Los lagos del Tesino

25 de julio de 2019  

Ya estoy en Suiza. Me quedan solo ocho puertos para terminar con la colección de BIGs de este país, todos ellos de la zona sureste. La jornada de hoy me va a servir para recorrer el cantón del Tesino, de habla italiana. Esto es algo muy a tener en cuenta, puesto que este país es muy diferente en función del sector en el que te encuentres. Se puede rodar tranquilo mientras no oigas hablar alemán.




En Bignasco empieza la jornada, con la subida al lago di Naret. Son más de treinta kilómetros para llegar a una súper presa, como tantas otras que hay en Suiza. La curiosidad radica siempre en cómo será el paisaje que me voy a encontrar.


Los primeros kilómetros transcurren por una buena carretera, sin apenas tráfico. En la localidad de Lavizzara, tras diez kilómetros recorridos, hay un tramo de tres kilómetros al 10%, a modo de primer escalón.


Luego viene una parte más cómoda hasta llegar al lago del Sambuco, con otro pequeño escalón cuando ya se cumplen más de veinte kilómetros de subida. El paisaje ya se ha vuelto de alta montaña y empieza a ser espectacular. Lástima que hoy el día ha amanecido algo cubierto.


Este embalse tiene tres kilómetros de profundidad, completamente llanos, que sirven para tomar aire para los últimos nueve kilómetros de ascensión, una pared con kilómetros enteros al 10-11%.


El piso se va estropeando un poco pero está perfectamente transitable. La niebla mañanera empieza a despejar y el lugar es cada vez más espectacular. Intuyo a dónde tengo que llegar pero todavía no lo tengo muy claro.


Otro escalón me acerca a los lagos Lassolo y Superiore. La subida ya se está haciendo dura y se agradece este nuevo descanso antes de acometer el último escalón.


Este paisaje de lago sobre lago y sobre lago me recuerda al Nivolet. Es una auténtica pasada. Estoy por encima de los dos mil metros y la temperatura es sumamente agradable, un lujo disfrutar de este entorno en estas condiciones.


Los últimos kilómetros son realmente duros, sin bajar nunca de la doble cifra y sobre los treinta kilómetros se hacen interminables. Aún así, es de esos puertos que se suben casi solos porque vas embobado disfrutando del paisaje.


Magnífico lugar. Solo le penaliza que sea una presa artificial y no un lago natural pero, aún así, de las más chulas que he visto. Una vez terminado el descenso, me desplazo hasta Acquarossa, desde donde voy a encadenar dos subidas que forman una y griega.


Los primeros diez kilómetros del lago Luzzone y del Lukmanierpass son comunes. Es un tramo muy aburrido y con el añadido de que se cierra el cielo de golpe y comienza a llover por primera vez en este viaje.


Tras coger el desvío del lago Luzzone a la salida de Olivone, un par de kilómetros por encima del 9% me dejan en un túnel recto de más de kilómetro y medio, donde dejo de mojarme.


Y ya no puedo hacer más fotos hasta llegar al embalse final, al que se accede por unos túneles estrechos y oscuros que parecen cuevas más que carreteras. Son cuatro kilómetros al 9% repletos de curvas, con la enorme pared de la presa delante. Sorprendentemente, arriba hay un restaurante (que está cerrado) y unos baños públicos (que están abiertos), lo que aprovecho para dejarles un buen premio.


El rato que estoy arriba sirve para que deje de llover y eso me permite hacer un par de fotos de bajada, tanto de la presa como de las herraduras iniciales. Es alucinante que la carretera esté completamente seca cuando hace un cuarto de hora que estaba lloviendo con fuerza, lo que da muestras del bochorno que hace.


Regreso a la carretera del puerto para seguir ascendiendo el Lukmanierpass o, en italiano, el passo del Lucomagno. Me quedan casi veinte kilómetros al 6%, bastante constantes y aburridos.


Son tan aburridos que apenas hago fotos porque caen algunas chispillas y no merece la pena hasta el final, junto al lago de Sontga Maria. Las nubes cada vez cierran más el cielo y me doy media vuelta sin parar por temor a que me caiga otra buena.


Con el cantón del Tesino completado, me desplazo hasta Thusis para hacer el Glaspass. En Thusis iba a comenzar mañana un encadenado con Juf pero tengo tiempo y siempre viene bien quitarse una subida del día siguiente, máxime cuando he podido ver que las previsiones meteorológicas para mañana no son muy buenas.


El Glaspass son catorce kilómetros al 8%, con un buen descanso central y con un final de doble cifra constante. La buena carretera, la amenaza de lluvia y que ya empiezo a sentir que la forma me permite apretar un poco hacen que me tome la subida como un entreno y le de más rápido de lo que suelo hacer.


¡Y vaya si estoy cogiendo la forma! Hacer puertos de treinta kilómetros te permite pensar que uno de solo catorce se pasa fácilmente. La carretera es perfecta, sin ni un solo coche, y subo más tiempo de pie que sentado.


Están cortando la hierba y huele de maravilla. El sol empieza a caer, en lo que está siendo una jornada bien aprovechada, de sol a sol. Tras pasar por Tschappina, la carretera se estrecha y se mete entre bosque, con dos kilómetros enteros al 11% de media.


La subida finaliza en un collado, en el que hay un par de casas y varias vacas pastando. Justo cuando llego, me cruzo con un ciclista que viene del otro lado.


Sin llegar a mojarme, con la última luz del día, llego al coche y busco un sitio tranquilo para dormir. Con un poco de suerte, mañana terminaré con los BIGs de Suiza.

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