La montaña alavesa

Esta semana estamos teniendo un tiempo magnífico, por lo que he ido retrasando una ruta que tenía en mente porque en la playa se está de cine. Hoy pongo el despertador muy prontito para hacer una brevet400 pero me duermo y rehago el track del GPS a toda prisa para dejarlo en una brevet300 que me lleve hasta Logroño.

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La montaña alavesa Plentzia 200 km 2800 m+ IR

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Salgo a las ocho de la mañana, con una temperatura muy agradable, subiendo Andraka de salida. Llevo el aire de cara, aunque sea una suave brisa, y enlazo con dos ciclistas al llegar a Mungia que me llevan a rueda hasta el alto de Gerekiz. En el descenso charlo con uno sobre triatlones y me despido en el cruce de Muxika. Poco después, ya estoy subiendo a Muniketagane por la vertiente de Zugastieta, una vertiente que estreno porque nunca me había cuadrado subir por aquí.


La novedad me viene muy bien y llego a la cima de este puerto de cuatro kilómetros al 6% casi sin darme cuenta. Arriba me detengo para comer un sandwich de los seis que llevo en una mochilita y soy testigo de la llegada de infinidad de ciclistas subiendo por Arriandi.


Desciendo hacia Durango con ganas de subir Urkiola, ya que tengo de frente unas hermosas vistas de las montañas. Es temprano pero ya empieza a hacer mucho calor para lo que estamos acostumbrados.


Llegando a Mañaria, me detengo en una fuente para rellenar el bidón, saludando a dos beteteros que están ahí parados. Mientras cierro la tapa, me doy cuenta de que uno tiene toda la cara ensangrentada y me acerco a él para preguntar si necesitan alguna cosa. Es un tipo mayor y tiene un corte en la cara que le va desde la frente, le atraviesa un ojo y le llega hasta la boca, con un trozo de carne al aire en la rodilla y la mano desguazada. La verdad es que tiene una avería guapa y que le van a caer un montón de puntos. Hay un bar y el compañero no para de traerle servilletas para que se vaya limpiando la sangre y el tío tan pichi, solo preocupado por lo que le dirá la parienta en cuanto llegue a recogerlo.


Les dejo ahí y me pongo en marcha por el puerto. Ya de salida veo que esta ocasión no va a ser de las de subir cómodo, sino todo lo contrario.


Pongo la mirada en el cuentakilómetros para ir descontando de uno en uno. El sofoco que llevo es de campeonato.


Me detengo en el segundo kilómetro para echar una meadilla y, ya de paso, para recobrar el aire. Apenas puedo respirar y le tengo que pegar un buen sorbo al inhalador. Justo en ese momento me adelanta otro ciclista que me anima a seguir mientras yo bufo de mala manera.


Corono Urkiola dando bastante pena y, sin parar, desciendo hacia Otxandio y pedaleo hasta Legutio con el aire de cara, algo más intenso en la meseta.


En Legutio vuelvo a parar para comer otro sandwich, ya que he programado una parada para comer cada cuarenta kilómetros. Me dan ganas de volverme porque voy muy acalorado y no me encuentro bien pero, en uno de esos brotes psicóticos que le dan a uno, decido seguir adelante bordeando el embalse de Ullibarri-Gamboa.


Me sigo cruzando con muchísimos ciclistas en estas largas rectas de la llanada alavesa. Parece que el bokata me ha hecho bien porque me noto algo mejor, aunque creo que es la brisa de cara lo que mejor me está cayendo.


Llego a Salvatierra sin agua y lo primero que hago es buscar una fuente. Luego me meto en unos soportales para comer a la sombra, ya que ahora me viene Opakua y el calor coge más fuerza.


Empiezo a subir el puerto de Opakua y, al salir de la localidad, veo que no me encuentro bien y me tiro a la sombra junto a un caserío, donde me quedo dormido casi por una hora. Todos los años me pasa y pago demasiado la primera etapa con calor.


Después del sueñecito a la fresca, me vuelvo a poner en marcha y voy haciendo trecho en el puerto. Hay varios tramos duros que se me atragantan mucho pero, por suerte, Opakua ofrece buenos descansos para que la subida sea posible.


Tengo fortuna y el cielo se nubla más cuanto más arriba me encuentro. Además, el viento del sur empieza a entrar por el alto y la brisa, aunque me frene un poco, es muy agradable.


