Este de Mallorca

  1 de enero de 2019  

Hoy es Año Nuevo y me toca empezar 2019 con un recorrido por toda la línea costera del este de la isla para acabar en el santuario de Sant Salvador, uno de los dos que tienen subidas pertenecientes al BIG y que serán los protagonistas de las dos etapas que me quedan. Tras haber hecho la parte montañosa, no tengo grandes expectativas creadas para estos dos días.

XTREM CAT 1 CAT 2 CAT 3 CAT 4


Este de Mallorca Pollença 125 km 1200 m+ IR



El atardecer de Nochevieja fue un bluf. Pensaba disfrutar de uno de los mejores ocasos que hubiera visto jamás pero se quedó muy lejos de serlo. A cambio, la noche fue mejor de lo esperada, con buena temperatura y disfrutando de un cielo limpio y estrellado que me recordó a algunas noches durmiendo al raso en Pirineos.


En cambio, el amanecer de un nuevo año sí que es espectacular. Con un minuto de antelación sobre la hora de ayer, el sol aparece por el mar y va ganando presencia. No es el mejor amanecer que han visto mis ojos (hay uno en plena cubierta de un ferry de Setúbal a Troya que jamás olvidaré) pero sí uno de los mejores.


Hace buena temperatura y me quedo sentado sobre la colchoneta disfrutando de esta bella estampa, sin prisa por partir. La etapa de hoy es muy llana y puedo hacer la distancia que tengo planeada con mucho tiempo de margen como para aprovechar al máximo estos momentos.


Cuando el sol ya ha subido lo suficiente, emprendo la marcha, iniciando el descenso de la Talaia d'Albercutx. Como hoy es Año Nuevo, espero un día tranquilo, con muy poco tráfico y con muy poca gente por las calles de las localidades que vaya cruzando.


El terreno del litoral se vuelve plano, siguiendo un bidegorri junto al mar hasta llegar a Alcudia. No se ve absolutamente a nadie por ninguna parte.


Paso por Alcudia, a donde llego accediendo de golpe por la Porta de Mallorca. Sigue sin haber gente en las calles y es una gozada rodar con todo vacío. Además, la brisa la llevo de culo y no me cuesta nada adelantar kilómetros.


El siguiente tramo me lleva a Can Picafort y sigo rodando lo más cerca posible de las playas, aunque ya me empieza a toñar bastante porque el paisaje está empeorando rápidamente.


Llega un momento en el que el bidegorri se adentra en una playa y aparece cubierto por la arena, por lo que me tengo que salir a la carretera.


Abandono la línea costera y me adentro un poco en el interior para buscar la localidad de Artá, a medio camino para llegar a Cala Rajada, en el extremo oriental de la isla.


Voy pedaleando solo por curiosidad, porque estoy en un lugar desconocido y siempre apetece ver sitios nuevos, pero empiezo a tener cierta sensación de aburrimiento. El coll de Morell rompe un poco la monotonía, con un kilómetro final al 8%.


En el descenso me cruzo con un francés y una portuguesa que también van con alforjas y que vinieron en el mismo ferry que yo, tirando ellos primero por lo llano de la isla, en sentido contrario a las agujas del reloj. Nos paramos un rato y nos contamos un poco lo que nos espera. Me dicen que se han estado bañando en una cala porque el agua está caliente y yo les digo que tienen cuarenta kilómetros llanos hasta Pollença pero luego que se preparen que vienen las cuestas.

Nos despedimos deseándonos buen viaje y llego a Artá, donde empiezo a ver gente. La localidad parece muy animada y me adentro por sus calles buscando una fuente, hasta que le pregunto a una señora que está desayunando en una terraza y me confirma que en la isla no hay fuentes.


En una plazoleta veo que se juntan cuatro ciclistas y me acerco a ellos para preguntarles. Me dicen que ellos siempre cogen agua en los bares, como si no supieran qué es una fuente, así que entro en el bar en el que están y relleno los dos bidones que llevo en el lavabo, antes de subir para ver la iglesia que destaca en la parte alta de la localidad.


Poco después, ya estoy en Cala Rajada, donde paro para comer algo en un banco junto al puerto. La temperatura es totalmente primaveral, contrastando mucho con el frío que hace en la península.


La etapa lleva tan poca carga de desnivel que me puedo permitir realizar paradas largas porque ruedo con tiempo de sobra. Ya ruedo hacia el sur y, la verdad sea dicha, sin muchas expectativas.


Por suerte, llego a Portocristo, un sitio precioso. Le digo a un viejillo que está tomando el sol en un banco que vaya sitio más chulo que se ha buscado y el buen hombre me invita a bajar hasta el paseo que va hacia unas cuevas.


Sigo sus indicaciones y disfruto de un paraje estupendo. Esta bahía es una chulada y decido parar aquí para hacer el avituallamiento largo del día.


Me siento en un banco frente a la playa, con una temperatura espectacular. Hay chicas en bikini, algo impensable ahora mismo en la península.


Alargo la parada un montón de tiempo porque se está de cine. Ahora tengo que adentrarme en el interior para ir a visitar Manacor, aunque Isabel ya me advirtió de que era un pueblo tremendamente feo.


El acceso a Manacor lo hago por carreteras secundarias, pudiendo ver otro tipo de paisaje muy diferente, mucho más rural. Uno de estos caminos me deja a las puertas de la academia de Rafa Nadal


Voy a dormir en el santuario de Sant Salvador y debo coger agua para pasar la noche, así que me meto en Manacor. El pueblo es, en efecto, feo a más no poder. Solo destaca la iglesia.


