Galdakao Mugarriz Mugarri (extendida)

Estoy a la espera de que llegue el mes de enero para empezar la preparación para el reto Mauna Kea en bicicleta de carretera y, mientras tanto, la realización de trails independientes es una buena manera de mantener un estado de forma óptimo con un fondo más que razonable. Es difícil diseñar recorridos de este tipo que sean lo suficientemente motivantes como para que me interesen y, por esta razón, estoy tirando de los ya marcados por algunas pruebas del calendario vasco de marchas de montaña, que es una mina. Así es como encuentro la Galdakao Mugarriz Mugarri, ruta montañera que rodea el municipio de Galdakao yendo de mojón en mojón y que, extendiendo su trazado para que pase por Bilbao, me queda en una distancia y en un desnivel muy majos.

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Galdakao Mugarriz Mugarri  Bilbao 60 km 2430 m+ IR

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Como ya tengo algo de experiencia en carreras por montaña, me resulta bastante sencillo hacer cálculos sobre el tiempo que voy a necesitar para cubrir una ruta en función de su distancia y su desnivel acumulado. Hace mucho frío en una mañana de niebla muy espesa y, con los datos que manejo, salgo de Bilbao (6m) a las 08:45 para retrasar al máximo la hora de partida pero con la seguridad de acabar de día. El frío que hace por el paseo de Los Caños, a orillas de la ría, es tremendo y llego al collado de Montefuerte (212m) medio helado a pesar de tener que hacer la subida desde el parque de Ollargan.


Noto en la bajada hacia Basauri que el gemelo me puede dar guerra. La musculatura sigue fría y voy acojonado hasta el C.C.Bilbondo, pisando con mucho cuidado cada vez que la calzada se pone para arriba. Ya llevo una buena temporada con esta lesión y parece que empieza a ser crónica. Me meto por detrás del Forum, donde acaba la carretera, para encontrar una pequeña pista que me lleva a Arkotxa para enlazar con el recorrido oficial de la marcha.


Apenas son unos metros junto a unas naves en ruinas y empalmo con la subida a Zarátamo. Con el GPS en mano, tras unas casas con un parque infantil, encuentro el sendero de subida. Llevo diez kilómetros y empieza lo bueno.


El sendero es estrecho y está bastante embarrado. Llevamos unas cuantas fechas con agua a raudales y eso hace que las pistas y estos senderos estén muy pesados, haciendo más duros los recorridos.


La subida es más continuada que la primera cota de la mañana y voy entrando en calor a medida que alcanzo más altitud. En parte, también es gracias a que voy saliendo de la masa nubosa tan baja que tenemos hoy. Esto le está yendo muy bien a mi maltrecho gemelo que, a medida que avanza la mañana, deja de ser una preocupación. Soy un desastre y de una dejadez que roza lo enfermizo, pero debería calentar bien antes de empezar a hacer cualquier ejercicio. Siempre lo pienso pero ... para la próxima haré igual.


El pequeño sendero deja paso a una pista mucho más cómoda para la carrera pero tampoco me cebo en pendientes fuertes. La ganancia de tiempo no es mucha por ir corriendo y sí el ahorro de fuerzas. El día va a ser largo y con mucho terreno para apretar algo más.


Con una alfombra de hojarasca bajo los pies, el impacto en el esqueleto es mínimo. Es una gozada correr sobre esta superficie siempre que la base se encuentre plana y sin peligro de torceduras.


Todo este tramo de ascenso hacia el Upo (567m) mantiene una estampa fantasmagórica gracias a la tupida niebla. El frío se mete en los huesos gracias a la enorme humedad reinante.


A medida que voy ganando altitud, tímidos rayos de sol empiezan a asomar entre los troncos de los árboles y se agradece el calorcito que les acompaña. La pista se mantiene muy corredera y solo hay que ir esquivando los charcos que, en muchas ocasiones, la cubren en toda su anchura. El Goretex® de las zapatillas se hace imprescindible en estos terrenos.


La salida del bosque coincide con las rampas más duras hasta que, en el cortafuegos de acceso a la cima, se vuelven de una exigencia máxima, con una pendiente muy fuerte que no da opción al trote ni a la marcha ligera. Suficiente con ir subiendo paso a paso.


