El Parco Naturale Alpi Marittime

16 de agosto de 2019  

Último día del viaje. Hoy he dormido poco en Frabosa Sottana tras haber llegado de noche con un traslado de 400km. Me esperan tres puertos de esos que han quedado colgados en los múltiples viajes que he realizado por esta frontera francoitaliana. El primero de todos ellos: Prato Nevoso.

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Prato Nevoso son quince kilómetros al 7%, una típica subida del Giro de Italia. Se trata de una cómoda carretera de estación invernal, de esas que no me suelen decir mucho cuando llego arriba. Más o menos ya sé lo que me espera.

Apenas pasa tráfico y tampoco es que sea un sitio especial, por lo que voy haciendo kilómetros bastante aburrido, casi por inercia. El viaje de regreso a casa merodea en la cabeza y es difícil concentrarse en la subida.

De vez en cuando aparecen carteles de difícil comprensión. Junto a algunos nombres de ciclistas italianos hay unos datos de subida. No sé muy bien a qué corresponde el porcentaje, si al kilómetro siguiente, si a un tramo concreto, ..., porque aparecen carteles sin ton ni son, en medio de una recta, en una curva, a distancias inconexas, ...

Llego a Prato Nevoso y, como me esperaba, es un cutre sitio invernal, lleno de apartamentos que tendrán mucha vida con la nieve pero que resultan muy tristes en verano.

La parte alta es un zigzagueo con la curiosidad de pasar bajo los apartamentos por túneles construidos entre ellos. El 6% es una constante y no supone ninguna dificultad.

La subida termina en la cima de la montaña, junto a una plataforma en la que un ciclista intenta hacer una foto. Le digo si quiere que se la haga yo y acepta gustoso, entablando luego una pequeña conversación.

Con el pestiño de Prato Nevoso hecho, me desplazo al suroeste de Cuneo para hacer dos pasos fronterizos. Aparco en Roccavione para ascender al colle di Tenda, un puerto fronterizo de treinta kilómetros al 4%. 

Voy haciendo camino y esto no marcha. Los primeros quince kilómetros no pasan del 3%, así que ya sé que la subida real estará en la parte final.

En Limone Piemonte empieza a ponerse pinta de puerto y asoman otros ciclistas, muchos de ellos con alforjas haciendo un paso transfronterizo. Sale el sol para despedirse, lo que espero que deje una jornada fabulosa con dos subidas excepcionales.

Tras pasar por Limonetto, el tráfico sigue por el túnel y me quedo más tranquilo por la carretera del passo di Tenda. Al ser una vía transfronteriza estaba siendo muy molesto andar con tanto camión al lado.

El puerto coge otra pinta, con unos diez kilómetros al 6% muy constantes y con un paisaje precioso. La carretera serpentea por la ladera de la montaña y se ve casi toda esa parte de la subida.

De nuevo estoy disfrutando de un puerto alpino tras muchos días con otro tipo de subidas muy diferentes. Las montañas son más chulas, los picos destacan, las praderas brillan, los ciclistas abundan, ...

Estoy llegando a la parte final cuando me encuentro con un montón de coches aparcados por las cunetas, junto a un pequeño restaurante con mesas exteriores, repleto de gente. Hay muchos paseantes y senderistas por las inmediaciones del centro de Fort, una construcción defensiva que hicieron los italianos en 1881 cuando se daban de tortas con los franceses por la colonización africana.

La cima del puerto tiene cambio de piso, ya que los últimos kilómetros del lado francés no están asfaltados, siendo ese el motivo por el que este puerto lo había ido dejando aparcado en otros viajes. Con unas preciosas vistas y con el centro de Fort como gran reclamo turístico, desciendo raudo y veloz para hacer el último puerto del viaje.

En un pequeño puente sobre la Stura di Demonte comienza el colle di Lombarda. Son 21km al 7%, otro buen pepino para concluir una serie que los ha tenido de todo tipo.

Los primeros diez kilómetros de este precioso puerto son los más duros. La pendiente media va del 7% al 10% en todos ellos. Aunque lo más duro es coincidir con una caravana de coches casi parados.

Me veo embutido en un atasco colosal en otro puerto transfronterizo. Apenas caben dos coches y alucino cuando veo que el causante de todo este embrollo ha sido un autobús que no puede maniobrar en una curva de herradura.

Consigo dejar atrás el tremendo atasco y empiezo a transitar en solitario por bastantes kilómetros. La carretera remonta el valle y va cambiando de ladera, dejando alguna estampa muy chula.

En la parte central hay un buen descanso, con un par de kilómetros suaves al 3% que sirven para disfrutar del entorno más salvaje, dada la gran altitud que alcanza la cima de este puerto.

De repente empiezan a pasarme los coches, prueba de que el autobús ha salido del atolladero. Es un rato que aprovecho para parar a descansar, hasta que pasan todos y vuelvo a poder pedalear tranquilo.

La parte final es más abrupta, por encima de los dos mil metros de altitud y con un paisaje más propio de los alpes franceses, mucho más áridos que los italianos.

El paisaje de alta montaña se echaba de menos, ya que en este viaje no ha sido lo más habitual. El final suaviza bastante y disfruto mucho del adiós coleccionista por este año.

Llevaba un rato viendo a otro ciclista que venía por detrás y me alcanza en el kilómetro final, donde las autocaravanas y las campers se agolpan por todas partes. Está siendo un colofón magnífico.

Corono este magnífico colle di Lombarda o col de la Lombarde con ganas de más.Terminar así ha sido todo un puntazo para volver a diseñar otro viaje por las montañas de Europa. Los Alpes se me han acabado pero aún hay objetivos interesantes. Habrá que seguir sumando puertos a la colección.