He estrenado autohinchable en el coche y se ha notado porque he dormido fabulosamente. El anterior ya estaba algo estropeado y notaba que la espalda empezaba a resentirse: voy teniendo una edad. Para hoy no tengo nada planificado porque ayer cambié todos mis planes, así que tiraré de improvisación con la única idea de disfrutar de un buen día de puertos.
XTREM | CAT 1 | CAT 2 | CAT 3 | CAT 4 |
Baja Navarra a Zuberoa | Donibane | 125 km | 3050 m+ | IR |
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Salgo a las nueve de la mañana, una hora a la que la temperatura ya es buena como para ir cómodo. No dejo de ver cómo salen los peregrinos y decido hacer el Arnostegi de salida. Es un puerto precioso que me encanta y más a primera hora, cuando es una procesión de gente cargada con mochilas tan grandes que me parece increíble que puedan portar.
A poco de salir, me encuentro con mi anterior director y su mujer que van a aprovechar tres días libres para hacer el tramo hasta Pamplona del Camino de Santiago. Charlamos por un rato, aprovecho para quitarme ropa y tiro para arriba.
Entre saludo y saludo, pasando a tanta gente, se me hace muy entretenido ir por esta vertiente de Arnostegi. Me llama mucho la atención la procedencia de los peregrinos, siendo mayoría de japoneses y estadounidenses. El Camino de Santiago se ha popularizado allende nuestras fronteras de tal manera que acuden en masa.
Los dobles dígitos van apareciendo y tensan la subida por momentos. Aún así, esta vertiente ofrece buenos descansos para no resultar asfixiante.
Sigo avanzando y cada vez se ve menos gente. En bicicleta se va mucho más rápido que cargado como una mula y son pocos los que ya han llegado hasta aquí. Si acaso, me pasan varios taxis con peregrinos haciendo 'trampillas'.
Paso por el refugio de Orisson con poco más de cinco kilómetros. Hay mucho mochilero en la puerta dispuesto para partir hacia el alto. Otras veces he rellenado el bidón en la fuente que hay enfrente pero veo que apenas he bebido nada y no paro.
El día es maravilloso. Luce el sol y la temperatura es la justa para hacer puertos. Ni hace fresco ni hace ese calor insoportable.
El tramo central es el más duro y se nota. Aún así, veo que me encuentro muy bien. Este último mes he estado haciendo bastantes puertos y noto que he recuperado el tono subiendo después de un verano de pequeñas cotas. Estoy llegando al cruce de Beillurti y a las ovejas, caballos y carneros habituales se les unen los cerdos, algo muy curioso que solo he visto en este puerto.
Ya llevo muchas ascensiones a Arnostegi por aquí y no me canso. Me parece una subida magnífica, lo mires por donde lo mires, muy representativo de los puertos de Iparralde. Por eso lo elegí para hacer una maratón con Amaia.
Atrás ha quedado el cruce de la durísima vertiente de Beillurti y, salvo alguna rampa, la cosa se va suavizando. La furgoneta de venta de queso sigue en su sitio.
Casi llevo 16km cuando la altitud no subirá mucho más y los peregrinos se irán monte a través hacia Roncesvalles. Por lo que veo, a estas horas, todavía no ha llegado ninguno hasta este punto.
Un par de kilómetros suaves y llego al col de Arnostegi, donde se oyen muchas voces. Me cuesta ver una marabunta en la ladera del monte Urkullu y tengo que tirar de los 16x del objetivo de mi Canon para poder captarlos.
Me como un plátano que compré ayer en el Lidl de Donibane y para abajo por la vertiente de Esterenzubi sin tener muy claro qué hacer ahora.
La pequeña subida que hay antes de llegar a la encrucijada de Orbaitzeta me da para pensar lo que hago ahora. Hace tiempo que no subo Ahuski por la vertiente de Bastida y me apetece hacer un bucle por allí. Eso me obliga a pasar por Donibane de nuevo y es una excusa perfecta para parar a comer en el coche.
Errozate lo tengo a la vista y lo voy a dejar para mañana. Sigo improvisando sobre la marcha y calculo mentalmente distancias y desniveles para que me salgan rutas asequibles que me permitan ir relajado y sin repetir ascensiones.
En los kilómetros de mayor pendiente, llegando ya a Esterenzubi, noto que las zapatas de los frenos están ya muy gastadas y que no presionan la llanta. Los chivatos todavía se ven bien y, aunque tengo recambio de zapatas en el bote de herramientas, opto por girar el cabezal de cable para que aguanten unos cientos de kilómetros más.
¡Vaya diferencia! Sin cambiar zapatas vuelven a frenar como si estuvieran nuevas. Todavía me van a aguantar una temporada. Toca rodar un poco, por terreno favorable, hasta llegar a Saint Jean Pied de Port.
Llevo, exactamente, los 44km que hicimos en el maratón de montaña. El día llama a tumbarse a la bartola. Esta localidad tiene una vidilla increíble y, siendo la hora que es y estando en Francia, las terrazas de los restaurantes se empiezan a llenar.
Me tiro una hora con el avituallamiento, nada de barritas sino una fabada asturiana de lata en toda regla, lo mejor para seguir subiendo puertos. Con los depósitos de sólido y líquido a rebosar, me dirijo hacia Lekunberri para acometer la subida a Ahusky por su vertiente más dura: la de Bastida.
