TRANSPIRENAICA
05: Arreau - Tarascon

  6 de agosto de 2018  

Después de la etapa reina de ayer, la Transpirenaica debe continuar con el objetivo puesto en el Mediterráneo. Hubo un momento en el que se me pasó por la cabeza hacer el recién asfaltado col de Portet, en Saint Lary, pero no viene a cuento hacer un sube y baja con alforjas y salirse de lo que marcan mis propias reglas para este viaje, no vaya a ser que la fastidie por hacer cosas que se escapan del camino marcado, por mucho que me apetezca anotarme ese coloso que estrenaron en el Tour de Francia.

XTREM CAT 1 CAT 2 CAT 3 CAT 4


TRANSPIRENAICA 05 Arreau 167 km 3375 m+ IR



Tras las nubes de anoche, la mañana amanece despejada en Arreau en lo que puede que sea el día más caluroso de todos. Para empezar tengo que subir el Peyresourde, con casi veinte kilómetros, aunque la mitad sean de aproximación.


Es en Avajan donde realmente se empieza a subir, quedando diez kilómetros a un 5% de media que no suponen ninguna dificultad. Si todos va bien, hoy debería hacer una distancia mucho mayor que estos días anteriores.


A media subida me adelantan dos chicos y una chica cuando me encuentro parado en la cuneta recolocando la ropa en las alforjas porque tenía el peso muy desequilibrado. Me saludan y me dan ánimos, cosa que siempre se agradece. A medida que avanzo hacia el este, la coincidencia con ciclistas es cada vez mucho menor.


Corono mientras ellos disfrutan de la terraza del bar de la cima, el de las crepes. Aprovecho que en este puerto no hay nadie para inmortalizar la bici junto al mojón indicativo y me tiro para Luchon con la única idea de parar a coger agua fresca en alguna de las fuentes de Garin. Hoy hace calor del de verdad, del que te derrite.


Llego a Bagnères de Luchon y tiro por la carretera que va descendiendo en busca del curso del Garona. Se podría meter el Portillón en este punto y pasar a la Val d´Aran, pero no voy a ir por La Bonaigua y tirar de Bossots a Saint Béat para hacer el col de Menté es como ir hacia atrás y, la verdad, no me apetece hacer ese puerto otra vez.


El caso es que son más de veinte kilómetros de rodar, tal vez los primeros de rodar de todo el viaje, y los pillo con ganas, hasta acabar parando en una marquesina con buena sombra para prepararme algo de comer.


Llego a Saint Béat y cruzo el río Garona en medio de un auténtico horno. Me siento como un pollo dando vueltas en un asador.


El caso es que ahora toca el duro col de Menté y, con este calorazo, no me apetece una mierda ponerme a subirlo. Además, esta es la ruta que seguí en el MAUNA KEA y no me apetece repetirla, pero no me queda otra si no quiero desvirtuar mucho el recorrido de una Transpirenaica.


Me esperan nueve kilómetros y medio al 9%, con más de 30ºC, con alforjas, con la zapatilla pegada con esparadrapo, con un trazado que me sé de memoria y que no es muy apetecible, en una carretera en la que no pasa nadie en absoluto, ... ¡Me quiero morir!


Plantado delante del cartel de inicio de puerto clásico de esta zona, con los números de la subida saltando de alegría, lo tengo claro: voy a subir a trozos de kilómetro y medio, en seis partes, ..., ¡y que le den! Bastante será si no me asfixio de calor subiendo por esta ladera de lava.


En cuanto llego a Boutx, entro en unos lavaderos y no paro de jugar con el agua de los pozos. Llevo dos kilómetros y medio y ya he parado dos veces porque casi no se puede respirar y el sol te calienta la cabeza de mala manera.


Parece que el tiempo en remojo consigue rebajarme la temperatura corporal como para subir con algo más de salero y voy haciendo tal y como había planeado al iniciar la subida, parando cada kilómetro y medio en un lugar con buena sombra, aunque sea para quedarme de pie sobre la bici y beber tres sorbos, uno de isotónico en medio de dos de agua.


La subida es tediosa, lenta y agónica. Las sombras escasean y no paro de recordar la manera en que subía en el Mauna Kea para completar los diez mil metros de desnivel positivo en una jornada. Comparas las dos ascensiones y cualquiera diría que aquel día iba con bicicleta eléctrica.


La pendiente no baja del 9%. La parte alta consta de varias herraduras que tomo siempre por fuera, rozando la hierba. Pero ni eso consigue mitigar un poco el esfuerzo. El calor es brutal.


Por fin consigo coronar el col de Menté y salgo disparado para la fuente que hay en la cima, junto a una cabaña. El chorro que sale por la boca del ciervo está fresquito y me baño en él, literalmente.


Bebo y bebo y vuelvo a beber. Caen como tres bidones en poco tiempo de lo seco que he llegado por no poder hacerlo en la parte final del puerto al llevar caldo en los bidones.


