Paso 3: subir +3000

Ya me encuentro en la tercera fase de preparación para el reto Everest: superar los tres mil metros de desnivel. Para afrontarla, me diseño una etapa que parte de Eibar y que pasa por siete subidas de la zona. No me lo esperaba pero, cuando llego a la localidad armera, está lloviendo y hace un frío que pela. Y voy yo y me dejo en casa la bolsita en la que traía el casco, las gafas, los guantes windstopper y los cubrebotines. Menos mal que tengo en el coche unos guantes finos de vestir porque ¡madre mía!




La primera parte de la ascensión a Ixua me sirve para empaparme bien, lo justo para adaptarme pronto a lo que será la tónica de la jornada: ir con los pies congelados. De vez en cuando le da por parar, pero ya me es igual. Casi prefiero que caiga de continuo.




Podría haber seguido un poco más allá, hasta llegar a Arrate, pero no me supone desnivel alguno y no me merece la pena. Vuelve a llover y giro hacia el alto.




Llego a la primera cima de la etapa y no me enrolla un colín estar sin casco. Además, está lloviendo y detrás sigo montando la cubierta Btwin de emergencia y que no agarra nada.



Para la costa vizcaína parece que aclara pero no voy para allí. En cuanto llegue a Etxebarria, volveré a entrar en Gipuzkoa y ya no saldré de ahí en toda la etapa.



Otra vez para arriba y otra vez lloviendo. He llegado a Etxebarria con los pies congelados y agradezco empezar la subida a San Miguel.





Vuelvo a entrar en Gipuzkoa a la altura de la cima. Me llama la atención que el cartel del lado giputxi llama al puerto Urkaregi. He subido varias veces por aquí y no me sonaba esa denominación ni haber visto ese cartel.



A Elgoibar llego tiritando y me espera uno de los momentos clave de la jornada. A pesar de haber pasado por aquí unas cuantas veces, me da cosa subir a San Pedro de Idotorbe. Aún no he vuelto desde que tuve el accidente y me estampé de frente contra un coche.




Subo intentando recordar dónde y cómo pude estrellarme, pero no recuerdo nada. Es un capítulo de mi vida sobre la bici que ha quedado aparcado en algún lugar del cocoroto.



El caso es que llego arriba sin darme cuenta. Las duras rampas de esta subida, que se mantiene siempre por encima del 10% en su tramo central, las paso demasiado fácil para lo que recordaba.



Nada más bajar a Elgoibar, otra vez a subir. No hay ni un metro de llano en toda la etapa y las subidas se van sucediendo. Le toca el turno a Azkarate.



De nuevo arrecia la lluvia. Es el momento en el que más llueve y se me empieza a pasar por la cabeza la idea de eliminar Samiño de los planes y atajar en Azkoitia porque ya tengo frío hasta subiendo. Los dedos de los pies ya no los siento y los guantes están empapados. Menos mal que el chubasquero me mantiene seco el cuerpo porque no lo cuento.




El descenso de Azkarate es helador y llego a Azkoitia tiritando. Ya puestos, decido seguir con los planes iniciales y me pongo a subir Samiño por la carretera que se dirige a Martitte. La primera fotografía en el cruce me preocupa. Espero que no le haya entrado agua a la cámara.



Hacía bastante rato ya que no paraba de llover pero, a nada de iniciar la subida, me sale el sol y parece que despeja. Seco bien el objetivo y tiro para arriba. Estoy en la subida reina de la jornada y, aunque sea por un momento, voy entrando en calor.



Los tímidos rayos de sol dejan una estampa preciosa de Azkoitia, con un verde espectacular para estas fechas que ya quisieran ver en primavera en otros lugares.




Ya me parecía a mí que esto no iba a durar demasiado. A poco de llegar a Martitte, se pone a llover en serio.





Llego arriba, finaliza el asfalto y comienza la pista de hormigón del último kilómetro y medio. La pendiente es mayor y la mierda de cubierta trasera me patina. No me merece la pena seguir hasta el final porque la subida acaba bastante mal y me sobran metros de desnivel de mi objetivo de hacer tres mil, así que me doy media vuelta a unos cientos de metros de haber empezado.

La subida a Elosúa es el siguiente puerto que me voy a encontrar. El llano que hay de Azkoitia al desvío, apenas un kilómetro, es todo el llano que voy a catar hoy.




A mitad de puerto, deja de llover definitivamente. La suave pendiente de Elosúa no me permite entrar en calor y, para más coña, parece que la temperatura está bajando mucho.





Este puerto tiene unas vistas preciosas por ambas vertientes y la salida del sol me permite disfrutar de ellas.





Nueve kilómetros de subida después, corono junto a un ciclista que viene del otro lado y que, mientras nos abrochamos los cortavientos, ni siquiera me devuelve el saludo.



Ya solo me queda una subida. Tengo ganas de llegar al coche porque estoy helado. El descenso de Elosúa ha sido largo y eso se nota. Ya no siento los pies.



El tramo duro de Elgeta siempre se me atraganta pero, en esta ocasión, no sucede así y lo paso con solvencia. A pesar del desnivel acumulado, estoy aquí solo con algo más de 80km.



Nunca había subido Karabieta por Elgeta y esta va a ser la primera vez. De Elgeta suelo descender siempre para Elorrio camino de Bilbao y, por fin, voy a catar este pequeño tramo, de poco más de kilómetro y medio, en sentido ascendente.




Apenas me entretengo en Karabieta. En cuanto llego a Eibar me cruzo con un coche de la Ertzaintza, y yo sin casco. Me hago un poco el despistado, me bajo de la bici, me subo a la acera, ..., y llego al coche con unas ganas locas de encender la calefacción.

Superada la tercera fase de preparación, toca mantenerse en ella por una temporadita y planificar varias rutas que se muevan en este desnivel. Ya llegará el momento de superar los cuatro mil metros.

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