De Tre Cime de Lavaredo al Zoncolan

4 de agosto de 2019  

Hoy es ¡domingo! Vaya puñetera casualidad. Madrugo mucho porque me espera un día con cinco subidas y bastante duras, y quiero aprovechar de sol a sol, viendo que las previsiones meteorológicas son muy buenas. He dormido en Dobbiaco, que es una localidad con mucho turismo, pero he encontrado un buen sitio a las afueras, en plena subida a las Tres Cimas de Lavaredo, perfecto para estar tranquilo.




Empiezo con 25km al 4% pero bien podría haber quitado la primera docena de kilómetros porque son un falso llano. Lo único que consigo es que la mañana avance y que empiece a subir la marabunta en coche.


Después de subir tres o cuatro kilómetros al 6-7-8%, llego al lago de Misurina. No hace falta llegar a él, pero lo había fijado en el mapa y por unos metros no quería dejar de verlo.


Empieza a haber un tráfico tremendo y tras desviarme para la subida me encuentro con una caravana de narices haciendo cola en el peaje que hay para acceder a las Tres Cimas.


El peaje es gratis en bici, por supuesto, y el tiempo que están pagando los coches hace que se separen un poco. Sigue siendo molesto pero no tanto como cuando van pegados uno detrás de otro.


Los últimos cuatro kilómetros son duros, con pendientes que no bajan nunca del 12%, aunque sin rampas extremas. El paisaje ayuda a no acordarse de la cuesta y a disfrutar del día.


Llego arriba y no hay más que coches por todas partes. Los aparcamientos están a rebosar y ocupan las cunetas. Pero lo más importante... ¿dónde están las Tres Cimas de Lavaredo?


El caso es que no se ven desde el refugio donde termina la carretera. Coincide que hay una carrera de montaña y le pregunto a uno de la organización, quien me comenta que hay que seguir una pista hasta un collado.


La pista no está para bicicleta pero es completamente llana, así que no me lo pienso y arranco para allá trotando con la bici en mano, siguiendo a los corredores y a los muchos senderistas que hay. Parece el Pagasarri un domingo.


La pista llega a un collado donde hay una ermita y ahí están las famosas Tres Cimas de Lavaredo. Quiero hacerlas una foto pero es difícil con tanta gente posando para los selfies.


Consigo sacar una foto limpia de gente y disfruto por un instante del entorno, aunque me habría gustado más llegar en miércoles. Junto a la ermita hay otro chico de la organización de la carrera y me dice que se trata del maratón de montaña de Auronzo. Aunque a mí la prueba que me flipa es el Lavaredo Ultra Trail. (VER VÍDEO)


Después de este espectáculo, toca un desplazamiento hasta Ovaro para hacer otra de esas subidas emblemáticas del mundo del ciclismo: el Zoncolan. Comparte con el Angliru el calificativo de puerto más duro del ciclismo profesional, una vez desbancado el Mortirolo. Habrá que ver qué nos ofrece.


Se trata de un puerto de 10km al 12%, justo lo opuesto al coloso de Riosa. Los dos primeros son un calentamiento, hasta llegar a Liariis.


A partir de ahí es un sálvese quien pueda, con seis kilómetros centrales que van del 12 al 17%, prácticamente sin momento para el descanso. Es un puerto ciertamente duro.


Hay que reconocer que los italianos son los putos amos para hacer entretenida una subida de este tipo. Los carteles con los datos de la subida son fotos de ciclistas históricos. Yo ya hace rato que voy en pie. Con el poco peso que tengo y lo bien que ando, es como mejor voy.


Van pasando los kilómetros lentamente pero los voy superando bien. Es muy duro, muy exigente, pero no hay ningún momento en el que te ponga al límite si vas bien de fuerzas. La comparación con la Cueña les Cabres es inevitable. He subido muchas veces el Angliru, yendo mejor y yendo peor, y esa rampa siempre te pone al límite.


Tengo muy fresco el Grosse Oscheniksee, de coeficiente superiora este Zoncolan, pero esta subida me está pareciendo más dura por la constancia de los porcentajes por encima del 15%. Incluso las herraduras son duras.


Por suerte, aunque hace un día estupendo, la temperatura es muy agradable y no produce calentón. La verdad es que voy disfrutando mucho del esfuerzo.


