BIGIBI: Pifia de alforjas

Hoy me sa salvado la vida ....... ¡¡¡¡NEONI!!!! Si no llega a ser por él, muero ahogado, jejeje.


He salido a las 7 de Bilbao, dos horas más tarde de lo previsto. Todo bien. Ligero aire en contra, un pequeño sirimiri entre Castro-Urdiales y Laredo, momentos de compañía con algún ciclista de esos a los que "me pego" para charlar unos kilometrillos. Sin novedad en el frente, vamos.

A Cabezón de la Sal llego con casi una hora de adelanto sobre el horario previsto. ¡¡Qué belleza!! ¡¡Qué valles!! Con el peso de las alforjas, en el llano, la inercia es mucha y mantienes una velocidad crucero más alta de lo habitual con el mismo esfuerzo. En las bajadas, ni te cuento, cómo se embala la bici. El problema, claro está, vendría a partir de aquí, con los collados. Ya tuve oportunidad de "probarlo" antes de llegar a Torrelavega por el Collado de La Montaña, precioso por cierto.

Paro en un Schlecker que está abierto y dos cocacolas de lata del frigorífico me cuestan 0,80 €. A partir de ahí, sucesión de collados, sucesión de belleza, sucesión de cagarse en la madre que parió al lastre que llevaba. En el Collado Carmona tuve que pararme más o menos en medio porque tenía un calor corporal bestial con la ropa con la que había salido por la mañana. Hacía fresquito y me tuve que poner de largo.

Ya en manga corta, solo con la camiseta, para arriba, dejándome los gemelos en cada pedalada, siempre sentado, imposible ponerse en pie con el vaivén de las alforjas. ¡¡Qué belleza!! ¡¡Qué valles!!
Continúo hasta el siguiente collado, el de Ozalba, que supero muchísimo mejor, aunque con alguna parada a tomar una cocacola voy dilapidando el tiempo de adelanto que había ganado antes. ¡¡Qué belleza!! ¡¡Qué valles!!

Me queda el Collado de la Hoz. Por esta vertiente no-CIMA es, sencillamente, espectacular, increíble, de los sitios más bonitos que he visto encima de una bicicleta. He quedado con Neoni vía móvil en vernos, seguramente, en la bajada, ya que él se encuentra en La Hermida con su chica y vendrá a mi contra.

Llego a la CIMA antes que él, paro unos minutillos por si acaso llega, pero decido ir bajando poco a poco. A dos kilómetros me lo encuentro, nos saludamos, y como no lo tiene le animo a que haga CIMA y se lo lleve al zurrón. Doy media vuelta con él, le acompaño y le animo a que tire un kilometrillo más para alcanzar con la vista el otro lado, que es soberbio. Vamos charlando y ya le digo que La Cabra no la voy a poder subir con el lastre que llevo. En rampas del 9-10% ya las voy pasando putas tirando de la carga. Cada pedalada en esos porcentajes es un riesgo de rotura fibrilar en el gemelo derecho de la poca cadencia que desarrollo. La Cabra sería una locura.

Llegamos a La Hermida, nos despedimos, y tiraré para el Desfiladero y en Unquera para Gijón. Él se va para la furgona y, visto que el tiempo no acompaña, irá regresando para Gipuzkoa poco a poco. Comentamos que parece que hay nubes cerrándose en las montañas, le digo que en la web ponía que caería un sirimiri, y me voy para abajo.

En el Desfiladero de La Hermida el suelo está mojado, señal de que había llovido antes. Paso Panes y a medio camino de la Unquera, en tierra de nadie, comienza a llover ligeramente. En ese preciso instante, Neoni me adelanta pitándome con la furgoneta. Nos saludamos con la mano y decido parar en un pequeño desvío de la carretera para ponerme el chubasquero.

