TRANSPIRENAICA
02: Hendaya - Irati

  3 de agosto de 2018  

La Transpirenaica en bicicleta de carretera comienza, en realidad, con la etapa de hoy. Ayer fue solo una toma de contacto con la bici con alforjas y una prueba de forma tras haber hecho solo noventa kilómetros en el último mes en una única salida, poco bagaje para un viaje de este tipo pero que me suele ir bien. Cuando voy a hacer burradas de estas prefiero llegar muy corto y que el propio viaje me vaya poniendo en forma antes que acabar pasado en pocos días.

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TRANSPIRENAICA 02 Hendaya 117 km 2870 m+ IR



Al haberme quedado solo en la estación de tren de Hendaya, he dormido bastante bien. Tan solo me ha molestado la posición sobre la esterilla autohinchable porque estaba rota y no me acordaba. Se le han soltado las celdas interiores y el aire se desparrama por donde le da la gana. Normalmente, desayuno antes de salir pero están llegando y saliendo viajeros cuando me despierto y decido hacerlo en ruta, empezando de salida con la subida a Urruña.


Iba a haber hecho la Route de la Corniche hasta San Juan de Luz, pero se me ha ocurrido pasar del track y hacer todos los puertos que hay en la frontera navarra, pasando de Francia a España y viceversa en varias ocasiones. Es una forma de ir más entretenido que tirar directo hacia Saint Jean Pied de Port, aunque añada desnivel. Además, es una Transpirenaica más clásica.


Desciendo el alto de Urrugne y tiro para el de Ibardin, parando justo al inicio para tomar el desayuno. Me preparo un batido de chocolate bien calentito y voy untando galletas María hasta meterme casi un paquete. Así hago hueco en las alforjas para sacarme otra manzana de la espalda. En la alimentación que llevo actualmente he suprimido casi completamente la ingesta de azúcar y noto un chute impresionante comiendo estas porquerías, mucho más cómodas para llevar en las alforjas.


Pasan tres o cuatro ciclistas y acabo poniéndome en marcha después de buscar un espacio privado para plantar un buen pino, algo que hay que hacer con regularidad al inicio de todas las etapas. 


Ibardin solo son tres kilómetros y medio al 6% pero ya noto que no estoy tan fresco como ayer y que el peso de las alforjas se va a hacer muy duro en estos primeros días. Empiezo a preocuparme con las rampas de doble cifra que me esperan.


El descenso del puerto de Ibardin me deja en Bera y busco una fuente para rellenar bidones. El calor ya es sofocante desde primera hora de la mañana y no paro de beber. Voy siempre con un bidón de agua y con otro de Isostar que relleno con polvos de un bote grande de sabor a limón que tenía por casa y que viene muy bien para estos viajes porque da para unos quince días a razón de dos botes diarios. Para no ir muy empalagado, suelo dar un sorbo del bidón de isotónico por cada dos o tres del de agua y así los raciono para toda la etapa.


Aprovecho para quitar peso comiendo una manzana mientras una cuadrilla de txistularis se pone a tocar a mi lado. Son fechas en las que hay fiestas en muchas localidades y coincido con bastantes eventos. Al terminar, por no dejarles con la flauta en la boca, prosigo con la corta subida a Luzuniaga, otro de estos humildes puertos fronterizos de las primeras estribaciones pirenaicas.


Caigo a Sara, otra vez en Francia, y continuo avanzando hacia Zugarramurdi, dejando el puerto de Lizarrieta a la derecha, ya que retrocede en mi avance y no me interesa.


Entre Sara y Zugarramurdi, primero tengo una zona tranquila, bastante suave. Esta zona me la conozco muy bien de haber hecho senderismo y de haber visitado todas las cuevas con la familia, hace ya bastantes años, con los críos pequeños.


También tengo fresco el recuerdo de una etapa de La Vuelta de hace dos o tres años que debió acabar en Urdax y que tenía un par de rampones importantes que tendré que negociar.


