De Plentzia a Urdaibai

Hoy iba a tener una visita para hacer una buena ruta por la costa vizcaína pero en el último momento se ha truncado y decido aprovechar el día (por fin uno decente) para exprimirme un poco por esas rampas de doble cifra y soltar un poco la carbonilla.

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De Plentzia a Urdaibai Plentzia 85 km 2280 m+ IR

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Salgo de casa a eso de las nueve y media o algo así, siguiendo la playa hasta llegar al inicio de la subida a Fano.


Me meto por el camino que bordea las casas de Gorliz y para arriba, con una rampa del 20% para calentar motores de entrada.


Superado este primer escollo, la cosa se suaviza un poco pero tampoco demasiado, obligándome a pedalear de pie porque la espalda todavía está muy fría como para ir tirando de riñones.


Disfruto de las hermosas vistas que hay de la bahía al tiempo que veo que el cielo se está nublando bastante. Hay muchos claros pero esta mañana, al sacar la cabeza por la ventana, no se veía ni una.


En la cala de Armintza empiezo con la segunda subida del día y parece que el sol vuelve a hacer acto de presencia, lo cual se agradece mucho porque la temperatura rondará los 18ºC y se le echa a faltar cuando una nube se pone delante.


Doy buena cuenta de los tres tramos que componen el puerto de Jata y me dejo caer hasta Bakio, donde empiezan a abrirse de nuevo grandes claros por la costa al tiempo que enfilo la subida por los acantilados.


Las rampas de doble cifra se suceden pero los descansos mitigan mucho el esfuerzo necesario para librarlas, con lo que voy haciendo camino disfrutando de las vistas. Está todo de un verde tan brillante que asusta.


Llego a la rampa más dura, justo cuando aparece el islote de Gaztelugatxe entre los árboles, y me encuentro con un grupo de cuatro parejas de turistas que andan perdidos buscando la pista de bajada.


Me detengo junto a ellos y le indico que tienen que tirar por la carretera vieja, ya que el sendero de descenso no es muy aconsejable para las edades y el calzado que gastan. De hecho, hay unas cintas cortando el paso, me imagino que para evitar que se despeñen en un camino que debe estar embarrado.


Decido acompañarles un poco hasta la valla de madera que han colocado para que no pasen los coches, ya que el lugar se había convertido en un aparcamiento sin fin. Les dejo ahí y yo sigo para abajo con la esperanza de cruzarme con ellos cuando suba.


En la bajada adelanto a unos cuantos turistas más. Me cruzo con varios asiáticos, sudamericanos y estadounidenses. Parece mentira que hace poco pudieras venir a San Juan sin toparte con nadie en toda la mañana y ahora escuches multitud de idiomas en tan solo un kilómetro.


Abajo no hay nadie. Son las once de la mañana y se conoce que todavía no les ha dado tiempo a bajar a los más madrugadores. Como es difícil verse en otra parecida, aprovecho para disfrutar un rato de la soledad del lugar hasta que lleguen los primeros.


Empiezan a llegar los turistas y es el momento idóneo para encarar la subida. Los tramos de asfalto se mezclan con algunos de gravilla compacta y consigo, en esta ocasión, ascender todo sin tener que echar pie a tierra. Me da la impresión de que la pista está algo más limpia de piedrillas porque la bici no me derrapa en ningún momento.


Ya arriba, toca ascender al nuevo alto de San Pelaio por la carretera nueva, con ese kilómetro al 10% que se agarra una barbaridad.


Desciendo hacia Bermeo con la intención de subir a Sollube pero opto por alargar un poquito más hasta Mundaka para medir la subida a Demiku, de la cual no tenía altimetría hecha.


Llego hasta el embarcadero de Mundaka y, frente a la pequeña playa de Laidatxu, disfruto de las siempre maravillosas vistas de Urdaibai, uno de esos lugares tan hermosos que ocupa, si no el primero, uno de los puestos cabeceros entre los parajes de Europa que han podido ver mis ojos.


Tras un buen rato de éxtasis, salgo desde la misma playa hacia la carretera de Gernika para, desde ahí, tomar la subida a Demiku por una pista que sale apuntando bien par arriba.


La pista se va estrechando cada vez más, al tiempo que gana pendiente y se sitúa en un 20% rodeado de vegetación por todas partes.


Por suerte, va suavizando un poco y aparece algún que otro descansillo que me permite recobrar el aliento. Menos mal que solo es algo más de un kilómetro de esfuerzo intenso.


Corono Demiku justo al enlazar con la carretera de la Ruta del Vino y el Pescado que ya he recorrido hasta corriendo en un maratón que hicimos Amaia y yo desde Gernika. Las vistas que aparecen delante son muy hermosas en esta época, con un verde espectacular por todas partes.


Paso junto a la pequeña ermita que da nombre a este barrio bermeotarra y aparece la localidad pesquera frente a mi, en unas vistas maravillosas del puerto.


Miro el GPS y ya llevo un desnivel positivo acumulado de 1.500m, sin haber subido ni un solo puerto de entidad y en tan solo 50km. A base de rampones ha ido subiendo el contador y empiezo a notar que las piernas lo van acusando.


Enfilo la subida a Sollube por esta vertiente dura de Almike en el momento más caluroso de toda la jornada. Como casi siempre, aprovecho la fuente que hay junto a la ermita para refrescarme un poco y, sobre todo, para coger aire para el durísimo tramo que se avecina.


Es un kilómetro y medio constante, sin apenas descanso, que te va tensando poco a poco, poco a poco, hasta que las piernas se ponen al rojo vivo.


Tanto es así que llega un momento en el que decido darles un descanso y me paro en mitad de la rampa para oxigenarlas un poco. Llevo tal sucesión de rampones que mi estado de forma actual no los están asimilando bien.


Todo se acaba y llego al cruce del puerto de Sollube. Durante un instante tengo la duda de si seguir por la pista de la cima o tirar ya para Larrauri, pero decido afrontar el final con valentía.


La pista va incrementando la pendiente. Es un 6-7-8-9% hasta llegar a las antenas tensando un poquito más, lo que la convierte en su conjunto en una de las subidas más duras de Bizkaia.


Por hoy ya llevo suficiente y decido regresar a casa. Se me había pasado por la cabeza ir a hacer una visita a Oiz, para ver si han empezado con las obras de la pista cementada que van a arreglar para La Vuelta pero mejor lo dejo para otro día.


La vuelta la hago por Larrauri y, en vez de pasar por Mungia, opto por seguir hacia Maruri-Jatabe por la carretera de Markaida. Llevo las piernas bastante tocadas y la subida a Andraka me cuesta horrores.

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