Valles Pasiegos

 30 de junio de 2019  

Ayer terminé muy muy muy cansado. No he dormido bien. Noto una fatiga corporal muy fuerte y me cuesta mucho encontrar la motivación para ponerme en marcha. A diferencia de ayer, hoy sale un día despejado y me apetece ir a la playa en vez de ponerme a dar pedales pero, ya que estamos, habrá que hacer algo.

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Valles Pasiegos El Soto 120 km 2530 m+ IR




La idea de parar en esta zona es la de subir el puerto de El Escudo, ya que solo lo he hecho una vez, hace ya doce años, cuando cimeaba estas tierras. Aquel día me enfrenté a un puerto duro en una etapa con salida en Bilbao, lloviendo, con frío, con un viento de cara que no me dejaba avanzar y que me las hizo pasar putas. El recuerdo no es muy bueno y, tal vez por eso, solo he vuelto a pasar por esta carretera en sentido de bajada.


La duda por mi estado físico ha hecho que retrase mucho la salida y no parto hasta que son casi las diez de la mañana. Voy ganando altitud poco a poco en esta carretera de Burgos y noto que las piernas van mejor que ayer en cada repecho que me encuentro.


No hay mejor alivio que meterse más y más caña, es algo que tengo comprobado. Llega un momento en el que la mente es consciente de que no vas a parar y se pone en modo automático, dejándote hacer. Para cuando llego a San Miguel de Luena ya llevo bastante acumulado y me como un plátano antes de afrontar las duras rampas de este puerto.


Los kilómetros se disparan por encima del 10% de media, lo que hace que tenga que exprimirme bastante en esta ascensión, pero con muy buenas sensaciones si las comparamos con los últimos tiempos. Parece que la insistencia va dando frutos.


No hago muchas fotos en la subida porque hay que ir apretando bien el culo. A pesar de ser una carretera nacional que soporta bastante tráfico, hoy domingo se rueda muy tranquilo por aquí y apenas pasan dos o tres coches. En la cima del puerto me encuentro con un ciclista que viene de Villarcayo y cruzo dos palabras con él antes de dejarme caer hacia el embalse del Ebro.


Hace sol, hace calor, pero es bastante soportable. Enfilo la corta subida a La Magdalena por esta vertiente con un poquito de aire de cara que hasta se agradece.


Este puerto recibe otro nombre subiéndolo por Cantabria: la Matanela. Son dos collados separados en el altiplano que hace de frontera entre ambas comunidades y en el que hay instalados varios aerogeneradores. 


El tramo suave de la cima es muy placentero. La escasa pendiente, las hermosas vistas, las buenas sombras, ..., todo hace que disfrute mucho de estos pocos kilómetros.


La bajada de La Matanela me deja en el valle del Pas y remonto hasta Vega de Pas, donde me tomo un buen descanso antes de subir a Estacas de Trueba. Ha sido bajar a este valle cerrado y el calor es mucho más intenso.


Lo de este puerto es inexplicable. Consta de catorce kilómetros al 5,5%, de los cuales los siete primeros son una recta interminable y, aún así, resulta espectacular. Tiene algo especial que hace que siempre te quedes embobado apreciando el paisaje.


Superada la primera mitad, me encuentro con un betetero cobijado en la única sombra que hay en todo el puerto. Ha petado y está esperando a que su compañero venga a buscarle con el coche que han dejado en Las Machorras. Apenas me paro y le deseo ánimos, mientras prosigo ganando altitud con bastantes buenas piernas. Parece que hoy me encuentro mucho mejor que estos últimos días con la bicicleta.


A falta de dos kilómetros me detengo en la fuente que mana helada para refrescarme y, poco después, me alcanzan los dos beteteros que ya regresan tras cruzarse conmigo el compañero un kilómetro atrás preguntando por su amigo. Me dicen que hay sitio para otro pero hoy no voy tan cascado como para aceptar.


Al llegar a la cima de Estacas de Trueba tenía pensado seguir para hacer Lunada por el lado burgalés pero veo que está entrando un frente por el Cantábrico, tal y como decían las previsiones, por lo que prefiero dejarme caer de nuevo hacia Vega de Pas y cambiar El Caracol por La Braguía, ganando cerca de una hora con la modificación.


Se nota la llegada del frente porque la temperatura baja mucho y me encuentro con un aire de cara bastante fuerte en toda la bajada. Tengo que subir La Braguía y se empiezan a ver muchas nubes por el alto.


La Braguía son seis kilómetros al 6%, bastante constantes pero de más a menos, con lo que voy haciendo sin problema. Hay momentos en los que el aire molesta bastante pero voy protegido en muchos otros por la propia montaña que me hace de pantalla.


El último kilómetro resulta ser el más duro. La niebla entra por el norte y el aire sopla con fuerza en mi contra. Me alegro un montón de haberme dado la vuelta en Estacas de Trueba porque me habría costado mucho más regresar por Lunada.


De nuevo en el llano, me quedan unos kilómetros hasta El Soto con un pequeño alto por el camino. La subida a San Martín de Villafufre no supone mucho problema.


Nada más coronar, justo en el momento en el que estoy bajando piñones, se me parte el cable de cambio. Llevo repuesto en el bote de herramientas pero ya no me merece la pena parar para hacer la reparación, con lo que sigo hasta el coche sin poder cambiar, solo con el piñón pequeño y jugando con el plato.


Llego al coche por los pelos, justo en el momento en el que se pone a chispear. La decisión de volverme ha sido muy acertada y, además, las piernas están mucho mejor que días atrás.

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3 Comentarios

  1. Vaya dos rutas más guapas has hecho por Cantabria.
    Veo las fotos de la ruta y... tengo una ruta pendiente por la zona centro de Cantabria.

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  2. Ostras, qué verde está Estacas de Trueba. Yo lo subí junto al Escudo el mismo día y en ambos me mojé de lo lindo. Especialmente en Estacas, del que no pude disfrutar nada. Entre la lluvia y la niebla me jorobaron bien. Lo mejor fue la comida en Vega de Pas. Aquel día casi nos comimos una sandía de postre. Hicimos exactamente la misma ruta que tú.

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