala. Ya solo queda regresar al valle del Cadagua a través de la corta subida de Los Heros.


Solo son dos kilómetros, con un buen repecho de entrada para acceder al santuario de Nuestra Señora de la Encina. Luego no hay más que toboganear un poco por tierras burgalesas de Antuñano y dejarse caer hacia Balmaseda.


Cruzamos la villa de Balmaseda con poca luz. Nos tomamos las rutas con un afán tan deportivo, tan pendientes de las medias, que siempre nos dan las tantas.


Y terminamos llegando al punto de salida después de subir un par de kilómetros de La Herbosa pero desviándonos hacia Zalla para cerrar el círculo de un día magnífico de cicloturismo en el que he disfrutado como un enano porque mi vieja BH parecía tener motor eléctrico y, sobre todo, por la fenomenal compañía de Teibol que ha hecho que un recorrido que tengo muy trillado me haya llenado como si fuera la primera vez. Como bien me ha dicho él, que bien se queda uno cuando disfruta de un trazado del que no conocía ni un solo metro. Bueno, acompañar a alguien y ver cómo siente eso y lo transmite tan bien puede resultar ser un buen sustitutivo.

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3 Comentarios

  1. Qué recorrido más guapo. Orduña también es uno de mis viejos proyectos. Lo bajé una vez en coche y apenas recuerdo sus paisajes. Una gozada la compañía de Teibol, ¿eh?

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    1. Ya te dije en otra ocasión que cuando quieras hacerlo tienes guía. Con Teibol una gozada. Entiende la bici igual que yo y disfrutamos más de la ruta y de la compañía que de ella, que no deja de ser un trasto con ruedas.

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    2. Gracias por el ofrecimiento. Algún día te lo recordaré, jeje. Ya veo que Teibol y tú sois uña y carne respecto a la bici.

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