PAMPAM 1: PAMPLONA - Boltaña

De nuevo tenemos una buena embarcada a la vista. Esta vez en plan híbrido: mitad en la parrilla, mitad en la mochila. Las dos opciones que manejo son hacer el viaje con alforjas y bicicleta de montaña o hacerlo con la parrilla y la bicicleta de carretera. Me gusta más esta opción, ya que son todo puertos asfaltados y de los guapos, pero la parrilla de tija la tengo quebrada del último viaje que hice con ella por Asturias.

El caso es que la llevo a soldar un par de días antes de salir y me la reparan pero, no sé, no me da la misma seguridad que antes de rajarse y, además, quiero reducir costes a tope yendo con la tienda de campaña y la comida. Es demasiado peso incluso estando nueva, así que tiro de valentía y me largo con el mochilón a la espalda.

Lo suyo sería empezar desde Bilbao, pero se me iría de días y de kilómetros basura. Salir de Sabiñánigo amplia el coste de gasofa demasiado así que, siempre con la idea de abaratar al máximo, dejo el coche en Pamplona, aparcado en un centro comercial, y me dirijo hacia Huesca por las vías de servicio paralelas a la autovía del Pirineo.




Los primeros kilómetros en este tipo de viaje siempre sirven para comprobar que los pesos están bien repartidos. La mayor preocupación que tengo es la mochila, pero parece que he aprendido a salir solamente con lo imprescindible y no supone mayor problema. El tramo inicial, pasando junto a la Higa de Monreal, no deja de ser un llaneo que pica algo para arriba. Terreno muy pestoso para la vuelta pero, cuando se va a alguna parte, la ilusión hace que ni se note.



Con más de treinta kilómetros, me llega la primera tachuela: el alto de Loiti. Es un minipuerto que la autovía se ha encargado de suprimir para los conductores.




La segunda tachuela de la jornada es la subida a Yesa. Cargado con peso, siendo la primera en estas condiciones, se hace dura la rampa al 9%. Para más coñazo, el tráfico de camiones es muy denso. Se juntan aquí las obras de ampliación del embalse con las faraónicas tareas de la autovía pirenaica que algún día conocerán nuestros nietos.



Me paro a hacer un par de fotos del embalse y me saluda un chico que pasa con alforjas en una bicicleta de montaña con ruedas finas. Oriol es catalán y está volviendo a casa después de hacerse un rutón de 3.000km en un mes de ida y vuelta hasta Coruña.




Como va con BTT y con muchísimo más peso que yo, su ritmo es algo más lento y le doy alcance. Aún así, rueda muy alegre y, como la charla es agradable, decido compartir ruta hasta que tomemos caminos diferentes en Fuente La Reina. El tramo que estoy transitando podría ser un suplicio sin ninguna distracción posible.



Llegamos a Fuente La Reina a eso del mediodía con mucho calor. Yo ya cumplo 100km y tengo previsto parar aquí para calentarme unas lentejas a la riojana. Oriol también decide parar, así que compartimos espacio y vivencias por un momento.



Nos despedimos y, como aquí tomamos caminos diferentes, le dejo con su arrocito mientras yo cruzo el río Aragón y tiro para Jaca.



De nuevo toca rodar por la nacional, aunque el tráfico es casi inexistente. Paso junto a la subida a San Juan de La Peña y en Jaca me paro en un Día para comprar algún plátano y una cocacola. Empieza a hacer un calor sofocante.



Otros cuantos kilómetros más rodando hasta Sabiñánigo y en un Lidl que hay en la salida hacia Huesca vuelvo a tomar refrigerio. Con 140km ya en las patas, es buen momento para hacer un descansito y así afrontar la subida del día con algo menos de calor. Poco después, dejo Monrepós de frente y me dirijo a Boltaña por el puerto de Serrablo.



Es en este momento cuando empieza lo mejor de la ruta de hoy o, mejor dicho, cuando empieza lo único bueno de la ruta de hoy. La carretera deja de ser una nacional y pasa a ser una vía mucho más estrecha aunque en un estado inmejorable.



Nada más comenzar este puerto, larguísimo por esta vertiente aunque con porcentajes muy livianos, tenemos las obras de uno de los innumerables viaductos que se están construyendo por la zona. A partir de ahí, en los 36km de subida paulatina, todo será tranquilidad y un silencio que solo algún que otro coche aislado va a interrumpir.



Los kilómetros van haciendo mella y empiezo a estar un poco cansado pero, aún así, subo a un ritmo bastante bueno a orillas del río Garga. Bueno, por llamarle río al arroyo que suponen las charcas que quedan a final de verano.





A medida que me adentro en el puerto, el paisaje va mejorando ostensiblemente. La vegetación abunda y son numerosos los rebaños de ovejas con los que me voy encontrando, muchos de ellos cruzados en la carretera.




En los kilómetros finales, los porcentajes se ven incrementados aunque se mantienen maquillados por las pequeñas bajadas que sirven de descanso.





Cuando dejo atrás Laguarta, empiezo a estar pendiente de un buen lugar para echar la tienda de campaña. Hay alguna campa muy maja pero, ya que estoy, prefiero terminar de coronar el puerto de Serrablo y acampar en las proximidades de Boltaña.



La vertiente de Boltaña es mucho más vertical y se desciende a media ladera, con lo que es mucho más difícil encontrar una planicie. En un pequeño collado, junto a un redil de pastoreo, ya casi anocheciendo, encuentro un buen lugar escondido de la carretera donde poder descansar de los 200km de la etapa de hoy.

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