Van a ser algo más de diez kilómetros que solo he subido en una ocasión por esta vertiente y que no me traen muy buen recuerdo que digamos. Sufrí como un cerdo después de llevar más de doscientos kilómetros, de noche, lloviendo y con atropello incluido. En el primer kilómetro de doble cifra me estallaban los hombros de dolor después de haber besado el asfalto de forma brusca por culpa de un hijo de puta que ni siquiera paró.
Pero esta vez es muy diferente y la gozo a cada metro. He vuelto a este puerto muchas veces, por todas sus vertientes, pero a esta le tenía un poco de reparo y solo la usaba de bajada rápida.
Voy disfrutando del esfuerzo. La pendiente se dispara y me exige pero noto que subo fácil. Esa sensación es increíble y hacía muchísimo tiempo que no la sentía. Se echaba de menos.
Los dos primeros kilómetros dan paso a la ladera derecha del cordal del Behorlegi, el pico más emblemático de esta sierra. Ves esa recta interminable y que la pendiente se mantiene y solo puedes intentar distraerte disfrutando de las vistas de la vecina subida a Burdinkurutzeta.
La llegada al km.6 da un respiro y disfruto muchísimo de esta subida, reconciliándome con ella. Estoy haciendo planes de carrera con Amaia para la próxima primavera y veo que este puerto puede ser ideal. Bajando luego por la vertiente de Mendive nos da para poco más de un medio maratón precioso.
Entre planes, recuerdos, las vistas, ..., llego al final sin haberme dado casi cuenta de que se trata de una subida dura. Hay veces en los que la bicicleta sirve de distracción incluso cuando la cosa se pone complicada.
Corono Ahusky en el cruce de Mendive, Tardets, ... Es el punto más alto de varios collados (Landerre, Aphanize, Inharpu, ...) que componen este precioso altiplano y accedo diez segundos antes de que lo haga una pareja entrada en años que viaja hasta arriba de alforjas. El hombre me saluda y se detiene para comprobar sus mapas mientras la mujer sigue de frente hacia Mendive sin apenas parar. Cruzamos dos palabras mientras me tomo una mermelada de frutas y nos despedimos, yendo en direcciones opuestas.
Desciendo hacia Ahusquy con los ojos puestos en el col de Arhansus y es el momento en el que decido la etapa que voy a hacer mañana, con Errozate como plato principal.
La bajada es rápida por buena carretera salvo un tramo en el que hay un poco de gravilla suelta y me tengo que andar con precaución. Llego a Aussurucq enseguida, con una sensación de calor intenso cuando llego a la zona más baja.
Según dejo atrás Aussurucq, camino de Mauléon, empieza a correr algo de brisilla y ese agobio desaparece. Llego al cruce del puerto de Osquich y, aunque pensaba acercarme a la capital de Zuberoa, veo que es una chorrada hacer esos tres kilómetros para tener que reandarlos después. Si no conociera el sitio, todavía, pero conociéndolo, no me apetece demasiado.
Me dirijo a Musculdy con la idea de que ya solamente me queda un paseo para cerrar el círculo en Donibane. El puerto de Osquich no ofrece ninguna dureza más allá de sus cinco kilómetros a poco más del 5%.
Aunque son cinco kilómetros muy diferentes, con los dos primeros por encima del 7% para, en los últimos, bajar mucho ese porcentaje.
Pensaba que iba a encontrar algo de tráfico en esta carretera, pero nada. Voy solo durante toda la subida, prácticamente hasta el final.
Este puerto me gusta mucho para explicar lo que es Francia: tras los Pirineos, se extiende un plato llano que llega hasta Dinamarca.
El último kilómetro al increíble 0,5% permite coronar Osquich con mucha tranquilidad. Ya solamente me queda bajar para terminar con la etapa de hoy.
Pero llego al cruce de Ibarrolle y veo un cartel que indica col de Gamia anunciando vistas panorámicas. Es un puerto que no tengo y, casualmente, ayer pude ver el nombre en una tabla de interpretación que había en la Ciudadela de Saint Jean Pied de Port y me preguntaba si sería un collado sin más o un puerto de paso. Ahora tengo la respuesta y no puedo dejarlo pasar.
Me meto por esta carretera estrecha que me lleva directamente a Sant Jean le Vieux por el col de Gamia. En cuatro kilómetros se sube muy poco pero, los tres últimos, para seguir la tónica general de esta zona, son al 10% de media.
Esos tres kilómetros son bastante constantes y no hay pendientes exageradas. Por contra, tampoco hay descansos y se hacen duros al final, resultando muy machacones.
Las vistas panorámicas que anunciaba el cartel del cruce son las del valle en el que confluyen las carreteras de Lekunberri, Mendive, Saint Jean, ...
Desciendo hacia Saint Jean le Vieux con el solazo de cara y llego a Donibane Garazi con tiempo suficiente como para dar un paseo soltando piernas, cenar y ver una peli antes de echarme a dormir. Mañana es mi último día y, como no quiero salir muy tarde, tengo muy claro lo que voy a hacer.
2 Comentarios
Cuando las piernas van bien no importa saltarte el recorrido diseñado y meter un extra.
ResponderEliminarCada vez pasa menos, jejeje
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