Del taller a casa

Hoy tengo una ruta de ida al trabajo un tanto especial, ya que no se trata de una circular desde Plentzia. Ayer tuve un problema con el coche y hoy lo he tenido que llevar al taller, con lo que he aprovechado una magnífica mañana con sabor primaveral para hacer lo único que echo de menos de Bilbao: subir a Argalario.

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Del taller a casa Bilbao 90 km 1580 m+ IR

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Dejo el coche a eso de media mañana para que le echen un vistazo. Ayer cancelé la ruta de bici porque hacía mucho viento y, camino del cole, se puso a hervir el refrigerante porque no saltó el ventilador y me tuve que parar en el alto de Andraka hasta que se enfriara, para regresar a casa y coger el metro. El coche anda bien pero, por el miedo de que me volviera a pasar, he hecho el trayecto hasta Bilbao en tres tramos, parando un cuarto de hora en Berango y Erandio, por si las moscas.


Quedo en pasarme de nuevo por el taller a primera hora de la tarde para ver si está arreglado o si se tiene que quedar a dormir ahí y me dirijo a Argalario con la ilusión de un niño la noche de Olentzero. Ahora que vivimos en la costa, echo en falta un puerto de cierta entidad más cerca de casa.


El termómetro del V800 marca los 20ºC y luce un sol espectacular. Llevamos bastantes días con temperaturas muy suaves y se agradece mucho.


Solvento la primera parte de la subida y, tras el descanso, inicio la segunda disfrutando muchísimo. Es un puerto que me conozco como la palma de la mano y, sin embargo, no dejo de apreciar hasta el último detalle. Lo echaba mucho de menos.


Voy cogiendo un buen punto porque llego a la parte final muy fresco. Apenas he hecho tres kilómetros previos pero, normalmente, empezaba en su base con siete kilómetros saliendo desde casa, así que las sensaciones deberían ser las mismas de siempre. Coger la bici varios días por semana me está viniendo muy bien.


Me cruzo con otro ciclista que baja en el preciso instante en el que tengo la antena de Argalario a la vista por primera vez. Corre una ligera brisa y se está de maravilla.


Como no tengo ninguna prisa, me quedo disfrutando de las vistas durante un rato y bajo hasta el mirador de La Reineta para aprovechar uno de los bancos y tomar un poco el sol, que ya apetece.


Se acerca la hora de comer y tengo pensado coger un bocadillo en el Carrefour de Sestao. Sentado en el mirador, el Serantes destaca sobremanera y es cuando se me ocurre subirlo y comer allí el bokata.


Bajo hacia Trapaga y sigo camino de la zona de centros comerciales, llegando hasta el Carrefour. Me cojo un bokata y una lata de cocacola y los cargo en la mochila.


Para ir hasta Santurtzi, opto por tomar el bidegorri de Galindo que me deja en el parque de La Florida de Portugalete. Es una vía muy transitada por ciclistas y me cruzo con varios en apenas un par de kilómetros.


Accedo al Serantes por Kabiezes y desemboco en la calle que sube hasta el instituto de FP de San Jorge. No me suena que tenga salida hacia la subida al monte pero, ya que estoy ahí, no me cuesta nada comprobarlo.


En efecto, no hay salida y me tengo que dar media vuelta en este alto para regresar a Santurtzi y empezar a subir desde el ayuntamiento.


Enseguida tengo unas buenas vistas sobre Santurtzi y de todo el Puerto de Bilbao. El Serantes es, sin duda alguna, una de las subidas que mejores vistas ofrece.


A media subida, me encuentro con una cuadrilla y uno me saluda por mi nombre al pasar. No me había dado cuenta pero son cuatro profesores del cole que se han jubilado este año junto con algún amiguete más. Estamos un buen rato charlando y luego prosigo con lo que me queda.


Llego a la altura de las fortificaciones muy descansado. Entre que el Serantes tiene unos porcentajes cómodo y que me he tirado un buen rato parado, llego fresco a la rampa dura del final.


Corono donde se acaba el hormigón y dudo por un instante si quedarme a comer el bokata sentado en la hierba disfrutando de las vistas hacia occidente o si, por el contrario, desciendo un kilometrillo o así hasta un banco que domina todo el abra de la ría. Como se ha levantado un poco de aire y resulta algo molesto, opto por esta segunda opción.


Me apalanco en el banco mientras pasan varios beteteros camino del alto y devoro el bokata disfrutando del sol y de las vistas. Las praderas lucen un verde precioso para esta época y el mar está nítido, quedando un perfil de costa completamente libre de bruma.


He quedado en pasarme por el taller sobre las tres y media y todavía tengo tiempo, así que me quedo por un buen rato en el banco hasta empiezo a notar que me estoy quedando frío.


Al bajar, observo que han abierto una pista cementada que se dirige hacia el puerto, llegando a la carretera de Zierbana. Antes eso era un sendero pero ahora se puede ir con la bici perfectamente, incluso se podría considerar un nuevo inicio algo particular.


La pista apenas tendrá un metro y poco de ancho pero es ciclable y acorta la subida unos quinientos metros, evitando además tener que meterse en las calles de Santurtzi si se viene de Zierbana.


Regreso al taller por toda la costa, pasando por los diferentes municipios que se enlazan hasta llegar a Bilbao: Santurtzi, Portugalete, Sestao y Barakaldo.


Llego al taller y me dicen que el coche se va a tener que quedar allí porque hay que sustituir el termostato y la pieza les llega esta tarde, lo que no me dejaría tiempo para llegar a clase. Contaba con ello, así que no me importa demasiado.


Cojo el bidegorri de la ría y lo sigo hasta el mismo ayuntamiento de Bilbao, pasando por Olabeaga, el Euskalduna, el Guggenheim, ...


Para la vuelta nocturna escojo la de casi siempre, subiendo Unbe. Salgo de clase con una noche maravillosa y 18ºC de temperatura, para disfrutar. La brisa del sur también me ayuda y todo ello hace que llegue a Plentzia enseguida.

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