La sierra de Alcaraz

Diseño una primera etapa en Albacete, metiendo todos los CIMAs de la sierra de Alcaraz, con un doble paso por Las Crucetillas obligado si se quieren enlazar todos ellos. Este año ha sido un tanto especial y no había superado los tres mil metros de desnivel en mucho tiempo, y mucho menos con un perfil tan tipo 'serrucho', pero la etapa de ayer en Madrid me ha animado bastante.

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La sierra de Alcaraz Alcaraz 190 km 3400 m+ IR

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He dormido en el aparcamiento techado que hay en el perímetro suroeste de Alcaraz. Bueno, lo de dormir es un decir porque no he conseguido pegar ojo. Ha sido una noche muy calurosa y me sudaban hasta las piernas. Ni la puerta del coche entreabierta ha sido suficiente para refrescar el interior.


Aprovecho que no pego ojo para desayunar aún de noche y así salir a primera hora, cuando el calor todavía no aprieta. El puerto de El Barrancazo es el primero de la lista. Es un puerto largo pero dividido en dos partes, con una larga bajada después del collado de Las Majadas.


La primera parte transito en penumbra, ya que el sol sale por detrás de las montañas. Los porcentajes son suaves pero van cogiendo forma, hasta llegar a un 6% antes de entrar en Vianos.


Han sido media docena de kilómetros a los que le siguen otros tantos, de nuevo bajando los porcentajes a cifras de paseo.


El asfalto que me encuentro está para estrenar. Es de esos que yo llamo navarros, negros con buen deslizamiento adornados con líneas blancas a los lados, como si fuera una pista de scalextric.


Corono El Barrancazo con casi otra media docena de kilómetros con pendiente ascendente, hasta llegar al 6% final. Es un puerto fácil pero largo, de casi veinte kilómetros. En la parte final ya pega el sol con fuerza y soy consciente de lo dura que va a ser la jornada por mucho que acabe de iniciarla y esté fresco como una lechuga.


Nueve kilómetros de descenso me dejan en la base de Las Crucetillas, puerto que deberé hacer dos veces, subiendo por ambas vertientes. El asfalto cambia completamente y aparecen algunos baches, aunque se puede seguir sin ninguna molestia buscando la trazada buena.


El calor ya es tremendo para estas horas, cuando todavía no llevo ni cuarenta kilómetros. La pendiente sigue siendo muy modesta pero el puerto consta de otros doce kilómetros que me llevan un buen rato.


Llego a la cima de Las Crucetillas y las vistas de la vertiente sur de la sierra de Alcaraz son muchísimo más interesantes que las de la norte. Por aquí se divisa también el oasis de la sierra del Segura, nada que ver con la planicie seca del noroeste albaceteño.


Desciendo hacia Riópar Viejo, donde dará inicio otro bucle circular con varios puertos de paso. Me encuentro una fuente con agua fresca para repostar y refrescarme antes de empezar a subir Las Crucetas por su vertiente del Cortijo del Cura.


Ya llevo cincuenta kilómetros recorridos cuando empiezo a subir Las Crucetas y no me he cruzado con ningún coche todavía. Es algo sorprendente llevar tantos kilómetros sin ver a un ser humano.


La segunda parte del puerto está recién asfaltada y carece de marcado horizontal. Llega un momento en el que empiezo a ver conos en la mediana, señal de que andan trabajando.


En efecto, justo después de cruzarme con tres ciclistas de alforjas, me encuentro con un tipo regulando el inexistente tráfico porque sigo sin ver ningún coche. Da gusto rodar por un piso de estreno.


Han sido solamente cuatro kilómetros y medio de subida al 6%. Sigue sin haber porcentajes exigentes pero ya voy acumulando metros de ascensión. Corono Las Crucetas sin bebida. El calor del asfalto recién echado se une al sofoco del sol y es insoportable. Ni siquiera me queda agua en tan pocos kilómetros de subida.


El descenso de más de 17km es una gozada. La primera parte tiene asfalto nuevo y luego la pendiente hace el resto.


