El mirador de los Alpes

El viaje hasta La Chaux de Fonds ha sido muy diferente a lo que había planeado en casa. He entrado en Suiza para volver a salir, rodeando todo el Jura. Eso me ha permitido hacer el Grand Taureau y llegar a la base de La Vue des Alpes a las seis de la tarde, a tiempo que hacer esta subida por su vertiente oeste, mucho más corta que la que viene de Neuchâtel.



Tan solo son algo más de cinco kilómetros que no llegan al 5% de pendiente media, por una carretera amplísima que, por suerte, no lleva mucho tráfico a estas horas.


Hay un kilómetro que supera el 8% pero luego viene un amplio descanso. La subida es muy sosa, sin apenas alicientes. Tan solo el nombre inspira algo de incertidumbre y de curiosidad por descubrir esas vistas de los Alpes.


Con el sol cayendo a mi espalda, la pendiente de la segunda mitad ronda un cómodo 4% y, viendo que esto no mejora, procuro apretar lo máximo posible para terminar con ello en cuanto antes.


Me gusta esta forma de separación de las bicicletas del tráfico, con un arcén amplio y limpio, perfectamente señalizado con bicis pintadas cada poco y de un color diferenciado de la línea de separación central. Los carriles bici segregados no me gustan porque son como guetos, y prefiero este tipo de carril que ayuda a una convivencia más natural.


Llego a la cima de este puerto y descubro que el nombre que recibe es el del hotel que hay situado a un lado de la carretera. Las vistas de los Alpes son una broma comparadas con las que he tenido los días previos y el BIG se queda como un auténtico bluf.


Desciendo lo más rápido que puedo y me desplazo hasta Saint Imier, donde encuentro una zona industrial ideal para dormir la noche de un sábado, ya que el domingo no habrá actividad. Paro junto a un puente sobre el río La Suze, justo en el inicio de las dos subidas opuestas de este valle.

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