La cara sur del Cervino

24 de julio de 2019  

En esta jornada voy a hacer una parada en Italia antes de pasar a Suiza para dar carpetazo al país helvético. Tengo hechas casi todas las subidas del valle de Aosta pero me queda Breuil-Cervinia. La tarde de ayer me la pasé en el coche, con un traslado de doscientos kilómetros muy lento, que me llevó muchas horas, llegando ya de noche a Châtillon. Crucé Turín y esa ciudad es un caos. Ya es la tercera vez que la visito y no sé a cuento de qué me dio por pasar por el puto medio, quedándome embotellado en un atasco del copón. Además, las carreteras secundarias del Piamonte pasan por todos los pueblitos y no hay más que radares en todos ellos, con lo que nunca puedes pasar de 50km/h.




Me cuesta encontrar un sitio donde dejar el coche para pasar la noche y lo hago en un arcén, en plena subida, con lo que lo primero que hacer por la mañana es buscar un lugar más seguro donde aparcarlo. Encuentro una pequeña explanada y empiezo a pedalear a primerísima hora.


La subida a Breuil-Cervinia es la típica subida alpina a una población turística. Se realiza íntegramente por buena carretera, con pendientes que nunca llegan a la doble cifra y que acaba haciéndose interminable, con sus casi treinta kilómetros de ascensión.


Voy ganando altitud poco a poco, pasando por pequeños núcleos de población mientras el sol va levantando. Pedalear tan temprano por un valle cerrado hace que vayas siempre en una sombra constante y que todo resulte aburrido.


Apenas hay tráfico de bajada pero son numerosos los coches y autobuses que me pasan subiendo. La verdad es que es la típica subida coñazo y tengo ganas de llegar arriba para irme de aquí.


Por fin llego a Breuil-Cervinia. El valle se abre un poco y el sol me da de lleno. Por suerte, los calores de los primeros días han dado paso a jornadas mucho más agradables. La niebla mañanera tapa la figura del Cervino pero se ve que pronto despejará completamente.


Ya que he hecho el esfuerzo de llegar hasta aquí, y como para hoy el plan es de solo una subida más, me quedo un buen rato esperando a que las vistas del Cervino sean mejores, dando un paseo por la población, yendo a los baños públicos y robando wifi en un hotel.


La estampa del Cervino es muy chula pero lo es mucho más por el lado de Zermatt, en Suiza. Aprovecho para comer un poco mientras siguen llegando autobuses repletos de turistas y regreso a Châtillon, lo cual me lleva otro buen rato.


Me toca otro largo traslado desde Châtillon a Ornavasso, donde se da inicio a la subida al Alpe Rossonbolmo, una ascensión que dejé colgada hace unos años porque acabé fundido con el Simplonpass y el Alpe Cheggio y, en cuanto vi los números que tenía, decidí pasar de hacerla.


Los números de este pepino lo colocan como el primer paredón al que me voy a enfrentar en este viaje, con sus más de doce kilómetros al 11% de media y puntas por encima del 22%. Aún no tengo una forma óptima pero veo que a cada día que pasa subo más ágil.


Empiezo a subir con la curiosidad de saber hasta dónde podré hacerlo, ya que en la web del BIG pone que el piso está muy mal, incluso que para BTT. El caso es que enseguida me pongo en dobles cifras.


Mientras Ornavasso queda abajo, me adentro en una subida boscosa, de esas en las que no ves absolutamente nada y solo la dureza justifica un acercamiento a un lugar tan aislado.


Los kilómetros ya son al 11% cuando llego al santuario della Madonna del Boden. La carretera continúa subiendo y,sin darme cuenta ni mirar el GPS, sigo por ella hasta que acaba de golpe.


Sorprendido porque solo llevo algo más de cuatro kilómetros, reviso el mapa y veo que el track se desviaba por una pista poco antes de llegar al santuario. Al llegar allí hay una barrera y paso por el lateral viendo que el piso está transitable.


En efecto, a pesar de la mala apariencia inicial, el piso está bien asfaltado y se rueda lo fácil que se puede rodar en kilómetros enteros de doble cifra.


Se sigue subiendo por una ladera boscosa pero con amplios claros de vez en cuando que permiten disfrutar de las montañas. Poco a poco la ascensión se va tornando más y más interesante.


Voy pasando junto a algunas casas y la cosa se pone cada vez más complicada, con un kilómetro al 17% de pendiente media seguido de otro al 14%, justo cuando el piso se empieza a estropear bastante, con múltiples baches que tengo que ir esquivando.


Hasta que llego a una zona en la que me tengo que bajar porque es imposible rodar sin meter la rueda en un agujero. Como apenas me quedarán un par de kilómetros para llegar arriba, me pongo a andar con la esperanza de que solo sea un tramo estropeado y que la cosa mejore como para poder volver a montar, cosa que hago en un par de tramos, hasta que está tan deteriorado que soy consciente de que ya no puedo seguir.


Bueno, prácticamente he hecho toda la subida, a falta de medio kilómetro o así, porque ya percibía el collado final y el claro de árboles. Lo mejor de todo ha sido comprobar que me encuentro fino para hacer este tipo de ascensiones y que he finiquitado esta zona alpina completamente. Siempre digo lo mismo, pero es que cuando vas a un sitio y ya conoces por dónde te mueves se siente algo especial. Bueno, me voy a Suiza.

Safe Creative #1007090003507

1 Comentarios

  1. Qué grande eres. Esa subida final es para gravel. El Cervino, espectacular. Jajaja, subida coñazo...

    ResponderEliminar

PIEATIERRA se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier comentario que considere inapropiado.