Corono Opakua y me dejo caer por la vertiente sur hasta llegar a la bifurcación que tira para el alto de Iturrieta. Hago un poco de memoria y creo que hace diez años que no paso por esa carretera, desde que acabé con todos estos cimas alaveses, los primeros que finalicé. No me encuentro demasiado bien como para subir La Herrera, el tercer gran puerto que tenía en mente para esta ruta, así que decido improvisar un nuevo trayecto para cumplir los 300km.


El giro me ha situado con la brisa de culo y, sumado al suave desnivel negativo, hace que aumente mucho mi velocidad de crucero.


Tras el semillano de Iturrieta, toca bajar hacia Maeztu, con el precioso desfiladero de Elortza y la bonita iglesia de Zekuiano como reclamos turísticos.


En este fondo de valle vuelve a hacer mucho calor y no lo soporto. Me meto en una marquesina de piedra que hay justo antes de iniciar el puerto de Azazeta, con una buena fuente de agua fresca en un lateral. Se está muy a gusto en este amplio espacio y me quedo un buen rato dando buena cuenta de otro sandwich.


Azazeta es un puerto suave y no me cuesta demasiado llegar a la cima, máxime cuando llevo la brisa de cola que me ayuda algo más. Según me acerco al alto empiezo a echar cuentas para ver por dónde debo regresar para hacer 300km.


Desciendo hacia Vitoria y los cálculos me llevan a pensar que un giro hacia Orduña puede venirme bien para redondear los kilómetros que quiero hacer.


Por tanto, tengo que cruzar toda la ciudad, rotonda tras rotonda, para salir por la autovía de Altube. Para no liarme demasiado, aunque ya me lo conozco, activo la navegación del GPS que me pita en cada cruce.


Después de un buen rato por bidegorris, acabo en los límites de la ciudad y me meto en la N622. Es la autovía que desemboca en la autopista pero que, hasta Letona, es ciclable. Este tramo de casi diez kilómetros lo he hecho muchísimas veces y me meto en el arcén esperando a que me vayan pitando.


Pero esta vez no me pita nadie hasta llegar casi a la salida de Letona, cuando me adelanta una furgonetilla de las asistencias en carretera de la autopista. Ya manda narices que los trabajadores de esa vía desconozcan que puedo ir en bici mientras no me encuentre una señal prohibitiva.


Tras salir de la autovía, me meto por la única vía de servicio existente que lleva a Murgia por el alto de Aiurdin. Es un puerto corto, de apenas tres kilómetros y medio al 4%, pero con una recta final al 8-9% que se hace dura. De hecho, tengo recuerdo de alguna nocturna regresando por ahí y haciendo eses muy tristes observando las luces de los coches que pasan por debajo, por la autopista.


Estoy a punto de coronar y el cielo se oscurece una barbaridad, a pesar de que todavía quedan tres horas de luz. Prácticamente se hace de noche y una nube negra aparece de la nada.


Desciendo y llego a Murgia, cuando empieza a tronar y, unos segundos después, a llover a lo bestia. Consigo meterme en una marquesina y llamo a casa, viendo que la tormenta va hacia el norte. Llevo casi media hora parado y Amaia me dice que en Plentzia acaba de empezar a llover a lo bestia y que hay aviso amarillo por fuertes lluvias, con inundaciones en el hospital de Cruces.

Con este panorama, empiezo a verlo complicado. No tengo chubasquero y voy a pillar una chupa de campeonato. En un momento que cesa la lluvia, decido salir rumbo a Orduña, donde tengo tren hasta Bilbao. Nada más salir se pone a llover, y llego empapado. Menos mal que llevo luces porque el día se ha cerrado de tal manera que parece de noche.

Lo que en origen quería que fuera una brevet400 se ha convertido en una simple brevet200 y estoy empapado. Me quedan tres cuartos de hora de tren hasta Bilbao y otro tanto de metro hasta casa. Contento estaré si no pillo una pulmonía por el camino.

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2 Comentarios

  1. ¿Escapaste bien de la encerrona? Veo que has ido casi todo el rato con malas sensaciones y erre que erre, hasta que las cosas se torcieron del todo. Son experiencias que no se olvidan.

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    1. Sí, Gorgonio. Un pequeño resfriado y listo. La verdad es que fue un día malo desde la salida. La primera con calor del año siempre me pasa. Ha sido un invierno duro y el cuerpo tiene que aclimatarse. Este año tengo el 400 entre ceja y ceja para ya porque quiero hacer un par de cosillas, así que repetiré en breve.

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