Los rampones están ahí y, por primera vez, me enfrento a pendientes de doble cifra, pasándolo bastante mal no por la pendiente en sí, sino por las alforjas y por la solana que pega de lleno, con un calor que no se puede soportar. Tal es así que decido parar a comer en unas mesas que hay junto a una venta para ir quitando más peso.


Después de comer y de refrescarme en unos baños públicos donde me lavo la cabeza con champú y todo, me vuelvo a poner en marcha para subir a Otxondo por una pista que sale de Urdax y que empalma con la vertiente de Dantxarinea.


Mi track no iba por aquí, ya que estoy improvisando, y encuentro el camino gracias a las indicaciones de un aldeano que me asusta al decirme que la cuesta es una barbaridad para ir tan cargado.


Y no andaba falto de razón. Aunque puedo superar bien el tramo hormigonado, la pista no baja del 10%, acortando bastante lo que es el inicio de Otxondo por Dantxarinea, hasta acabar conectando con la carretera normal de Elizondo.


Ya en la carretera, el puerto se maneja constante entre un 6-7% y, como lo he hecho ya en infinidad de ocasiones, sé que solo tengo que meter el piñón grande y hartarme de paciencia para llegar arriba.


Con lo que no contaba es con el calor y con lo rápido que se calienta el agua de los bidones, llegando arriba sin haber podido beber en los dos últimos kilómetros.


Desciendo por la vertiente de Elizondo y tomo el desvío de Erratzu pensando solamente en tirarme en la fuente fresca que hay en la salida, donde paro por un buen rato para refrescarme bien antes de iniciar la subida a Izpegi, con un calor atroz.


Por suerte, el inicio del puerto de Izpegi ofrece muchas sombras y las voy cogiendo todas. Empiezo a entrar en fatiga y me veo obligado a tomarme alguna que otra pausa, siempre debajo de un buen árbol.


El mejor de todos es el que hay antes de empezar la segunda mitad de puerto, donde siempre están las losas en recuerdo de un ciclista que murió aquí sentado ante los ojos de su grupeta que todos los años realizaba una ruta en su memoria, tal y como me contaron sus amigos en la primera Transpirenaica que intenté y que no pude acabar. Por su estado de abandono, no creo que lo sigan haciendo aunque, desde aquel día, este es uno de mis lugares cicloturistas favoritos y siempre me paro un rato en él.
A CUESTAS CON LA HUMEDAD


Los últimos cinco kilómetros de Izpegi, después de pasar junto al árbol, se mantienen en torno a un 5%, muy constante hasta el final y muy entretenido por la cantidad de curvas de herradura que se van superando.


Sigo aprovechando todas las sombras, sabedor de que en la parte final no las va a haber y que me voy a cocer. En estos valles navarros hace un calor del copón.


Por fin, llego al último kilómetro y solo con la inercia corono el puerto, uno de los más queridos. Aquí he preparado muchas veces el Mauna Kea y lo he subido varias veces en la misma jornada, por sus dos vertientes, siendo un puerto que me conozco de memoria.


Inicio el descenso parando en la primera curva para tomar una fotografía del valle y sigo hasta Saint Etiènne de Baigorry. Tengo ganas de rellenar los bidones pero, ante la cercanía de Donibane Garazi, decido seguir y hacer allí una buena parada larga.


En Saint Jean Pied de Port hago la parada en condiciones, larga y reparadora. Como bien, me aseo y descanso en los baños públicos, sentado en una buena sombra, parado durante cerca de una hora, viendo pasar a la gente.


Me habría quedado aquí pero es pronto y no llevo aún ni cien kilómetros, así que opto por seguir adelante, camino de Lekunberri, con idea de subir Burdinkurutzeta y terminar la etapa en la explanada de Irati, en el área recreativa de Cize.


El acercamiento a la zona es tranquilo, con una suave brisa que se ha levantado y que me pega favorable, lo que hace que me cueste menos rodar.


