Puertos de Espinosa

Mañana es la IV. Picón Castro y, como la salida es a las seis de la mañana y me costaría mucho salir de Bilbao para empezar tan pronto, decido adelantar una jornada en Espinosa de los Monteros y así aprovechar para hacer un poco de bici. Total, no voy a optar a la victoria en la carrera de montaña y no va a pasar nada por castigar un poco las piernas.

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Puertos de Espinosa Espinosa 65 km 1750 m+ IR

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Llego a media mañana, dejo el coche junto a las escuelas que hay a la salida de Espinosa hacia Bárcenas y, mientras me cambio y preparo la bici, me dan las once y pico. Quiero hacer los cuatro puertos más interesantes de la zona y empiezo por el Picón Blanco.


El Picón Blanco es, junto con las Lagunas de Neila, la subida más dura de la provincia de Burgos. Con una gran diferencia: tiene bastante menos distancia. Sus ocho kilómetros y medio arrojan una media que se encuentra por encima del 9%.


El inicio, salvo algún repecho puntual de doble cifra, se mantiene al 6% pero, entrados en el segundo kilómetro, la cosa ya se pone seria.


Hay una larga recta con un pico por encima del 15% y me encuentro con unas yeguas con sus potrillos. No tienen escapatoria con el quitamiedos y tiran de mí durante un buen trecho, hasta que se escapan por una pista que sale a la derecha.


No subía al Picón Blanco desde el año 2010 y no recordaba que hubiera carteles informativos. Tienen el texto muy pequeño y no alcanzo a leerlos en marcha.


Hay un pequeño descanso y paso por un tramo de arbolado. Al salir de él, empieza a divisarse la cima de la montaña, coronada por las ruinas de los barracones de la base militar que había antes.


El kilómetro más duro supera el 12% y no baja del 10% hasta llegar a los dos finales, donde suaviza un poco rondando el 8%.


Llego al último kilómetro muy fresco, gracias a que acabo de empezar y a que llevaba mucho tiempo sin subir aquí, lo que hace que la ascensión sea muy entretenida. A falta de un par de curvas, me encuentro con que la carretera está muy estropeada, con un amplio tramo repleto de grava.


La última recta me lleva a la cima con las vistas del Castro Valnera, a donde subiré mañana en el ultratrail. Hace un día estupendo y, aunque hay algo de bruma en la distancia, las vistas son muy buenas.


La temperatura es fabulosa y no corre nada de aire, lo que invita a quedarse un rato disfrutando de las vistas. Me pongo a comer un plátano y se me acerca un burrito al que le tiro la cáscara, lo que aprovecha para comérsela delante de mí.


Da pena marcharse de la cima del Picón Blanco. Me acerco a un grupo de caballos con cuidado de no molestar a las yeguas que andan con sus crías.


Y para abajo que me voy con cuidado de no caer en el tramo de grava, donde me tengo que bajar de la bici porque no hay nada de agarre.


Llego a Espinosa y sigo para Las Machorras sin parar, aunque paso por delante del coche. Me he metido un par de barritas en el bolsillo del chaleco cortavientos y tengo suficiente para los pocos kilómetros que voy a hacer.


Sigo el curso del río Trueba y, poco antes de llegar a Las Machorras, me desvío hacia el portillo de La Sía que, por esta vertiente burgalesa, son solamente siete kilómetros.


De las vertientes burgalesas del tríptico de Estacas de Trueba, Lunada y La Sía, éste es el que más me gusta. Hay una vegetación y un trazado revirado que lo hacen muy entretenido.


Los tres primeros kilómetros se manejan en torno a un 6%, rodeando unas cuantas cabañas pasiegas. Hay un par de explotaciones ganaderas y un montón de cacotas de vaca por la carretera.


Lo mejor de esta vertiente de La Sía es la fabulosa fuente que hay en el tercer kilómetro. Sale un chorro enorme de agua fresca y aprovecho para echar un trago y para rellenar el bidón. Ya ha pasado el mediodía y empieza a hacer bastante calor.