No me da tiempo ni siquiera a sacarlo cuando una tromba de agua me empapa completamente. ¡Menuda cortina! Antes de abrocharme la cremallera, un río de agua que se ha montado por el arcén ya me cubre hasta el tobillo. Tengo que quitarme las gafas porque no veo. Las paso putas para cubrir las alforjas. Estoy empapado, qué digo empapado, soy agua. Me subo a la bici, inicio de nuevo la marcha y 20 metros después aparece Neoni en contra dirección.

Su chica abre el portón de la furgona ¡¡Sube!! ¡¡Métete dentro!! Durante un instante pensé en decirles que no hacía falta ¡¡bah, ni de coña, jejejeje!! Para allí que me tiré como Leonardo Di Caprio al encontrar un trozo de armario del Titanic. El charco que les dejo en un instante es como para volcar la furgoneta y desaguar, jejeje.

Seguimos hacia Unquera y resulta difícil ver la carretera. ¡¡Impresionante tromba de agua!! Le pregunto a Neoni: ¿Y a dónde váis? A Cabárceno, ¿y tú? Pues a Cabárceno, jejeje. Solo quería salir de allí. Si llegan a ir a Murcia, pues a Murcia, solo que al llegar a Unquera las opciones se limitan a dos: Gijón o Santander. Cualquiera de las dos me venían bien y tocó la de volver para casa. Total, lo que quería ver ya lo ví (La maravilla de ruta de los Collados) y la prueba que quería hacer ya la hice (el fiasco de lo de las alforjas).

Me acercan hasta Solares, con una cortina de agua de flipar hasta Comillas, y allí me despido de Neoni y de su chica que me han salvado de pillar un empacho de agua (y van y me dejan en Solares, jejeje). Otros no hubieran dado media vuelta, así que muchísimas gracias.

Me quedan 90 km a Bilbao y entre pitos y flautas son ya las 7 y media de la tarde. Si no paro, pues échale 4 horas. Antes de llegar a Laredo me vuelve a caer un medio sirimiri, medio lluvia, sin más. En Laredo intento coger un autobús para que no me pille lo que viene por detrás, que asusta, pero no me venden billete por no tener la bici desmontada y enfundada los muy cabrones, así que debo seguir en bici. Son las 9 y ya está prácticamente de noche.

Como todavía me queda trecho, paro a comer y beber algo. Llego a Castro y justo al entrar recibo la llamada de Javier preguntándome a ver por dónde ando que se va para Gijón para recibirme. Serán las 10 y cuarto más o menos. Si me lo llega a poner en el foro, hubiera tirado para Gijón desde Unquera. Total, lo mismo me daba, y quizá ya habría llegado. Mientras hablo con él, empieza a chispear ligeramente. Es colgarle y "la mundial" de nuevo.

Sigo un poco más y veo gente parada en una marquesina de autobús. Se me ocurre preguntarles "¿Hay algún autobús que vaya a Bilbao?". No, a Bilbao no, pero estamos esperando el de Bizkaibus que llega hasta Barakaldo. Ya, pero en lo de línea no se puede subir con bici. Bueno, ya puestos, como está a punto de pasar en 10 minutillos, no pierdo nada y estoy bajo techo.

Llega el autobús y en efecto, no me deja subir, pero un par de personas le dicen al autobusero que no le cuesta nada dejarme entrar, que va a caer una gorda, que es el último de la noche, que haga la vista gorda, ... y me deja. Me sale un euro y poco y en Barakaldo en un momentillo. El tipo parece que va con prisas porque se mete por Castro a toda ostia cogiendo las rotondas haciendo trompos. Tiene más paradas por el pueblo y luego coge la autopista. El mareo que pillo solo es comparable al que pillé en La Mesa. Voy con unas ganas de potar inmensas y al llegar a Barakaldo es lo primero que hago en un jardín con una mala gana de la leche. De ahí, bajo un ligero sirimiri, empapándome las piernas con los charcos de la carretera, hasta casa. Otro día más de aventuras, si es que...

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