Supero el cartel de Miguel Indurain con la moral por las nubes. El principio del puerto no es que fuera muy bonito, pero se empieza a abrir un poco y es más disfrutable.


A poco de entrar en el primer túnel, supero a otro ciclista francés. La pendiente de los dos kilómetros finales es mucho más suave y ya se puede dar el pescado por vendido. Creo que nunca he andado tan bien como estos días. Es increíble el punto que me está dando este viaje y creo que tengo que poner en valor la jornada de descanso que hice.


Ya no queda nada. Al salir del último túnel estrecho se ve ya el collado de paso. Me resulta curioso comprobar que estamos en un domingo de agosto y apenas sube hasta aquí un francés conmigo. Estos puertos no tienen mucho efecto llamada o no son para repetir a menudo.


La parte final es muy chula, con ese par de curvas reviradas. En la cima hay una escultura peculiar y espero a que llegue el francés para saludarle y darle la enhorabuena por subir este pepino.


Toca un nuevo traslado, esta vez hasta Paluzza, donde tengo dos puertos juntos, con el mismo inicio pero en direcciones opuestas. Empiezo por el Plöckenpass, puerto fronterizo con Austria.


Son 17km al 4´5%, sin ningún kilómetro duro y sin ninguna rampa de doble cifra, así que perfecto para soltar un poco las piernas después de los dos que llevo hoy.


El entorno es chulo pero tampoco es que sea un espectáculo, así que voy haciendo camino rápidamente. Las pendientes del 6% son un caramelo después de lo hecho hasta ahora.


Antes de llegar a Timau hay un tramo llano y después empieza lo mejor, con una escalada de ladera zigzagueando entre viseras muy curiosas, recordando a puertos de pavés como el San Gotardo.


Herradura tras herradura, al 5-6%, voy disfrutando de lo que llevo subida y me entretengo con algún que otro coche que veo negociar las curvas por debajo de mí.


Por fin, finalizo esta ascensión entretenida en el paso fronterizo, como tantos otros ya desmantelado. Paso a Austria solo para ver si hay alguna vista bonita pero no es el caso, así que regreso a Paluzza para hacer la siguiente subida.


Tras un pequeño paso por el coche para rellenar el bidón, empiezo a subir al Monte Paularo por esta vertiente del este. Son otros 17km al 8% de ascensión pero me temo que haré poco más de la mitad porque la web dice que no tiene asfalto completamente.


Después de un comienzo suave, los kilómetros se ponen serios, con pendientes que van del 8% al 10% pasando la localidad de Ligosullo.


Dos kilómetros más por carretera y se toma una pista a la izquierda que enseguida deja de estar asfaltada como decía la ficha del puerto, con lo que queda capada para mí.


Ya solo queda seguir hasta Paularo para terminar el día con el Cason di Lanza, casi otros quince kilómetros más de subida, que ya empiezan a hacerse pesados porque el acumulado comienza a ser interesante.


La tarde empieza a caer y el sol baja, creándose amplias sobras en la ladera. Toda esta zona es muy montañosa, con grandes valles encajonados, lo que hace que las pendientes se disparen. En un primer escalón en esta subida, me encuentro con dos kilómetros seguidos al 10%.


Luego hay un descanso, con bajada incluida. El descenso es tan pronunciado que llego a pensar que me he equivocado en algún sitio, aunque no había cruces. Compruebo el track y voy por el camino correcto.


La carretera se estrecha mucho y paso por una especie de desfiladero encajonado. Justo me cruzo con un coche que baja y me tengo que echar a un lado porque no cabemos los dos.


Tras el descenso viene otra pared de cinco kilómetros al 10% que no me esperaba y que me pasan factura. Los datos generales de este puerto no hacían pensar de antemano que fuera tan duro.


Corono en un collado en el que hay un par de coches aparcados y no me entretengo mucho porque se ha hecho muy tarde y tengo traslado. El descenso me recuerda que todo lo que se baja hay que subirlo, y me encuentro con dos kilómetros al 6% que se me hacen interminables.


Etapón el de hoy, de esas jornadas que nunca se olvidan. Ha sido un día duro pero las piernas están funcionando de maravilla. Espero que sigan así porque todavía queda mucha tela que cortar.

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