La mancomunidad de Uribe-Kosta

La preparación del Maratón de Málaga me ha llevado mucho tiempo y, una vez cancelado el evento, vuelvo a retomar la bicicleta con la idea de que 2017 sea un año importante en la recolección de puertos europeos, con varios viajes en la agenda para anotarme un montón de BIGs. Vivir en Plentzia me permite salir con menos pereza gracias a encontrarme en un lugar magnífico para la práctica del cicloturismo, con carreteras tranquilas y gran variedad de puertos en una distancia muy comedida.

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Mancomunidad Uribe-Kosta Plentzia 64 km 1115 m+ IR

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Son las 14:30 cuando salgo de casa con la idea de recorrer los siete municipios de la mancomunidad de Uribe-Kosta, subiendo varios puertos de camino para empezar a acumular desnivel tras dos meses y medio de parón ciclista.


Plentzia es el primer municipio del listado y, dado que está pegado a Gorliz, el segundo cae enseguida con tan solo seguir el paseo de la playa.


Apenas llevo un kilómetro recorrido cuando me encuentro junto al hospital. Espero no tener que venir nunca aunque las vistas desde las habitaciones tienen que ser la repera.


Enfilo la subida al Faro de Gorliz (Faro Billano) con esas dudas sobre si podré con dos kilómetros al 7% después de tanto tiempo sin pedalear.


Pero pronto tengo el faro a la vista y, aunque hay un par de picos por encima del 10%, no me cuesta demasiado acceder hasta él.


Media vuelta y me detengo por un instante para disfrutar de las vistas que ofrecen los acantilados, con toda la montaña cántabra de costa al fondo.


De nuevo a ras del mar, comienzo la subida a Andra Mari por la carretera que se dirige a Armintza, perteneciente a Lemoiz, tercer municipio de la mancomunidad por el que voy a pasar.


Andra Mari son dos kilómetros y medio al 4% que no ofrecen ninguna dificultad. La última vez que subí por aquí fue a la carrera con Amaia en una buena ruta circular saliendo de la playa.


Enseguida me encuentro en la cima del alto, cruzando la línea de 'premio de montaña'. Está quedando una tarde estupenda con 20ºC de temperatura y es una delicia pedalear por carreteras por las que no pasa ni un solo coche.


El descenso me deja en la cala de Armintza, desde donde se inicia la subida a Jata. Van a ser casi diez kilómetros al 3%, muy engañosos porque hay tres tramos de subida con sus respectivas bajadas intermedias.


Empiezo a subir el primero de los tres tramos con un ciclista a lo lejos y el sol calentando bien. He salido de corto y se agradece.


Corono el primer tramo con el ciclista a veinte metros pero me quedo en la curva para tomar una foto de la central nuclear nonata de Lemoiz. Se lograron parar las obras pero ahí quedó el monstruo para los restos.


La altitud ganada se pierde rápidamente y se vuelve a subir un segundo tramo. La línea costera es una sucesión de cortas subidas que van acumulando desnivel. En esta subida, doy alcance al ciclista que me precedía y entablamos una corta conversación.


Como él va para Mungia y yo tengo intención de coronar Jata, nos despedimos y sigo a mi ritmo. Me encuentro mejor de lo que pensaba y llego al mirador del alto de Jata con muy buenas sensaciones.


Ya en la cima del puerto, me acerco al mirador para disfrutar de las vistas de la costa, con San Juan de Gaztelugatxe justo enfrente.


En esas que llega el ciclista. Se lo ha pensado mejor y ha decidido terminar la subida en vez de tomar el desvío de Mungia, cosa que le había dicho que iba a hacer yo después de coronar. Por tanto, descendemos y hacemos el tramo que hay hasta la rotonda de Maruri charlando.


Iba a seguir hasta Unbe pero decido meter también la subida a Andraka por esta vertiente. Solo son tres kilómetros y medio muy suaves y así me voy acostumbrando a uno de esos puertos que tendré que subir mil veces camino a mi nueva casa.


Corono Andraka con más tráfico que en todo lo que llevaba de ruta hasta ahora. Tráfico por llamarlo algo porque, comparado con Bilbao, esto es un paraíso.


El descenso de Andraka me vuelve a dejar en Plentzia y sigo camino de Urduliz, el cuarto municipio de la mancomunidad por el que voy a pasar.


Apenas llevo cuarenta kilómetros y ya empiezo a notar la inactividad ciclista. Unbe son seis kilómetros y medio desde la rotonda de Urduliz y, aunque son muy suaves, se me pueden hacer durillos.


La luz va cayendo sobre el valle del Butrón y la oscuridad va ganando terreno en toda la subida. Algunos coches van con las luces puestas y yo solo tengo un pilotito en el manillar para hacerme visible.


Me acerco al alto con las piernas algo doloridas y el sol va dejando unos colores preciosos en un bonito atardecer. Dejo atrás el desvío de Berango, que cogeré en cuanto corone, y enfilo la última recta de esta vertiente de Unbe.


Desde la cima de Unbe, regreso sobre mis pasos para tomar el camino de Berango, con el sol pegando de lado con un color más rojizo a cada rato que pasa.


La bajada es muy rápida y me planto en Berango enseguida. Con éste ya van cinco municipios de la mancomunidad.


Sopela es el sexto, sin un metro que lo separe de Berango. La luz empieza a escasear y trato de darme prisa para que no se me haga de noche.


La subida a Barrika no es más que un simple repecho de un par de kilómetros a un irrisorio 3,5% que se me hace muy duro. Empiezo a pagar la inactividad ciclista, llevando las piernas a punto de estallar.


Barrika es el séptimo y último municipio de la mancomunidad y desde el alto ya se vislumbra la villa de Plentzia. Al llegar a la estación de MetroBilbao, cruzo el puente de Manterola para atajar en dirección al ayuntamiento.


Con poca luz, llego a casa. Ha sido un recorrido que ya conocía de sobra pero que me ha ilusionado enormemente por las grandes posibilidades que me ofrece y por el poquísimo tráfico que voy a tener que soportar en este entorno de ensueño. En cuanto coja un poco más de fondo con la bici intentaré una ruta que pase por todos los municipios de la comarca de Uribe.

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