Hay un pequeño parquecito a media bajada con dos fuentes, con unas vistas muy chulas del fondo del valle, cubierto de olivos. En una fuente no hay agua y, en la otra, solo sale un hilillo caliente que no me apetece beber.


Dejo la carretera de Reolid para meterme por el Estrecho del Hocino, un tramo de solamente un kilómetro que resulta muy vistoso. Setenta kilómetros ya y ni un solo coche. Esto ya no es sorprendente, sino que empieza a ser paranormal.


Salgo del Estrecho del Hocino y me meto en los terrenos del Balneario de Benito. Voy buscando agua y, entre abuelete y abuelete, encuentro una fuente junto a las pistas de petanca.


Enlazo con la N-322 y se cruzan los primeros coches de la jornada. En los más de diez kilómetros que hay hasta el desvío de Bienservida no serán más de cuatro o cinco. Tiene que ser festivo o algo por la zona porque no se explica tan poco tránsito de vehículos.


Poco después de cruzar Villapalacios llego al desvío de Bienservida. De nuevo tengo necesidad de coger agua pero creo que ya voy a parar para comer un helado que me refresque un poco.


Esta cara de la sierra de Alcaraz es bastante sosa y tengo ganas de entrar en la otra vertiente, mucho más cubierta de vegetación. Al cruzar Bienservida decido no parar porque las tres terrazas que hay en el cruce central del pueblo están repletas de gente, como si fuera festivo. Más adelante hay un par de puestos feriantes que parecen confirmarlo.


Me encuentro con un nuevo cartel de puerto y ya van unos cuantos. Voy camino de los cien kilómetros de etapa y no me pesan los kilómetros ni el desnivel. Me empieza a pesar el calor.


Encuentro una fuente a medio subida que me salva la vida porque se me ha pasado rellenar el bidón en Bienservida. Lo mejor que tiene esta zona es la enorme cantidad de fuentes que te encuentras por todas partes, la mayoría de agua muy fresca.


Como en todos estos puertos, la pendiente se mantiene entorno a un cómodo 5% hasta el final, lo que no supone ningún problema.


Corono El Bellotar y emprendo un nuevo y rápido descenso hacia Villaverde de Guadalimar. Ya paro en cada fuente, aunque solo sea para cambiar el agua del bidón por una un poco más fresca. De paso aprovecho para mojarme un poco y refrescarme, cosa que no sé si llega a ser provechosa porque, tras un primer momento relajante, el sol hace que me cueza enseguida.


Cruzo Villaverde de Guadalimar y giro hacia Riópar, con el puerto de El Arenal de por medio. Sigo sin ver un solo coche hasta su segundo kilómetro, donde coincido con tres o cuatro.


El día ha sido soleado y muy caluroso pero empieza a nublarse. algo que me va a venir muy bien para la parte final de la etapa. Todavía me quedan tres puertos y será mejor así.


A pocos metros de coronar El Arenal me encuentro con algunos letreros indicando la presencia del aparcamiento para visitar el nacimiento del río Mundo. Es algo que me hace cambiar un poco los planes de la semana porque despierta mi curiosidad.


Desciendo hasta Riópar y me siento en la terraza de un restaurante para comer un helado. El rato que estoy sentado me da para pensar cómo apaño una visita al río Mundo y decido que la única manera de hacerlo es quitando la etapa final que tenía pensado hacer por tierras jienenses. Me apetecía repetir algunos puertos como Tíscar o Las Palomas de Cazorla pero siempre es mejor hacer algo nuevo. Ya que estoy aquí, mañana por la mañana intentaré aprovechar la ocasión.


En el restaurante me llenan el bidón con agua fría de surtidor. Es algo que no se ve por norte y que me gusta especialmente. Ya solo me quedan dos puertos y enfilo Las Crucetillas, que ya lo he hecho a la contra hace unas horas.


A dos o tres kilómetros de Riópar salgo de la carretera más directa de Alcaraz para meterme por la alternativa. Es un poco rollo pasar por donde ya se ha pasado pero me motiva que sea el puerto más duro de la jornada, ya que esta vertiente de Las Crucetillas son ocho kilómetros al 6%, con algunos porcentajes más altos en algún que otro punto, llegando a superar el 9%.


