La zona de Tudanca

  29 de junio de 2019  

Llevo una semana con un bajón físico del copón debido al pajarón que pillé en la ruta de la costa. Lo suyo sería tumbarme a la bartola y tratar de descansar pero prefiero romper haciendo más kilómetros y, sobre todo, más desnivel. Con esta idea me desplazo a Cantabria para hacer un par de rutas por el occidente de la provincia vecina.

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La zona de Tudanca Cabezón 115 km 2150 m+ IR




He dormido en Cabezón de la Sal, a las afueras. No es la primera vez que me quedo en esta población y siempre me cuesta mucho encontrar un sitio tranquilo donde poder dejar el coche.


A eso de las nueve de la mañana arranco rumbo a Cabuérniga, con un cielo cubierto que no me esperaba, dadas las previsiones meteorológicas que había para hoy.


Me meto por el collado Carmona para pasar de valle, ya que tengo la intención de llegar hasta Potes a través de Piedrasluengas. Las piernas las llevo muy tocadas y me cuesta hallar un buen ritmo de pedaleo en la subida.


Corono el collado Carmona con niebla bastante cerrada, lo que me hace pensar en el recorrido que tenía ideado de antemano. No me apetece lo más mínimo pasarme una ruta entera a oscuras, cosa que ya sé cómo funciona en los valles cántabros.


Enfilo la larga subida a Piedrasluengas con la mirada puesta en la zona alta, totalmente cubierta. Estoy a punto de darme la vuelta y de tirar para el mar pero decido llegar, aunque sea, hasta la presa de La Cohilla.


El bochorno es una pasada. Hace muchísimo calor y la niebla empieza a calar mis brazos. No llevo bien la respiración en estas circunstancias y solo la cercanía de la presa hace que continúe.


La parte más dura de este puerto coincide con el acceso a la parte alta del embalse. Son dos kilómetros al 9% duros pero lo más atractivo del puerto, con lo que se hacen bastante bien.


Arriba coincido con un nutrido grupo de moteros alemanes. La niebla es espesa y confirmo mi idea de dar media vuelta y buscar espacios más abiertos. Lo de bajar a Potes lo dejaremos para otro día.


El descenso hacia Puentenansa me hace pasar por Cosío y decido hacer la corta subida a San Sebastián de Garabandal que nunca he hecho con anterioridad. Apenas son cinco kilómetros a un 5,5% de media que no me va a llevar excesivo tiempo.


El calor es intenso a estas horas del mediodía y la sensación de bochorno muy elevada. Me he refrescado bien en la fuente del inicio de la subida pero ya voy atufado en el primer kilómetro.


La segunda parte de la ascensión es más llevadera y consigo llegar al pueblo bastante entero para cómo había empezado la cosa. Destaca mucho un monumento a la madre del emigrante que hay en la entrada, en una especie de mirador con mesa de merendero en la que me quedo por unos minutos disfrutando de las vistas.


Desciendo y noto que ya llevo fatiga en el terreno de enlace hasta la base de El Soplao. Apenas hay un par de cortos repechos y me cuesta horrores superarlos.


Ya solo me queda pasar de valle por este punto para regresar a Cabezón de la Sal. Me paro a comer algo en un banco que hay al inicio de la subida y se me arrima un perro de esos de raza peligrosa que no tiene collar y que se queda a veinte centímetros mirando cómo como. Las babas le gotean por los colmillos y acojona que no veas, así que trato de hacerme colega suyo tirándole algo de comida. No sé si es buena idea porque ya no se me va a despegar en media hora y yo cagado porque no aparece nadie que se lo lleve.


Decido arrancar y me sigue solo unos metros, con lo que respiro por fin. La subida a El Soplao son siete kilómetros a un 6,5% de media, con un inicio que va de más a menos, con muchos tramos de doble cifra que se me hacen muy duros.


De nuevo aparece la niebla y doy gracias de no haber hecho la circular que tenía planeada porque no me gusta nada rodar así. Cantabria es muy bonita pero tiene estas cosas. La niebla se mete en los valles y ya no hay quien la despeje en todo el día.


Corono junto a las instalaciones. El día ha hecho que, al no poder disfrutar de la playa, haya mucha afluencia de público en las cuevas. Me detengo junto a una escultura en la que se ve a una pareja de mineros seguidos por otro al que no se ve y que me llama la atención por ello.


Sobrepaso los cien kilómetros y desciendo por la vertiente del este con unas ganas locas de terminar la etapa. Me encuentro muy cansado, con una sensación de fatiga enorme que me hace pensar mucho en la etapa de mañana. 


Llego al coche y caigo rendido. Esperaba disfrutar del entorno pero así es un asco y no me motiva nada. Me dan ganas de regresar a casa pero decido darle otra oportunidad al stage y me desplazo hasta Puente Viesgo para hacer mañana una etapa por los Valles Pasiegos. Al final, ante la gran cantidad de gente que hay en la localidad balneario, encuentro un lugar tranquilo para descansar en El Soto.

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5 Comentarios

  1. No conozco la subida de El Soplao y tiene muy buena pinta la vertiente este. Me extraña que no figure en el CIMA.

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    1. Es CIMA, Gorgonio. Sustituyó a CA17 Las Nieves. La vertiente de Roiz tiene unas curvas chulas al final pero es más subida la de Rábago. Por el este es muy sube y baja.

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    2. Ah, es verdad. Pero yo subí La Nieves en su día. Entonces aún se podía subir sin problemas. Habrá que ir a conocer El Soplao.

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  2. La famosa niebla cántabra! Menuda jugada nos hizo aquel día en Lunada, jaja.

    No sabía el cambio del CIMA. La verdad que ya no sigo nada el juego, pero cuando fui a las Nieves no llegué arriba porque el asfalto estaba en un estado infame. Lo comenté en APM y me dijeron que no era para tanto. Al final quitaron la subida. Para todo en esta vida hay cachés, jajaja.

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    1. Los valles cántabros van norte-sur y no hay quien los despeje.
      Si es que... ¡no eres máster! Jajaja

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