Departamento de Gard

Llega el tercer día y la última etapa que tengo diseñada por la región de Languedoc-Rosellón. Ayer me desplacé a Nîmes y he dormido a las afueras, aparcado en una zona industrial con la salida para la siguiente etapa bien localizada. Sigue haciendo mucho viento pero no tan huracanado como ayer, aunque algunas rachas son muy fuertes.

XTREM CAT 1 CAT 2 CAT 3 CAT 4


Departamento de Gard Nîmes 170 km 1500 m+ IR

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Vuelvo a madrugar mucho. Por aquí amanece muy pronto y prefiero tener tiempo por la tarde para dar una vuelta y soltar piernas. La etapa de hoy tiene muy poco desnivel y solo el viento endurece la jornada.


Ese viento que, los dos días anteriores, empezaba contrario, hoy sopla algo favorable y lo aprovecho para ganar kilómetros con rapidez, llegando a Beaucaire muy descansado.


Es ahí cuando contacto con el río Rhône y lo voy remontando hasta llegar a Avignon. La carretera lleva bastante tráfico, no en vano hoy no es fin de semana y la gente tiene que ir a trabajar.


Giro hacia el norte y, aunque llevo el aire de cara, el viento sopla con poca fuerza y no llega a ser molesto. Eso hace también que la sensación térmica no baje y el sol caldea mucho el ambiente, pasando de los 20ºC en muy poco tiempo. Por fin hoy estoy disfrutando de un día magnífico.


Avignon es una de esas localidades que bien merecen una visita detallada. Tengo diseñada la etapa para perderme por sus calles amuralladas durante un buen rato.


La plaza en la que se encuentran el Palacio de los Papas y la catedral de Notre-Dame des Domes está repleta de turistas haciendo fotos. Aprovecho el maravilloso lugar para comer algo mientras disfruto de los rayos de sol sentado en un banco desde el que puedo ver el gran trabajo que está haciendo una pintora.


Podría quedarme por más tiempo porque se está de maravilla pero me vuelvo a poner en marcha, recorriendo algunas calles céntricas camino de una de las puertas de la muralla.


El río me trae grandes recuerdos de muchas etapas alpinas en las que es claro protagonista. Terminada la visita a Avignon, vuelvo a la otra orilla para seguir mi camino.


Se confirma que hoy no molesta tanto el viento. Voy hacia Bagnols sur Cèze con él en contra pero puedo mantener una velocidad de crucero suficiente como para no desesperarme.


El objetivo montañero del día se acerca y empiezo a ganar altitud muy poco a poco. A estas horas ya hace un calor considerable, llegando a los 30ºC.


Cada vez que miro hacia el oeste se ven nubes oscuras sobre el Macizo Central, algo que contrasta muchísimo con el cielo despejado que disfrutamos más cerca del Mediterráneo. La elección de zona para estas vacaciones ha sido todo un acierto.


Estoy llegando a la pequeña localidad de Vallérargues y voy con el bidón vacío desde hace un buen rato. Hoy aprieta el calor y se nota mucho en el consumo de líquido.


Salgo de la carretera y me meto por las callejuelas del pueblo en busca de una fuente que no encuentro, hasta que veo una en la misma carretera. El agua mana con fuerza por el caño y la frescura hace que disfrute del trago sentado al sol. Voy de largo y me estoy poniendo las manos muy morenas, como si llevara guantes en la piel.


Ya he superado los cien kilómetros en la etapa de hoy cuando empieza a asomar el objetivo diario. El Guidon du Bouquet es una montaña solitaria desde la que espero tener unas vistas majestuosas.


Apenas son algo más de cinco kilómetros pero desde la base impone bastante la subida. No tengo mirados los perfiles y voy bastante a la aventura, pero creo que aquí va a haber rampas duras sí o sí.


Y así es. Los porcentajes se disparan por momentos, acercándose al 20% en varios tramos. Me sorprende mucho ver mojones con datos de la subida.


Los mojones engañan una barbaridad, ya que la ascensión es tremendamente engañosa, con llanos y bajadas siguiendo a rampas muy duras que hacen que la media de los kilómetros se diluya.


Llego a las antenas con el esfuerzo justo. El viento sosegado de la llanura es más intenso en esta altitud pero sin llegar a la peligrosidad de ayer. Las vistas de la región, tal como esperaba, son inmensas.


Mirando hacia el este, destaca el Mont Ventoux, tan cercano. Había previsto una etapa final con el coloso de postre por sus tres vertientes pero ayer decidí que no tengo ninguna gana de probar los efectos que le han llevado a tener ese nombre. No me imagino clavado en sus kilómetros finales luchando contra fuerzas invisibles. No me apetece lo más mínimo.


Desciendo del Guidon du Bouquet por la vertiente de Brouzet. Los operarios están desbrozando los laterales del camino pero se baja sin ningún problema.


Ya tengo hecho casi todo el desnivel del día y vuelvo a tener el viento de cola camino del final de la etapa. Así es una gozada concluir una ruta.


Queda una tarde magnífica y da gusto pedalear por estas carreteras casi desiertas y con poca necesidad de imprimir potencia a los pedales para ganar una buena velocidad de crucero.


Carreteras serpenteantes por terrenos de viñedos, aire favorable que no molesta, buena distancia y un desnivel poco exigente, sol que templa pero sin llegar a quemar, ..., todo hace que disfrute mucho de este tramo final.


A la altura de Moussac cruzo el río Le Gardon y sigo hacia el sur, camino de Nîmes. Me va a quedar mucha tarde para dar una vuelta por sus calles.


Llego a Nîmes muy descansado. Es la tercera jornada del viaje y ya he recorrido 500km, lo que me sirve para ir cogiendo una buena forma para los puertos de verdad que me esperan en los Alpes Marítimos.


La próxima etapa la tenía planeada en Marsella pero voy a cambiar un poco los planes, dejándola para el final, ya camino de vuelta. Así no tendré que conducir mucho el último día e iré acercándome a casa poco a poco. Cancelar el día del Mont Ventoux me ha hecho ganar una jornada, con lo que voy a dividir la dura y larga etapa de Cannes en dos. Improviso un nuevo recorrido con la ayuda de un mapa de carreteras francesas muy viejo que llevaba en la guantera y me voy a Draguignan.

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