Definitivamente, el día se ha nublado bastante y eso me viene de maravilla. Hay ratos de sol pero se intercalan los ratos de sombra y no llego a ir sofocado en ningún momento.


Corono Las Crucetillas con muy buen tono y muy animado. Ya llevo más de 130km y no me deben quedar más de cuarenta para terminar, según lo que pensaba que saldría de salida: 170km.


El largo descenso de la vertiente más suave me deja en el cruce del río Madera. Empiezo a pensar que debe haber algún error en mis cuentas porque voy 146km y las cuentas no me salen.


El desvío hacia Casa Rosa me adentra en una carretera mucho más estrecha. Voy pasando por alguna que otra vivienda con aspecto de abandono. Por ahí sigo sin ver a nadie. Está siendo la ruta más solitaria que recuerde.


Vuelvo a quedarme con el bidón caldoso y encuentro una casa con gente. Un hombre me llena el bidón con agua fría de la nevera, algo que me viene genial para finalizar la ruta. Le pregunto si sabe cuántos kilómetros para llegar a Alcaraz y me dice que unos 27km, más o menos. Es una putada pensar que te quedan menos de los que realmente van a ser y me vengo un poco abajo.


El tramo de Casa Rosa ha sido más duro de lo que pensaba. A pesar de tener tendencia descendente, el golpe moral ha sido duro. Empiezo a subir la Loma de la Albarda sin poder quitarme de la cabeza el desfase de kilómetros que voy a tener con los que pensaba inicialmente que serían. La ruta se me va a ir a 190km, veinte más de los pensados. Cuando ya tienes en mente que estás acabando, el mazazo moral es tremendo.


Los primeros kilómetros de la subida son los más duros, a ese 6% común a todos los puertos del día. Luego, una vez superada la localidad de Catalmerejos, va suavizando paulatinamente. Hay un tramo al 10% que me mina la moral y me paro en una sombra. Como tengo cobertura, decido llamar a casa para que me entretengan un rato. No paro de pensar en que debería estar llegando al coche y que todavía me restan 35km de etapa y con un puerto más por hacer. No sé en qué punto me habré desfasado esos veinte kilómetros. Empiezo a tener un problema añadido: me está entrando sueño.


Transcurridos los primeros cuatro kilómetros de puerto, a ese 6% de media, la cosa suaviza mucho en los otros cuatro que quedan para llegar al punto más alto. Ya que se me ha ido la olla, me mentalizo para poner un buen ritmo que me lleve hasta Alcaraz de la forma más elegante posible.


Corono la Loma de la Albarda pero no empiezo a bajar en un buen rato porque hay una sucesión de colinas hasta llegar a Peñascosa. La luz empieza a escasear bastante y el sol de frente hace que las imágenes salgan más oscuras todavía.


Con un precioso atardecer, por fin llego a Alcaraz y me meto por sus estrechas callejuelas, repletas de rampones que voy evitando hasta el cuestón final hasta el aparcamiento donde tengo el coche.


Llego con un sueño tremendo y no me apetece cenar. Ha sido una etapa redonda en la que destaco la soledad que me ha acompañado en toda la jornada. Han sido tres o cuatro coches contados con los que me he cruzado en todo el día, y todos ellos en el mismo tramo de carretera nacional. Lo demás ha sido un viaje por parajes pintorescos que no corresponden con la idea que se tiene de Albacete. Espero descansar bien para mañana, aunque no creo que el río Mundo me exija mucho, necesito dormir bien esta noche. Necesito que refresque algo por la noche para poder pegar ojo pero puede que, esta vez, me ayude el cansancio acumulado que llevo encima.

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2 Comentarios

  1. ¿Qué tal descansaste? Supongo que el sueño venció al calor. A veces me resulta preocupante tanta soledad.

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    1. Yo no recuerdo haber hecho nunca una ruta tan larga y tan solo.
      Dormí como un bebé. Bajó bastante la temperatura nocturna y, por fin, pude descansar. También ayuda mucho llegar fundido, jejeje

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