El kilómetro central es el más suave. Casi es un paseo por su escasa pendiente y la carretera desliza tan bien que facilita aún más la subida. También se ha levantado una ligera brisa que sopla favorable y todo junto hace que no me cueste nada.


Tras el descanso, se entra en la zona despejada del puerto, con los aerogeneradores que pueblan el cordal a la vista. La pendiente sube hasta un 7% mantenido hasta arriba.


Dos herraduras conforman la zeta final que da paso a la comunidad de Cantabria. Para poder disfrutar de las vistas inmensas hacia el norte, me acerco al mirador, coincidiendo con una pareja que llega por el otro lado.


Me siento en la mesita que hay para comer una barrita, al tiempo que charlamos un rato. La chica no tenía agua pero acaban de pasar dos chicos y le han ofrecido. Al hombre le duele la planta del pie derecho y le aconsejo que se agencie unas zapatillas de suela dura porque lleva de las blandas de BTT y están haciendo una circular demasiado larga para ir con ese calzado. Con zapatillas blandas, con calor, después de muchos kilómetros, el dolor plantar es inevitable.


Unos minutos después, desciendo de nuevo hacia Las Machorras. La siguiente subida va a ser el portillo de Lunada y puede que acabe ascendiendo al Picón del Fraile. Cuando llegue arriba lo decidiré.


Cruzo el núcleo de Las Machorras para encaminarme al inicio de esta vertiente burgalesa de Lunada. Hay que seguir durante un par de kilómetros por la carretera del puerto de Estacas de Trueba, el último de mis objetivos de hoy.


A unos metros del desvío, me encuentro con una señal que anuncia obras en la carretera de Estacas de Trueba, encontrándose ésta cortada. Como ahora voy a hacer Lunada, no me preocupo.


Lunada por su vertiente burgalesa no tiene nada que ver con la majestuosidad del puerto por la parte cántabra. Aún así, no dejan de ser ocho kilómetros más o menos constantes al 6%.


Llevo la mitad del puerto recorrido y noto que empieza a faltar luz. Serán las dos y media de la tarde pero empieza a cubrirse el cielo con unas nubes negras que avisan de tormenta.


La primera parte del puerto tiene la carretera botosa y parcheada de siempre pero, en la segunda mitad, han echado una capa de brea y gravilla que dificulta mucho la rodadura.


Me estoy acercando al alto y el sol vuelve a lucir. El calor sobre la brea hace que se levante un olor asqueroso a alquitrán que me molesta mucho. Desde que me diagnosticaron asma y ando con el respirador, estos olores fuertes no los soporto.


Supero el desvío de la estación de esquí y, en el último kilómetro, me encuentro con una buena pared de hielo. Hacia el norte está despejado pero vienen unas nubes muy feas de la zona de Estacas de Trueba. Empiezo a pensar que lo voy a dejar aquí. En este puerto es donde más putas las he pasado por culpa de una tormenta de verano y todavía tengo pesadillas. VER AVENTURA


Corono Lunada y no sigo hasta que se abren las vistas de Cantabria porque hay que andar unos cuantos metros.


Me doy media vuelta y veo cómo las nubes empiezan a acercarse al Picón del Fraile. En el desvío me lo pienso por un segundo pero acabo decidiendo que será mejor comer tranquilo y descansar un poco para mañana. Es más, viendo la advertencia de obras en Estacas de Trueba, ni siquiera voy a hacer ese último puerto.


Regreso a la carretera y solo me queda bajar hasta Espinosa, pasando por Las Machorras y Bárcenas. La bajada hasta el fondo del valle me devuelve el sol, quedando las nubes adosadas a las cimas montañosas.


Son ya las tres y media cuando llego al coche y me pongo a comer. Me queda pendiente una ruta completa con todas las subidas de este valle, incluyendo la de Castríos, que hace ya muchos años que no lo subo en bicicleta. Pero eso es otra historia. Ahora hay que pensar en el ultratrail de mañana.

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