Entre Udine y Bolzano

11 de agosto de 2019  

Me quedan seis jornadas de regreso por Italia, por la franja prealpina. Hoy he dormido en Savogna, una pequeña localidad muy cercana a la frontera con Eslovenia. Apenas son unas pocas casas junto a un río, donde encuentro una pequeña zona con merenderos y fuente, ideal para pasar la noche.




Me pego un buen madrugón porque a partir de ahora todos los días voy a tener que hacer traslados más largos de lo habitual. La subida a Mataiur es un buen puerto para empezar, con doce kilómetros al 9% de media.


Hay dos maneras de subir, por la carretera que pasa por Gabrovizza o tirando por lo directo, por un atajo que va por unas pistas estrechas. Tiro por ahí, faltaría más.


Son casi media docena de kilómetros hasta llegar a Stermizza, prácticamente la mitad de la ascensión. Ha habido tramos duros, sobre todo al inicio, pero a partir de aquí los kilómetros serán continuos al 10%.


No sé si el Giro pasa por aquí o si lo hace alguna carrera local porque hay bicis y referencias ciclistas por todas partes. El caso es que esto no suaviza y sigo subiendo a Montemaggiore o Matajur en el idioma local.


El pequeño núcleo urbano está en fiestas y han cortado el paso por el centro, con lo que me obligan a hacer un desvío por un rampón puñetero.


Por fin salgo a la carretera principal, ya a poco de coronar la subida. El atajo de kilometraje ha tenido su recompensa con porcentajes intensos en todo momento.


Llego arriba entre una pequeña niebla que no me deja ver mucho. Hace un calor agobiante, con una humedad tremenda. La cima no tiene mucho reseñable, apenas un refugio de montaña con media docena de coches aparcados.


Se aprecia una línea de meta medio borrada, lo que explica las referencias ciclistas que me he encontrado por la zona por la que he subido.


Me toca un traslado de cien kilómetros, pasando por Udine, hasta llegar a Barcis, a orillas de lago del mismo nombre. Ahí dejo el coche donde puedo, ya que es domingo y hay un montón de gente por los alrededores.


La subida a Piancavallo consta de catorce kilómetros al 6,5%. El lugar es tan turístico que me encuentro coches aparcados por todas partes y tengo que subir con bastante tráfico, sobre todo en la primera parte.


Es un puerto que va de más a menos. Empiezo al 8% y los kilómetros van suavizando paulatinamente, de medio en medio punto.


Por lo demás, resulta una subida bastante aburrida, ya que todo el tiempo se viaja por dentro de un bosque y no se tiene ninguna vista. El final se sitúa tras una explanada, en una localidad con pinta de turismo invernal.


El caso es que termino y bajo hasta el lago de Bercis, donde el calor que aprieta. Los bañistas me dan una envidia que no veas, así que cojo el coche y rodeo el lago hasta encontrar un sitio donde pegarme un buen baño.


El agua baja gélida y me cuesta un huevo entrar en ella. La gente toma el sol en los espacios secos y son pocos los que se atreven a pegarse un chapuzón, cosa que no dura más allá de un minuto si no quieres morir congelado.


El caso es que el chapuzón me viene de maravilla y me deja las piernas preparadas para meterme más tralla. Sigo el curso del río por este valle que resulta espectacular, todo sea dicho.


Otros cincuenta kilómetros más al noroeste se encuentra Forno di Zoldo, el inicio de la subida a passo Cibiana. Son diez kilómetros al 7%, otro pequeño puerto para hacer en una horita.


Los dos primeros kilómetros de este puerto son los más suaves y los que bajan un poco la media total, ya que luego no se baja nunca del 7-8%.


Acostumbrado como me encuentro ya a las subidas largas, estas más cortas no me suponen mucho esfuerzo y las hago más rápido de lo habitual. Además, que tampoco es que sean gran cosa. El paisaje está bien, pero no es gran cosa.


Un tanto aburrido, sigo subiendo y llegando a la parte final, con ganas de saber a dónde me estoy dirigiendo. Me encuentro con una zonas de verdes praderas y algunas casonas de madera.


Hasta terminar en un paso de montaña entre árboles que no es gran cosa, pero sigo un poco más adelante para ver si la otra vertiente ofrece buenas vistas y me encuentro con una estampa preciosa.


Ya solo me queda un puerto para terminar con el plan de hoy: el passo Duran. Solo tengo que moverme un par de kilómetros para llegar a Dont, donde da comienzo esta vertiente este del puerto, justo por la lera opuesta del valle a lo que lo hacía el passo Cibiana.


Apenas son ocho kilómetros y medio de puerto, otra subida corta de las que me llevan una horita. Esta consta de dos mitades, con un tramo central de descanso, así que aprieto un poco más de lo normal.


El caso es que el día se ha ido nublando y, a pesar de tener algún momento de sol, la subida al passo Duran amenaza tormenta. Es un buen motivo para exprimirse un poquito más.


Tras dejar atrás la pequeña localidad de Chiesa, vienen un par de kilómetros al 10% de pendiente media. Los dos finales suavizan un poco.


La llegada a la cima del puerto la hago entre tambores de guerra. Se empiezan a escuchar algunos truenos y me tengo que dar la vuelta nada más llegar a la línea de puerto ante la gran amenaza de lluvia.


En apenas unos minutos parece que se haga de noche y empieza a llover cuando llego al coche, salvándome otra vez por los pelos. Son 75km de traslado hasta la base del passo Tomba, el primero de mañana, esta vez yendo hacia el sur, buscando completar todo lo que tengo desde aquí hasta casa.

Safe Creative #1007090003507

0 Comentarios