Cambio de mar por montaña

Una de las grandes ventajas que tiene vivir aislado es que puedo salir a correr por pistas sin ver absolutamente a nadie, escuchando tan solo el piar de los pajarillos y el sonido de las hojas al caer. La otra, que la humedad del mar no me ahoga. Apenas llevo dos semanas en el monte y mi asma ha sufrido una mejoría espectacular.



Hacía mucho tiempo que no me apetecía correr porque enseguida me ahogaba al respirar. El paseo junto al mar me obligaba a tragar el aire húmedo, con el vaporizado de las olas, lo que suponía empezar a ahogarme antes de llegar al tercer kilómetro de carrera. Sin embargo, hoy he podido hacer siete kilómetros a muy buen ritmo y sin tener que echar mano del inhalador. Como he empezado a ir al gimnasio, no quiero meter tiradas muy largas de carrera y seguiré en estas distancias durante una temporada.

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