Llego a la cumbre del Upo asombrado por la estampa del Gran Bilbao cubierto por un denso manto blanco. Nunca había visto nada igual en Bizkaia. De hecho, todo está tapado en los 360º a la redonda que permite contemplar este magnífico mirador.


Sentado en el pequeño hito que hay en la cima, tomo mi primer avituallamiento consistente en cuatro galletas de tipo príncipe y una manzana. Las galletas príncipe se están convirtiendo en mi sustento para estas pruebas por su alto valor energético y porque combinan muy bien los hidratos lentos con el chocolate que sienta como un tiro. Aprovecho también para echar un trago de agua de la bolsa de hidratación de un litro que llevo en la pequeña mochila adosada a mi cuerpo.


La bajada del Upo hacia el sur comienza con una pendiente tremenda pero pronto da paso a una pista perfecta por la que seguir corriendo. Se está muy bien por aquí arriba y no tengo muchas ganas de volver a meterme en la niebla.


Camino del Mandoia atravieso un área recreativa y me encuentro a un numeroso grupo de beteteros reunidos en un colladito esperando a que vayan llegando unidades sueltas. Es uno de los momentos más agradables del día con una temperatura más templada y que me permite quitarme los guantes que aún llevo puestos.


La pista vuelve a ponerse para arriba y bordea todo el Mandoia sin llegar a culminar su ascensión. Tan solo se pasa por la cima del Uduri (551m) antes de afrontar un pequeño descanso.


Ya he sobrepasado el primer tercio de etapa y las sensaciones son muy buenas. Lo que más me alegra es no tener más molestias en el gemelo porque estaba bastante preocupado al principio de la marcha.


Me da un poco de pena no pasar por las cimas del Mandoiko (602m) y del Mandoia (637m) estando éstas tan cerca, pero prefiero respetar al máximo el recorrido de la prueba y no empezar a liarla añadiendo distancia y desnivel de forma gratuita, que me conozco. De esta forma, el Upo se mantiene como Cima Coppi de la jornada con sus 567 metros.


La pista sigue siendo muy corredera y empiezo el descenso a Usansolo, previo paso por Ereño, donde tengo previsto hacer otra pequeña parada para comer algo y para hacer un pequeño cambio de vestuario.


Llego a Ereño con algunas molestias en la planta del pie izquierdo y me meto bajo el techo del pequeño pórtico de la ermita. Mientras como unas galletas y la otra manzana que me queda, un par de familias con niños retoman su jornada de senderismo. En cuanto me quedo solo, me quito las medias de trail y veo que tengo una herida en la planta del pie producto de una ramita que se me había metido dentro de la zapatilla y que no había percibido.


La avería es bastante maja y se le suma un buen pellejo levantado en el juanete. Este pie izquierdo me está dando bastante guerra en esta disciplina. Cuando no se me caen las uñas, me hago heridas sangrantes muy molestas.


Como ya estoy acostumbrándome a fastidiarme los pies, siempre llevo un pequeño botiquín con esparadrapo, gasa y tijeras. Me pongo una buena protección tanto en el juanete como en la parte dañada de la planta del pie y sustituyo las medias de montaña por unos calcetines secos de running, mucho más acolchados y transpirables.


Reinicio la marcha con alguna que otra molestia. Según como pise, hay veces en las que es más dolor que molestia. Pero solo llevo 25km, así que me pongo el chip de echarle huevos y comienzo un entrenamiento mucho mejor que el de la propia ruta: el de endurecerse. Esta disciplina te quita toda la tontería que tengas.


La pista cementada de descenso parece dirigirme hacia Bedia. Me despisto por unos metros producto del terreno favorable y, para cuando compruebo la línea a seguir en el GPS, me doy cuenta de que me he colado unos metros atrás.


Esta vez ha habido suerte y solo tengo que reandar unos pocos metros hasta encontrar un sendero muy escondido que se adentra en el bosque.


Este corto tramo vuelve a ser de subida pero muy ligera, lo que me permite mantener un buen trote siempre con cuidado de no tropezar con alguna rama caída.


