La región de Sondrio

28 de julio de 2019  

Ya llevo más de una semana haciendo puertos alpinos, con lo que la forma que tengo ha mejorado mucho y cada vez subo con más facilidad. Por la distribución de las zonas, hoy me queda una jornada con solo dos puertos, pero ambos muy largos. En un gran aparcamiento de Morbegno, donde he dormido esta noche, empieza la vertiente norte del passo di San Marco, uno de los puertos de carretera de doble vertiente más duros que conozco.




Son 26km al 6,6% para superar más de 1700 metros de desnivel, lo que se dice un buen pepinaco. Como no puede ser de otra forma, empiezo a subir guardando todo lo que puedo.


La lluvia de la noche mantiene el piso mojado en varios tramos sombríos. El día ha amanecido medio despejado y con una temperatura ideal. Los kilómetros se suceden al 7%, uno tras otro sin parar.


Coincido con un par de corredores subiendo y me cruzo con varios ciclistas que vienen a la contra. Hoy no he madrugado mucho, así que es probable que vengan de la otra vertiente.


La carretera se va estrechando cada vez más, sobre todo tras el paso por Albaredo. El valle aparece como un gran cortado y la vegetación lo envuelve todo.


Después de unos cuatro kilómetros suaves que vienen de maravilla para recuperar, la parte final endurece un poco y el paisaje se abre bastante.


La parte final se mantiene al 7-8% remontando la ladera y salvando una gran vaguada con un par de zetas largas. No es un puerto especialmente bonito pero sí tienes esa impresión de haber ascendido un coloso.


En el puerto coincido con muchos moteros, algunos de los cuales me han adelantado hace poco de forma muy respetuosa y saludando. Es un buen pepino este passo di San Marco, límite provincial entre Bergamo y Sondrio.


Terminado el puerto de Morbegno, me traslado hasta Sondrio para subir a Val Malenco. Se trata de otra subida de 26km pero más suave, a una media del 5%. Y más aburrida, mucho más aburrida.


Me adentro por un valle siguiendo un río, con un inicio al 6%. El día se ha estropeado definitivamente y aunque hoy no parece que vaya a llover, está muy nublado.


Voy pasando pequeñas poblaciones y varias rotondas, en las que agradezco llevar el track en el GPS porque no sabría por dónde tirar si no lo llevara. Al pasar Chiesa, a dos o tres kilómetros, me encuentro una zona curiosa de canteras y herraduras.


Poco después adelanto a una chica que sube andando con una bici de alforjas que tiene pinta de pesar una barbaridad. Yo no me explico cómo pueden viajar tan cargados por recorridos como este.


No hay ninguna pista de dónde terminará la ascensión. La carretera sigue avanzando entre las montañas y se va encajonando poco a poco, pasando por pequeños núcleos de casas. La carretera se estrecha cada vez más.


Por fin llego a Chiareggio, a punto de finalizar la ascensión. Me queda una rampa y descubro la razón de esta carretera en un pequeño altillo.


Frente a mí aparece el glaciar de Vazzeda, aunque tengo que escudriñar entre las copas de los árboles para poder contemplarlo bien. Hay un camino de bajada asfaltado y sigo por él, detrás de un par de senderistas con buenas mochilas.


El caso es que el final de Val Malenco solo merece la pena por ver el glaciar, porque por lo demás resulta bastante frustrante llegar al final de la carretera y solo ver un pequeño aparcamiento para montañeros. Llevo un par de días aburriéndome bastante, a ver si mejora la cosa.

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