Llego al inicio de Burdinkurutzeta, en Basaburua, y los números del perfil asustan. Aún así, los datos son completos hasta Bagargi, con lo que yo solo tengo que hacer los nueve primeros kilómetros, los realmente duros a un 9% de media. Burdinkurutzeta es un puerto duro de verdad y yo voy cargado como una mula.


Empiezo a subir y la cosa se pone seria, hasta el punto de que veo que no puedo dar pedales sin parar a descansar de vez en cuando. Los kilómetros son de doble cifra completos y alguna punta superior al 15% hace que tenga que ir cruzándome de lado a lado de la carretera haciendo unas zetas imposibles, ante el asombro de los conductores con los que me voy cruzando y que me van animando mucho.


Decido hacer subidas parciales de un kilómetro, siguiendo los carteles de puerto que tanto ayudan al ciclista. No tengo prisa y ya he decidido que este es el último esfuerzo del día. La verdad es que me acojona un poco pensar en todo lo que tengo por delante porque esta es sola la primera etapa pirenaica.


Llego a coronar el col de Haltza, justo en la mitad de la subida, y el pequeño descanso casi ni lo noto de lo fatigado que voy. Me cuesta tanto dar pedales en un 5% que anteriormente en un 12%.


Cargado de paciencia, adelantado por infinidad de autocaravanas que se dirigen al área recreativa de Cize, consigo coronar Burdinkurutzeta como jamás antes lo había hecho, completamente arrastrado.


El descenso es rápido y me dirijo a la cabaña donde están los baños públicos, donde me pego una buena ducha (con agua templada) y me cambio de ropa. Tiro la esterilla en un espacio de los baños para dormir a cubierto cuando unos guipuzcoanos me indican que hay un aterpe (albergue) en la otra puerta, algo que yo no sabía y eso que he estado en este lugar en infinidad de ocasiones.


La verdad es que el sitio es inmejorable. Hay unas tarimas elevadas bastante limpias para ser lo que son y en una de ellas me preparo el tenderete. Apenas tengo ganas de cenar pero me obligo a comer algo, más por quitar peso que por otra cosa. Mañana espero subir a Bagargi y seguir con el Soudet por su vertiente de Santa Engracia, así que el acojono que tengo no me lo quito de encima. Y luego viene el Marie Blanque, y Aubisque, Tourmalet, ... Tengo que comer más de la cuenta para ir quitando peso.

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2 Comentarios

  1. Deberías llevar bidones térmicos. ¿O los llevas?
    Joer, qué calvario debiste pasar en el último puerto.
    ¿Lavas ropa?

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    1. Tengo un bidón térmico muy bueno de Camelbak pero en estos viajes nunca lo llevo porque solo sirve si lo que metes está frío o caliente y el problema es que el agua de las fuentes sale a temperatura ambiente y ya es muy difícil de tragar de entrada. Cuando encuentras una que está fresca, es como la lotería.

      Lo pasé mal, pero paraba y listo, me encontraba bien y disfrutaba del descanso. No era esa sensación de subir un puerto petado, vacío y sin fuerzas donde realmente sufres, incluso parado. De esas he tenido muchas y esas sí que son un tormento. Físicamente me encuentro en uno de mis mejores momentos. ¡Y de cabeza ni digamos!

      No, no lavo ropa porque no llevo. En algún viaje llevé todo duplicado y sí lo hacía, hasta que me di cuenta de que era arrastrar peso a lo bobo, que bastante pesa todo lo necesario como para llevar cosas prescindibles, y la ropa duplicada lo es. Ahora solo llevo una pantalón corto de correr, una camiseta y otros calcetines para dormir sin apestar el saco, para así poder dejar mi culo y la badana respirando y que se vuelva a 'inflar' para la siguiente etapa. Como mucho, lavo los calcetines de la etapa para que se sequen por la noche colgando de la bici. Toda la ropa 'de más' que llevo son unas mallas piratas finas, unos manguitos, unos guantes finos de running y una chaqueta cortavientos que se convierte en chaleco por si hace fresco en los puertos altos o por si sale un día frío o lluvioso que en tantos días siempre hay alguno.

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