El cantón de Zürich

Con la decisión de cancelar el resto del viaje tomada, la ruta que me recomienda el Viamichelin para regresar a Bilbao hace que entren en el planning algunas subidas que no tenía previstas. He mirado en la web del BIG y hay dos subiditas muy cortas en el cantón de Zürich que no me importa hacer sin fotos. Esta zona de Suiza es muy poco montañosa y no espero nada del otro jueves con lo que, de esta manera, puedo aprovechar para tachar dos altos que quedan un poco a desmano.

Ver +/-

Cruzar todo el Tirol y llegar hasta Wald me lleva unas horas, con lo que llego casi a medianoche. Ya estoy de vuelta en Suiza y eso me devuelve a los problemas de aparcamiento porque todo es propiedad privada y aquí son muy suyos. Consigo dormir a las puertas de una fábrica, justo en el inicio de la subida, con la tranquilidad relativa de que hoy es domingo y la gente no trabaja. Aún así, espero terminar pronto con esta corta subida porque no me fío un pelo de los suizos. Les he cogido tirria, lo reconozco.

Ha salido una mañana muy amenazante y ... ¡tengo imágenes! En el viaje de ayer iba probando la cámara y me di cuenta de que tenía una posibilidad de sacar imágenes: el botón de vídeo. Me basta con grabar vídeos de un segundo para luego extraer un fotograma. La calidad que da la cámara es pésima pero algo es algo.

La subida a Bachtel me recuerda a algunos BIGs franceses del centro del país. Es una subida a una loma que tiene unas antenas. Eso sí, bastante más dura que los gilipuertos que inflan la lista de Francia.

Como no estaba en el planning, no tengo track y ni idea de por dónde se va hasta la cima, así que voy guiándome por las antenas, siguiendo siempre la pista que más sube, lo que hace que me equivoque un par de veces acabando en las puertas de una granja.

Hay rampas muy duras, por encima del 20%, y un kilómetro completo al 14% que me obliga a darlo todo. Por un momento caen dos gotas pero no termina de arrancar a llover.

Llego a la zona más alta y, sin entretenerme nada, me doy media vuelta pensando que vaya castaña de subida. Según regreso sobre mis propios pasos, me encuentro una cinta de lado a lado de la pista y me llevo un susto del copón. Un ganadero ha cerrado el paso para que las vacas no se le vayan y, con la velocidad que llevo por la pendiente y el susto que me pego al ver un obstáculo cruzado, salgo disparado por encima del manillar pegándome una hostia morrocotuda. Suerte que no iba muy deprisa porque me hago un corte en la tibia por el que mana un hilo de sangre y me duele bastante, con un huevo que acojona. También me he roto el Goretex a la altura del codo, con un fuerte golpe en el hueso pero no me preocupa tanto como lo de la tibia.

Ha sido entrar en Suiza y volver a torcerse las cosas. Quien quiera que haya puesto la cinta cruzada me ha tenido que ver pasar porque lo he hecho hace tan solo unos minutos y no hay otra forma de bajar más que por el mismo sitio. Me cago en su puta madre y en todos sus muertos mil veces mientras me lavo bien la herida y me pongo servilletas mojadas para que se me baje la hinchazón.

Con un mosqueo del quince, prosigo el viaje hasta Dielsdorf para tachar otra broma de un kilómetro y medio cuando se me pone la policía detrás con la sirena encendida y me hacen parar en un arcén de la carretera. Por tercera vez en unos días, los suizos me vuelven a pedir la documentación, esta vez sin revolver nada más que la guantera y mirar un poco por encima.

Llego a Dielsdorf para subir la tachuela de Regensberg. El GPS de la bici me está ayudando mucho porque introduzco los nombres y me va guiando. He de reconocer que voy calentito.

Este BIG es tan absurdo que no merece comentario alguno. Se trata de subir a una localidad donde lo único reseñable es un pequeño castillo. Para colmo, se pone a chispear.

Solamente es un kilómetro y medio pero la preocupación por el huevo que tengo en la tibia es tan grande que casi doy pedales solo con la pierna izquierda.

Esta subida no me ha llevado ni quince minutos y ya estoy de vuelta en el coche. Todavía tengo que cruzar la mitad de Suiza y miedo me da. ¡Qué ganas tengo de salir de este país!