En nada, estoy bajando hacia Usansolo con buenas vistas abiertas hacia el este. El camino está muy encharcado y hay tramos con bastante barro.


La llegada a la zona baja coincide con la mitad de la ruta. Completo los treinta kilómetros en la entrada urbana, cruzando las vías de Euskotren.


Llevo cuatro horas de tiempo neto de marcha cuando cruzo el río Ibaizabal y la N-240 que une Bilbao con Vitoria. Es más o menos lo que tenía previsto, así que la cosa marcha bien.


Al otro lado de la N-240 hay una urbanización bastante reciente desde la que parte una pista asfaltada que sube a un caserío. Por ahí me meto y aprovecho el tramo ascendente para llamar a casa buscando un poco de conversación.


El rampón es impresionante. La pendiente rondará el 30% y, aunque es corta, la carretera es idónea para probarse en bicicleta. Ya me pasaré en otra ocasión con bici.


Con la voz entrecortada atiendo al teléfono de mala manera. Buff!!, cómo cuesta respirar mientras hablas en semejantes pendientes.


La llamada la termino en cuanto la cosa se pone más tranquila como para retomar el trote pero no me atrevo a ponerme a la carrera por culpa de tres perros que salen de un caserío. Hasta que no lo dejo muy atrás no dejan de seguirme ladrando a lo bestia sin que nadie salga para calmarlos.


Pasa el susto de los perros que parece que conocen el terreno porque subiendo hacia Burtotza (297m) me dejan tranquilo. Esta parte del día no me gusta demasiado, con las pistas bastante descuidadas, con ramas caídas por todas partes y arbolado muy talado.


La pista se abre en la parte alta dejando visibles las antenas de Lemoatxa mientras se rodea la cumbre de Banorreta Tontorra sin llegar a pisarla por escasos metros. Hay bastante maleza en la zona y me paso el rato saltando obstáculos. Incluso parece que muchos troncos y ramas se hallan cruzado adrede para evitar que pasen vehículos por aquí.


Después de la subida, como siempre, toca bajada. No me llevo demasiada buena impresión de este tramo.


Cuando ya estoy llegando abajo, antes de cruzar la carretera de Amorebieta, me topo con una barrera sobre la que tengo que saltar y me salen otros dos perros ladrando como locos. Vienen disparados hacia mí pero, en esta ocasión, el baserritarra les pega cuatro gritos y nos tranquiliza un poco a todos.


No acelero la marcha hasta bien abandonada la zona porque los sigo oyendo y no me fío un pelo. Llego a las obras del TAV y es mejor mirar para las campas.


Toca cruzar la N-634. Tengo que caminar unos metros por su arcén hasta llegar al túnel que me permite atravesar la A-8 para empezar a subir a Arrizurigane (326m).


La pequeña carretera de subida no dura más que unos pocos metros que aprovecho para comer unas galletas hasta llegar a un sendero tipo trialera por el que me meto.


Esta parte vuelve a ser bastante incómoda, con muchas zarzas cruzadas y el terreno encharcado. Si tengo un momento malo en la jornada de hoy, creo que es éste. Lo que peor llevo en todas estas rutas es que no me guste el entorno, y estos montes son un poco cutrecillos.


Por fin salgo a una pista más corredera pero no parece que las fuerzas me acompañen. Estoy a punto de llegar al km.40 y ha llegado el momento de tomar una de las dos glucosas que llevo. Creo que he retrasado demasiado este momento y que me la tendría que haber tomado al empezar la subida. Pero bueno, tampoco me encuentro tan cansado como para fustigarme por ello.


La ruta es completamente circular salvo estos pocos metros de desvío para coronar Arrizurigane junto a una cruz y un buzón gracioso. Ya solo me queda bajar hacia Artola y subir por todo el cordal del Ganguren.


De nuevo a la carrera, bastante recuperado después de tomar la glucosa y de beber en abundancia, llego a un baserri. El track me lleva por un sendero al que no puedo acceder por encontrarse una valla cerrada. Buscando cómo saltarla vienen dos personas a preguntarme qué hago y me dicen que es terreno privado y que no puedo bajar a Artola por ahí, algo que me mosquea mucho. Más bien parece que han cerrado el sendero de paso para que nadie les moleste.