Desciendo por la vertiente este hacia el inicio del Portet d´Aspet, esperanzado porque aquel disfruta de mucha sombra. La pendiente ya no me importa, solo me preocupa el fortísimo calor.


En el cartel de inicio de puerto me encuentro con dos ciclistas de avanzada edad, un señor y una señora que miran y remiran lo de cuatro kilómetros y medio al 11% de pendiente media. Ella pasará de sesenta años y él, seguramente, de setenta. Nos miramos y sonreímos los tres y les animo a subir tranquilos, que enseguida se pasa.


Me pongo en marcha y oigo que ellos también lo hacen detrás, con lo que miro para atrás, les sonrío y les doy una voz de ánimo.


La cosa enseguida se pone seria, con un kilómetro enterito al 12% de media en el que subo de pie, a pesar de las alforjas, intentando llevar la bici lo más derecha posible. Mientras, oigo como los dos viejillos me siguen a pocos metros, lo que también resulta motivante.


A media subida, superado el segundo kilómetro y medio, decido parar a tomar un respiro, como tenía previsto de partida. Los dos viejillos me saludan, me sonríen y siguen del tirón, pedaleando ambos de pie sobre la bici. ¡Me encanta!


Tras pegar un par de tragos de agua, prosigo con la segunda parte, algo más suave, hasta llegar a la cima. Allí están los dos ciclistas de avanzada edad bajo un árbol, sentados en dos sillas junto a su autocaravana, con las bicis apoyadas en la pared de una caseta. Nos miramos y nos cruzamos sonrisas y un saludo con las manos.


El descenso me lleva por pequeños pueblitos, en los que voy parando si veo fuente para cambiar el agua de los bidones, ya que se recalienta enseguida. Son carreteras estrechas, sin apenas tráfico, por las que es una gozada andar en bici.


Llega el momento de conectar con la carretera de Saint Girons, donde tengo dos opciones. Si sigo por la derecha, accedo hacia el este lo más pegado al eje central de Pirineos, siguiendo los puertos que hice en el Mauna Kea: Portech, Latrape y Agnès, todos ellos muy recomendables y, sin duda, la opción ideal para una Transpirenaica de puertos. Pero yo ya los tengo hechos (el col d´Agnès en varias ocasiones) y me apetece descubrir algún camino nuevo en este viaje, siempre que siga la norma de avanzar hacia el mar, y el col de Port me falta por su vertiente de Massat, así que opto por girar a la izquierda, bajando del Pirineo hasta llegar a Saint Girons.


Esto hace que aproveche quince kilómetros con predominio descendente hacia el norte y que siga rodando y ampliando la distancia de la etapa, hasta llegar a Saint Girons, ya sin tanto bochorno.


En Saint Girons tomo la carretera que se dirige a Massat siguiendo el curso del río Arac, la D618, la que viene a ser la carretera que sigue la ruta de los Pirineos orientales. Todo el tramo que va pegado al río es una maravilla, ya que puedo ir muy fresquito en contraste con el horno que he soportado durante gran parte del día.


Llego a Massat con 135km recorridos lo que, con la media que estoy llevando estos días, bien podría hacer que la etapa terminara aquí. Pero es pronto y, a pesar de que el desnivel acumulado es importante, me apetece seguir haciendo camino para que mañana pueda empezar con el port de Pailhères sin carga en las piernas.


A la salida de Massat está el típico cartel de puerto del Ariège. Son doce kilómetros y medio al 5% e indica que la pendiente máxima es del 6%, nada duro, por tanto. No es del todo cierto, puesto que el kilómetro más duro es el primero y a mi me sale un 7%, pero bueno, es solo un detalle.


El caso es que es un puerto muy fácil y solitario, ya que no pasa absolutamente nadie por él. Voy haciendo camino y, antes de darme cuenta, ya llevo más de la mitad hecho.


Después de pasar por Espies, casi en el km.6, se llega al desvío que sube al col de Péguère desde este col de Caougnous, el cual ya tengo hecho para el BIG por la vertiente de Foix. Cada vez que lo pienso alucino más, porque ya casi no quedan carreteras pirenaicas por las que no haya pasado en bici.


La segunda parte del col de Port va aflojando más, si cabe. Las pendientes se manejan siempre en torno a un 4-5% que resulta sumamente cómodo. No es un puerto muy bello que digamos pero es disfrutón.


Casi al coronar, hay una de esas fuentes de las que mana agua como salida de la nevera, de las que bebes disfrutando cada sorbo, como si le hubieran puesto hielos al vaso. Hay pocas de estas pero, cuando das con una, es un placer inenarrable.


Llego a la cima y hay tres o cuatro autocaravanas aparcadas en ella. El sol ha caído mucho y la vertiente de bajada está completamente sombría, por lo que me pongo el chaleco cortaviento, por si acaso hace fresco.


