La península de Inishowen

Hoy es el último día en Irlanda y, tras el corto sector matinal, recorro todo el condado de Donegal hasta llegar a las puertas de Londonderry. En Irlanda está la gasolina bastante más barata que en el Reino Unido y, además, manejan euros, así que decido quedarme del lado irlandés para repostar a tope antes de pasar a Irlanda del Norte.

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La península de Inishowen Killea 102 km 1400 m+ IR

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Dejo el coche en Killea, a escasos cuatro kilómetros de Derry. La circular de hoy recorre el norte de la isla pasando por los dos BIGs más septentrionales del Ulster.


El río Foyle es mi referencia hasta su desembocadura. Atravieso Londonderry buscando la carretera del litoral que sigue el Lough Foyle, un amplio estuario que forma el río al entrar en el mar de Irlanda.


La carretera costera apenas soporta tráfico y llego a Quigley's Point con mucha tranquilidad, disfrutando mucho de estos kilómetros junto al mar.


Han sido 25km muy rápidos a pesar de llevar un ligero aire contrario cuando giro hacia el interior, buscando las colinas de la península de Inishowen.


Con mucha suavidad, voy ganando un poco de altitud hasta llegar a Stranagappoge. La tranquilidad que se respira por estos lares es asombrosa.


La pequeña tachuela me deja en la localidad de Carndonagh, donde destaca una enorme iglesia. Llevo más de cuarenta kilómetros y es el sitio ideal para una pequeña parada para comer un bocado.


Dejo Carndonagh para seguir por la carretera de Clonmany, buscando la costa oeste de la península. Me estoy alejando de las ciudades más pobladas y las carreteras se estrechan.


Vuelvo a olor el mar, con él a la vista en todo momento. Hay unas montañas a lo lejos y me imagino que Mamore Hill será alguna de ellas.


Hace ya unos kilómetros que intuyo cuál será el lugar de paso. Circulo por caminos estrechos entre verdes praderas, hasta que una fuerte rampa sale rumbo al Gap of Mamore.


Solamente son dos kilómetros pero por encima del 11% de media. Se acabaron las bromas por un momento y me tengo que esforzar a tope para solventar las rampas de mayor entidad. El GPS me llega a marcar un 24%, con pintadas jocosas en el suelo que me van divirtiendo mucho.


Las vistas desde esta pared son estupendas pero se disfrutan con cuentagotas. Hay pocos momentos en los que la pendiente da la suficiente tregua como para alzar la vista y apreciarlas con más tranquilidad.


Llega un pequeño descanso en la parte central, anticipo de una última rampa que apunta al cielo. Una mirada atrás es obligada para ver lo que ha quedado tan abajo en tan pocos metros.


La vertiente de bajada es más lineal. Es otra pared pero no tan interesante. Al llegar abajo, solo se ve una recta cortando la montaña en dos mitades.


Me dirijo a Buncrana con el aire de cara, bastante molesto. Hay campos de golf por todas partes y para ellos tampoco será fácil negociar este fuerte viento.


Abandono la costa rumbo a Burnfoot, de nuevo con la idea de subir otro BIG, el último que me queda en Irlanda. Se trata de Grianan of Aileach, una montaña coronada por unos restos de tiempos de Mari Castaña.


Como casi todos sus hermanos irlandeses, este BIG es corto pero matón. Son poco más de dos kilómetros y medio con rampas exigentes de doble cifra pero sin llegar a la dureza del Gap of Mamore.


La pista asfaltada estrecha va directa al alto, hasta rodear la cumbre y suavizar bastante. Parece que no va a haber carretera y que tendré que quedarme sin ver los restos del castro cuando sale una pista tras una barrera abierta.


Ya solo me queda un último esfuerzo bajo la atenta mirada de algunos turistas que se encuentra en el pequeño aparcamiento que hay delante del monumento. 


Corono el Grianán de Aileach y aparco la bicicleta junto a la entrada para penetrar por el hueco que hace de puerta de la fortaleza. Me cuesta hacer fotos sin gente porque hay varios turistas de visita en el recinto.


La ruta toca a su fin mientras el día se pone bastante feo. Me doy prisa por bajar y llegar al coche antes de que caiga una buena.


Llego a Killea seco, algo que no tenía muy claro que fuera a suceder, y se pone a llover con ganas. Relleno el depósito de gasolina hasta los topes para no tener que hacerlo en el Reino Unido y me desplazo hasta Cranagh, ya en Irlanda del Norte. Me gustaría quitarme hoy la subida a Sperrin pero, si sigue lloviendo, me conformaré con dormir en su base y dejarla ya para mañana.

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