No tengo ganas de rollos y decido rodear la finca por una campa de la derecha a la que accedo saltando una valla más baja. También se adivina un pequeño sendero entre la hierba y, como tira para abajo, parece que también me sirve.


Para salir hacia el camino asfaltado, tengo que volver a saltar otro par de vallas sin mayor dificultad. Hay bastantes ovejas por ahí y se ve que las tienen bien encerradas.


La pista asfaltada ya no deja lugar a dudas. Sigo por ella hasta llegar a la carretera del Txorierri, la N-637, previo paso bajo la nueva autopista.


El sol ya ha pasado su punto más alto y comienzo a pasar bastante fresco. Es pasar junto al pequeño arroyo y la humedad corta la cara y hasta me duelen las manos.


Subiendo a estas horas de la tarde por la ladera este de esta sierra, las sombras ganan por mayoría y empieza a hacer un frío que pela, como para quedarse quieto. La pendiente es lo suficientemente cómoda como para ponerse a la carrera y las sombras lo suficientemente amplias como para guardar la cámara en el bolsillo por primera vez en todo el día.


No es hasta llegar a la carretera del campo de golf cuando las vistas se abren un poco. El sol ya no calienta y da igual que te pegue o no.


La pequeña carretera del campo de golf me deja en la del Vivero, pero no la sigo más que unos metros para abandonarla para ir por la pista que se dirige a la cima del Kuskuburu (414m).


Empiezo a estar más cansado y el trote baja de ritmo de forma considerable. Hay grandes zonas de barro y se hace muy pesado. Incluso en alguna estoy a punto de quedarme con la zapatilla clavada.


Me cruzo con dos tipos subiendo la contaminación acústica con motos de trial, que son molestas de cojones, en el punto más chocolate de todo el cordal. Les veo venir y, para que no me salpiquen de barro, me tengo que apartar hacia un lado.


Corono el Kuskuburu y ya tengo las antenas del Ganguren (474m) a la vista. Ya empiezo a tener ganas de ir acabando, ya.


He salido con la mochila de hidratación de un litro y ya no me queda agua. Es algo que no me preocupaba demasiado porque tenía muchos puntos de recarga en todo el trazado. De todas formas, tampoco me ha hecho falta. Pero ya toca beber agua fresca y me tiro a una fuente del área recreativa del Vivero con muchas ganas. 


Desde el Vivero hasta la cima del Ganguren ya no queda nada. Mis cálculos horarios han sido perfectos y llego a la cima en el km.51´5, con tiempo suficiente como para llegar a casa de día.


Llegados a este punto, no tengo decidido por dónde bajar a Bilbao. La ruta original de la marcha tira hacia Galdakao y me tengo que desviar del trazado que me marca el track del GPS. Empiezo por seguir el cordal hacia el monte Avril.


Pero me encuentro el desvío del Anillo Verde un poco antes y la señal que apunta a Santa Marina, así que decido bajar por ahí.


Totalmente a la carrera desde el Ganguren, echo el último vistazo al municipio objeto de esta vuelta desde las fuertes rampas del camino Azkarai.


Atravieso Txurdínaga y llego a Bolueta. Estoy a punto de subir Miraflores pero, para que la ruta redondee los 60km, decido tirar por el paseo de Los Caños que da un poco más de rodeo.


A pesar de que anochece muy pronto, llego a casa con la atardecida, aún con bastante luz. Lo que más me gusta es que he olvidado completamente las heridas del pie izquierdo y eso que, en cuanto me quito los esparadrapos, los tengo empapados de sangre. Esto me anima para otras que ya estoy planeando.

Distancia: 60 km
Desnivel positivo: 2.430 m
Tiempo bruto: 08h:54´
Tiempo detenido: 43´
Tiempo neto: 08h:11´

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1 Comentarios

  1. lo de extendida...era por la chapa????jajajaja....pero que makinon tio!!!!!...lo fácil es ir a una carrerita de montaña ...lo jodido y duro es hacerte una independiente...por montaña...y sin conocer el terreno.....!!! ZORIONAKKKKKKK!!!!!!!!

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