No hay fuentes en ninguna parte pero veo a dos chicas uniformadas a la puerta de un local de apuestas y me acerco a preguntarles. Una me dice que antes había fuentes pero que las quitaron todas, ya que en una isla no hay ríos ni pantanos para abastecer a la población local, como para tener grifos dando de beber gratis a los alemanes mientras ellos no tienen ni para regar sus campos y tienen que comprarla. Estamos de charla un buen rato y me dice que le da mucha pena que un peninsular les visite y que no tenga ni agua para beber, así que entra al local y me regala una botella de litro y medio de las que la empresa les da a los trabajadores.


El caso es que todos y cada uno de los mallorquines con los que he hablado me han tratado de fábula. Le agradezco enormemente el gesto y salgo para la única subida con fuste del día: el santuario de Sant Salvador.


Llego a Felanitx y me pongo rumbo a la cima de la única montaña que se ve en esta zona. Son cinco kilómetros al 6,5% que no deberían ser mucho problema.


Me sorprende la cantidad de tráfico que me encuentro en esta subida. Ya voy pensando en echar el saco al suelo y veo que tengo una ermita perfecta a dos kilómetros de la cima.


Me pasan tantos coches que hasta recibo ánimos como si estuviera ascendiendo el Tourmalet. Me he pasado todo el día rodando en solitario y ahora me resulta chocante.


El caso es que hace calor. El sol pega de lleno y solo se nota un poco de fresco en las zonas sombrías. Poco a poco voy llegando a la parte alta y compruebo que el aparcamiento está a rebosar.


El caso es que tengo muchas dudas para tirar el saco, ya que en la cima no hay ningún espacio cubierto. Miro el cielo y no se ve una nube, ni había previsiones de lluvia en muchos días, así que decido tumbarme junto a la estatua de la Virgen, en el lado del muro que queda protegido del aire. Las vistas son enormes de todo el litoral oriental de la isla y mañana amanecerá por ahí.


Hay tanta gente que me pego un paseo hasta que empieza a oscurecer y comienzan a marcharse, quedándome solo. La temperatura baja de golpe en cuanto se oculta el sol y me tengo que abrigar bien para pasar la noche.

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6 Comentarios

  1. Bonito atardecer y precioso amanecer. Me gustaría ver fotos de ese amanecer de Setúbal a Troya del que hablas.
    Como se entere Rafa de cómo calificas Manacor, te dará un raquetazo, jaja.
    Qué buena gente en la isla. Detallazo el de esas chicas.
    Qué buena pinta tiene la subida al Santuario de Sant Salvador.

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    1. https://zikloturismo.blogspot.com/2009/09/vuelta-portugal-v.html

      Ahí tienes el día. Fue en 2009, en la Vuelta a Portugal para cimear el país vecino. Se hizo la luz en la sierra de Arrábida pero el sol apareció por el horizonte mientras viajaba en la cubierta del ferry de Setúbal a Troya. Me quedé embobado con la belleza del amanecer en alta mar.

      Pues sí. En todas partes hay gente de todo tipo y no se debe generalizar, pero viajando siempre obtienes una foto de los sitios y de sus gentes y te quedas con lo que te haya tocado vivir. Los mallorquines han pasado a ocupar los puestos cabeceros junto a franceses, irlandeses y andaluces, sitios donde siempre me han acogido de maravilla y donde da gusto pararse a hablar con alguien. Como siempre hay que contarlo todo, la cola la van a ocupar por mucho tiempo los suizos de la zona germana. También destacan negativamente los manchegos y catalanes. Es una apreciación particular, siempre producto de pequeñas charlas con desconocidos que, en ningún caso, se pueden extrapolar a unos colectivos tan grandes.

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  2. Oyeee, que yo soy manghego, jajaja. ¿Has tenido experiencias negativas en La Mancha?

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  3. Ya vi la entrada portuguesa, hermoso. Te dejé un comentario.

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  4. Lo de hermoso va para ti, jajaja. Que soy manchego.

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    1. jajaja No sabía que fueras manchego pero tranquilo, los conocidos no cuentan. Tanto tú como chuparuedis (toledano) y almoralto (conquense) me habéis tratado siempre de cine. El comentario es solo acerca del trato al ciclista y viajero anónimo que, por diversas razones, no fue agradable en esa tierra, tanto en mis visitas cimeras como en la Bilbao-Tarifa-Bilbao. Ya digo de inicio que no se puede ni debe generalizar sobre estas cosas y que el comentario es solamente una foto única personal.

      Guardo especial mal recuerdo de la zona de Jadraque, donde varios conductores me increparon por rodar por una carretera secundaria por auténticas chorradas: uno por ir de negro, otro porque no iba pegado al campo de flores en una carretera estrecha, otro porque estaba parado haciendo fotos, ..., y así seis o siete en un tramo de pocos kilómetros de auténtico desierto. En los pocos pueblos que había me miraban mal cuando me aseaba en una fuente o cuando me ponía a cocinar, como si molestara que cogiera agua en una fuente, ... Me imagino que sería gente que nunca ve a un extraño y no están acostumbrados a tratarlos.

      Seguro que en la Suiza germana hay maravillosas personas, jejejeje

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