Comprobación del Oiz

Este año La Vuelta a va a tener un final de etapa en el Oiz y ya se ha anunciado a bombo y platillo que se van a hacer unas obras de mejora de la pista que sale del Balcón de Bizkaia, que actualmente se encuentra muy rota y bacheada. Como hace unas semanas bajé por ahí en una ruta en la que subí a Oiz por Iurreta y había movimiento de camiones en el cruce, decido hacer una salida con el objetivo de ver si hicieron algo más que lo que se percibía a primera vista.

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Comprobación del Oiz Plentzia 114 km 1775 m+ IR

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Salgo de casa a las once de la mañana porque a primera hora sigue sin despejar. Quitando un día fabuloso que hizo la semana pasada, no se puede decir que haya habido otro de esos en los que apetece ir a dar pedales y disfrutar del paseo en toda la primavera.


Subo Andraka y me dejo caer hasta Mungia para coger la carretera de Gernika. Coincido con muchísimos ciclistas y apenas hay tráfico, algo muy habitual en estas carreteras.


El día sigue muy tristón. Había predicción muy favorable para la tarde pero, otra vez, no acaba de despejar en todo el día. Tengo que ir hasta Gernika y decido hacerlo por Errigoiti para variar un poco el puerto de paso.


Corono Errigoiti y se aprecian algunos claros sobre Urdaibai, lo que me da mucha moral porque ya hay muchas ganas de recibir de lleno los rayos de sol.


Cojo la carretera de Kortezubi para entrar por ahí hacia el Oiz, que se mantiene muy nublado. Llego a pensar que lo voy a dejar para otro día, aprovechando que el cielo azul solo se ve por la costa de Elantxobe e Ibarrangelu.


Subo el alto de Ereño por la carretera de las herraduras y de nuevo me adentro en un paisaje nublado, demasiado triste para la época en la que estamos.


En Ereño me detienen dos tipos que están cortando el tráfico porque van a hacer una voladura en la cantera. Como yo no tengo la protección del techo de un coche, me hacen meter bajo el tejado de una casa por si alguna piedra saliera volando. Estamos parados como un cuarto de hora hasta que tres sirenas avisan del petardo, que llega a mover el suelo como si de un terremoto se tratara. ¡Una brutalidad!


Tras la parada obligatoria, tomo la estrecha carretera de Nabarniz y me adentro entre campas verdes que apenas destacan por la oscuridad del día. Tal vez debería haber tirado para la costa pero ya es tarde.


Voy avanzando y tiene pinta hasta de llover, con algunas nubes negras y la cima del Oiz completamente cubierta. El descenso hasta Arratzu me deja a escasos kilómetros de Gernika y se me pasa por la cabeza la idea de regresar a casa.


Pero decido seguir con mi primera intención y me planto en Munitibar tras el paso por el alto de Astorkigane. Todas estas carreteras solitarias son una maravilla para andar en bici y es una pena que el día sea tan oscuro.


Me pongo a subir esta vertiente del Balcón de Bizkaia y noto que llevo buenas piernas, como está sucediendo en las últimas salidas. Tan solo me incomoda que me salta un poco la cadena porque el otro día se salió por el plato grande y se me hizo un nudo, con lo que se ha debido desajustar un poco el cambio.


Tras tres kilómetros y medio, me encuentro en el cruce de la pista que va a las antenas, donde coincido con un mendizale que baja de su coche para subir pateando y charlo con él un rato antes de afrontar la parte realmente dura.


Me despido de él y quedamos en vernos cuando me cruce de nuevo de bajada, algo que sucede enseguida al comprobar que no han realizado ningún trabajo en la pista y que se encuentra como estaba.


La cima está tan cubierta que no me apetece hacer el esfuerzo para no tener recompensa, así que desciendo y continúo hacia el Balcón de Bizkaia para descender hacia Zugastieta.


Al paso por el Balcón de Bizkaia me sorprende que hayan talado los árboles que había delante del mirador, con lo que las vistas desde el puerto vuelven a hacer honor a su nombre, divisándose media Bizkaia desde este punto.


Bajo hasta Zugastieta y tomo la carretera de Gerekiz con el cielo despejado hacia la costa, lo cual se agradece. Estamos ya un poco cansados de no ver el sol.


Lo malo es que se levanta bastante aire de la costa y me pega completamente de cara, cuando no se había movido ni una sola hoja en todo el día. Es lo malo de vivir en la playa, que todas las etapas suelen acabar con la brisa de la tarde completamente de cara, endureciendo mucho el final de las rutas.


Subo Andraka por la vertiente de Maruri-Jatabe y acabo con las piernas bastante tocadas en una etapa que tampoco es que haya sido muy dura. Me falta mucho fondo todavía para poder disfrutar como se debe.

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