Ruta a clase: A-7

Nueva jornada de clase con la diferencia de que hemos quedado en San Adrián para hacer una práctica de orientación por la zona del Arnotegi y del Gangoiti. Mi plan es ir también en bici para dejarla en clase e ir corriendo hasta el punto de encuentro.

XTREM

CAT 1

CAT 2

CAT 3

CAT 4

Ruta A - 7

Plentzia

80 km

1060 m+

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Por si acaso no me da tiempo, salgo un poquito antes de lo habitual y el día me regala otro amanecer espectacular en una mañana cálida, con una temperatura de 16ºC más propia del verano que del mes de noviembre.

Llego a Bilbao a las nueve y media y dejo la bici atada en clase como tenía pensado, me calzo las zapas de montaña que llevo en la mochila y salgo corriendo para el lugar de la cita.

Ejercicio de orientación

Terminamos la clase práctica un poco más tarde de la hora y, como ya no me da tiempo de disfrutar de un rato de playa y hace una tarde magnífica, decido regresar a casa dando un rodeo por Larrabetzu. Salgo de Bilbao por Atxuri y subo el alto de Miraflores, el otrora puerto diario que hace mucho que no subo por esta vertiente.

El semáforo de la subida a Santutxu me pilla en rojo y, en esos pocos segundos, el sol se oculta entre unas nubes y queda un cielo rarísimo, como si se tratase de un degradado en espejo muy extraño.

Me meto en la N-634 y voy despistado, tanto que aparezco en Erletxes casi sin darme cuenta, preparado para subir Aretxabalagane por esta vertiente de Larrabetzu.

El cielo está claro por todas partes pero el sol sigue tapado entre las únicas dos nubes grandes que se atisban. Hacía tiempo que no subía este puerto por este lado y sus cuatro kilómetros al 6% me apetecen muchísimo. 

A media subida, luce un resolillo y me da por mirar atrás. No tiene nada que ver lo que tengo delante con lo que hay a mis espaldas.

El caso es que voy embobado con los colores que se van formando en el cielo, con una paleta de azules muy extensa y con unas texturas muy curiosas.

Corono Aretxabalagane casi sin darme cuenta gracias al espectáculo que me está brindando el sol en su coqueteo con esas cuatro nubecillas y me dejo caer hacia Andra Mari. La temperatura es tan agradable que casi me da pena acabar la ruta.

Al cruzar Morga me llama la atención el nuevo piso que han colocado. Han puesto un pavés muy fino que no molesta nada para la bici pero que seguro que ralentiza el paso de los coches en zona 20.

La bajada se interrumpe con el repecho que hay para alcanzar el alto de Gerekiz y que casi hago con la inercia que llevo. El caso es que me noto fuerte y no me cuesta mucho subir.

La larga bajada me lleva por Olabarri hasta llegar a Mungia y el cielo me vuelve a regalar una estampa curiosa. La nube que tapa al sol va oscureciendo su tonalidad hasta que casi se vuelve negra. Más bien parece un efecto óptico que otra cosa porque nada más lejos que la lluvia en un día tan veraniego como este.

Me quedan doce kilómetros para llegar a casa y sigo rodando con buenas piernas. En Maruri-Jatabe empiezo a subir al alto de Andraka y hay un buen rato en el que se me pega un coche detrás y la conductora no termina de decidirse a adelantar por muchos gestos que le haga para que pase. Al final termino por echarme a un lado y dejarle adelantar dándole las gracias por su paciencia.

Corono Andraka y el cielo me vuelve a regalar otra estampa nueva, esta vez mucho más colorida, con unos naranjas contrastando con los azules que me quedo admirando desde la curva de los meandros que hay al bajar.

Al igual que hace unos días, decido pasarme por la playa para dar por concluida la ruta. Entre el recorrido en bicicleta y la ruta de orientación me ha quedado una jornada bien maja.