El día del Grosse Oscheniksee

3 de agosto de 2019  

Hoy es un gran día, uno de esos en los que pones una gran equis en el calendario y que marcas en rojo. Hoy me toca subir el Grosse Oscheniksee, la subida que tiene (si no me equivoco) el mayor coeficiente de dificultad de todo el juego. Ayer llegué a Außerfragant para empezar hoy con ella, pero en el último momento decidí que igual era demasiado comenzar el día con semejante pepino, así en frío, con lo que acabé durmiendo en Obervellach para calentar un poco con la subida a Jamnig.




La subida a Jamnig son 16km al 6%, pero realmente es como un dos en uno porque la parte central es medio llana. El día parece unirse a la fiesta y por fin amanece soleado.


Un primer kilómetro al 11% me sirve para calentar y para ir cogiendo tono de rampa para más tarde. A cinco kilómetros de constante subida le siguen otros tantos casi llanos, con lo que avanzo rápidamente y un tanto nervioso por lo que me espera luego.


No paro de pensar en el Oscheniksee, que me acojona bastante. Trato de ralentizar un poco la marcha y de ir guardando fuerzas, incluso dudando sobre si habrá sido buena idea empezar antes con esta subida. Por suerte, el día acompaña y el paisaje también. Hacía varias jornadas que estaba sorteando la lluvia y se agradece tener un día tranquilo en este sentido.


Sigo el curso del río camino de Mallnitz. Me encuentro con un tramo muy mojado al que no le encuentro mucha explicación, ya que no cae ningún torrente por la ladera ni tampoco puede estar motivado por la lluvia, y menos con semejantes charcos. Hay un par de rodadas en la tierra y el motivo podría ser que hayan cargado agua en algún tractor o camión. No sé, me quedo un poco abobado durante un buen rato.


Tras pasar por Mallnitz, avanzo por el bosque y me adentro en él, llegando a otra barrera de peaje de esas que se levantan con tarjeta. Paso por el lateral y continúo subiendo.


Los cuatro últimos kilómetros vuelven a endurecer mucho,con una pendiente media de casi el 10%. O me sirve para calentar y cogerle el punto a las rampas o habrá sido un gran error quemar aquí las naves.


En el final de Jamnig no hay nada más que otro aparcamiento que sirve de base para los montañeros. Desciendo y, ahora sí, me acerco a Außerfragant con los nervios de un principiante. Me tomo un rato descansando en el coche, como y bebo bien, elimino todo el peso que veo que no es necesario y para arriba a por el Grosse Oscheniksee.


Los números son fáciles: 17km al 10%. Pero lo peor es que hay casi cuatro kilómetros casi llanos, suaves y de bajada antes de llegar a Innerfragant. Tras más de dos kilómetros iniciales al 11-12%, acojona un poco pensarlo.


En Innerfragant empiezan las hostilidades de verdad, con 10km al 12´5% de pendiente media, siempre en la doble cifra, sin un solo descanso. Esta parte es, como mucha diferencia, lo más duro de toda la subida. Y más con tráfico.


Tras un tramo de un kilómetro y pico de subida por carretera, que justo estaban asfaltando con semáforos para controlar el paso y en el que no me toca parar, me desvío a la derecha por una pista en buen estado en la que hay unos carteles que prohíben el paso a vehículos a motor, lo cual se agradece para que nadie moleste porque hasta aquí ha sido horroroso. El tráfico tan denso me ha obligado a ir siempre por dentro, pegado al arcén, sin poder abrirme nada.


Y todo sigue tieso para arriba. La pista viaja entre árboles y apenas se ve nada en la primera parte, con diferencia la más dura de toda la ascensión. Luego la pendiente baja un poco y se nota, lo que va a hacer la última mitad de estos nueve kilómetros por pista más fácil de lo que pensaba. Además, la enorme cantidad de herraduras permite coger un poco de aire abriendo más las curvas.


A medida que gano altitud, las vistas se abren poco a poco y el final se presenta espectacular. Hace rato que le he quitado el miedo a la subida porque voy extrañamente suelto. Salvo algún momento muy puntual, las rampas siempre son muy homogéneas, sin grandes pendientes insalvables.


La parte final es una delicia y la disfruto enormemente. Creo que nunca he estado tan fino como ahora y eso se nota en mi forma de escalar. Apenas me tengo que sentar en todo este tramo. ¡Pero qué bien se está cuando se está bien!


Empiezo a ver la presa con una sensación muy guapa. Suelo parar en las subidas siempre que me apetece pero esta me la había tomado como un pequeño reto ante la envergadura de sus datos y estoy llegando al final incluso con fuerzas de sobra. La altitud hace que baje un poco la temperatura y una suave brisa me alivia más.


Una vez arriba, me tomo un buen rato de descanso y disfrute del logro conseguido. Empiezo a pensar en puertos con dureza y no puedo parar de pensar en el Angliru y en esa Cueña les Cabres que te supone un esfuerzo que aquí no he encontrado. Bien es cierto que los datos globales de este pepino son espectaculares, pero también es cierto que no tiene un tramo asesino, de esos que te ponen al límite.


El descenso lo hago con mucha prudencia, parando varias veces para enfriar las llantas y los frenos. Si me hacen una foto creo que llevo una sonrisa de oreja a oreja. Así hasta llegar a Sillian, camino de vuelta a Italia, donde empieza el Volkzeiner Hütter, tercera y última ascensión del día.


Los datos dicen que son 16km pero aparace que no está asfaltado a partir del décimo, así que empiezo a subir pensando que no llegaré hasta arriba. Las pendientes son suaves, del 4-5%, y más todavía después de haber escalado un pepino.


En el km.5 llego a la localidad de Außervillgraten y hay alguna rampa del 10% escondida, pero muy corta. La carretera sigue encajonada, buscando la cabecera del valle.


La verdad es que voy pedaleando como un autómata porque la cabeza la tengo en otra parte. Me encuentro con un tramo recién asfaltado y llego a pensar que es posible que esté así todo.


Hasta que la carretera pasa a convertirse en una pista de tierra, eso sí, en muy buenas condiciones, tanto que me da por continuar por ella porque el rodaje es cómodo.


De vez en cuando me encuentro con algún que otro socavón, fáciles de esquivar, de manera que sigo mientras puedo, hasta que llega un momento en el que la pista empieza a mostrar más grijos y se vuelve muy incómoda, tanto que cancelo la subida con una docena de kilómetros hechos sin esperanzas de que esto mejore.


Concluyo la jornada en Dobbiaco, de nuevo en Italia. Me queda todavía bastante tarde y la localidad es muy turística, así que aprovecho para dar un buen paseo estirando y oxigenando las piernas. Mañana las Tres Cimas de Lavaredo me esperan y luego seguido el Zoncolan. Estoy en la cúspide del viaje.

Safe Creative #1007090003507

0 Comentarios