No, no hace fresco, ni por asomo. Hace el mismo calor que lleva haciendo todo el día, insoportable. Lo que sí pasa es que oigo un ruido muy raro en las frenadas. Empiezo a frenar solo con el delantero o con el trasero y observo que atrás me estoy quedando sin una zapata, con un desgaste muy desequilibrado frente a la otra y que achaco a llevar el peso, tal vez, un poco ladeado.


Llevo recambios de todo tipo: cubierta nueva, cuatro cámaras, pastillas de freno, cables de cambio, bridas, pilas, ..., todo lo necesario para hacer reparaciones de urgencia, pero decido no cambiar la pastilla porque apenas necesito frenar mucho con los traseros. Ya lo haré en casa o si veo que va a más. Mientras tanto, prefiero emplear el tiempo en encontrar un buen sitio para dormir en Tarascon.


Encuentro la estación de tren y está abierta, pero hay un operario haciendo algunas reparaciones en los bancos y me dice que se cierra por la noche, con lo que no me sirve. Cuando me estoy marchando, el tipo sale corriendo detrás de mi y me pega una voz para que vuelva, avisándome de un par de sitios junto a unas naves industriales que hay a las afueras y donde nadie me molestaría. ¡Qué majo, adoro Francia! Entablamos una conversación y me dice que son fiestas en Tarascon y que va a haber un espectáculo de fuegos artificiales en el castillo, que no me lo pierda, con lo que me voy al centro del pueblo para aprovecharlo. Y todo esto en un perfecto español que habla el tipo aunque diga que solo se defiende un poco. ¡Qué diré yo entonces de mi paupérrimo francés!


El espectáculo no comienza hasta las 22:30, con lo que tengo hora y media para cambiarme y para cenar, lo que hago en la oficina de turismo, un edificio que hay en el centro con techado, frente a la iglesia, con wifi gratuito y un espacio perfecto para dejar la bici tranquilo mientras duermo por la noche. ¡Un lujo!


Lo siento por el trabajador de la estación pero este sitio me gusta mucho más que las naves de las afueras, donde igual entran temprano a trabajar y me desvelan. Mientras la gente va llegando para ver los fuegos, casi me quedo dormido.


A las 22:30 empiezan los fuegos artificiales al son de la música de Juego de Tronos, perfectamente sincronizados con otro tipo de canciones. Duran como veinte minutos y están bastante bien, con un escenario muy chulo con la torre del castillo iluminada. El caso es que, mientras luego se desaloja la calle, pasan con creces de las once de la noche, con lo que ya llevo dos horas de retraso de sueño con lo que suele ser habitual en estas jornadas. Me gusta dormir pronto para madrugar mucho y desayunar bien antes de salir.

Safe Creative #1007090003507

2 Comentarios

  1. Podías haber dejado las alforjas a buen recaudo en algún sitio y subir el Portet, ¿no?
    Esas fotos de la bajada del Peyresurde me recuerdan los ataques de Contador a Rasmussen. Gloriosa etapa del Tour, aquella.
    Joer con Mente, que dureza de puerto. ¿En qué franja horaria lo hiciste? No sé si lo subiré algún día.
    Ostras con la pareja del Aspet. Gateando y todo. Qué mérito. ¿Autocaravana arriba? Pues no les quedaba más remedio que subir, jajaja.
    Vaya lujo, ir a dormir con fuegos artificiales delante.
    Una curiosidad: más de una vez tendrás que esperar para hacer una foto sin coches ni gentes, ¿no? Las sacas limpias, cabrito.
    Espero que pasaras una buena noche.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Podía haberlo hecho pero me cortaba el rollo de la Transpirenaica lineal. Además, pensé que era un buen motivo para hacer un stage en breve y subir alguna que otra cosilla. También tengo en mente una circular a Ordesa y ahí también tendría sitio. Por A o por B, caerá pronto.

      Menté lo subí al mediodía, con el sol a pleno rendimiento. He pasado calor tórrido muchas veces en la bici, pero nunca en un puerto tan duro así de cargado. ¡Una pasada!

      Sí, la autocaravana la tenían arriba. No es buena idea empezar de arriba, jejeje, aunque visto eso, igual solo hicieron un baja y sube, quién sabe.

      Lo de las fotos creo que ya lo he contado alguna vez. No me gusta que salgan coches y mucho menos personas, a no ser que sean compañeros de ruta. No veo de recibo sacar a gente en Internet sin su permiso. A mi no me gustaría que me lo hicieran. Nunca suelo parar. Tú ya me has visto hacer las fotos en marcha y, aunque haya mucho tráfico, siempre encuentras un par de segundos de impás para aprovechar. También es cierto que muchas veces pierdo la foto que me hubiera gustado hacer porque se cruza un coche o una persona. ¡Qué le vamos a hacer!

      Eliminar

PIEATIERRA se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier comentario que considere inapropiado.