VUELTA A ESPAÑA 06
Escúzar - Estepona

Hoy he quedado con Juan, que vendrá a mi encuentro desde Málaga, y eso me va a permitir romper un poco la monotonía. Como me he quedado a 35km de Alhama de Granada, que es de donde debería salir mañana, decido madrugar un poco más para que no se retarde en exceso el momento de contactar con él.

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BITABI 06 Escúzar 205 km 1420 m+ IR

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Hasta Ventas de Huelma tengo un terreno llano pero pronto me meto de lleno en plena sierra de Pera con la subida a Las Pilillas. Es una subida de más de siete kilómetros pero muy suaves. Aún así, esta primera parte de la etapa van a ser una continua sucesión de subidas de este tipo que se hacen bastante pesadas todas juntas.


Aprovecho que al paso por Agrón veo una fuente, y que hace tiempo que las que encuentro no tienen agua, para pegarme un buen aseo. Me lavo bien la cabeza y me medio despeloto para enjabonarme el cuerpo entero ante la atenta mirada de un lugareño que sale por patas ante semejante escena. Hasta me perfumo un poco, todo sea por estar presentable para mi quedada con Juan y que no tenga que salir huyendo del pestazo que tengo que pegar tras dos días sin encontrar dónde lavarme bien. Aprovecho también la parada para comer algo más que lo que me metí en el desayuno. Ya casi no me queda comida. Metí para seis días y voy a tener que apurar todo lo que llevo.


El descenso de este primer alto de la mañana me deja en el embalse de Los Bermejales. Como casi siempre que se baja hasta el cauce de un río, la salida es ascendiendo la ladera contraria del valle y es lo que me toca: subir hasta el Llano de La Esparraguera, la cota que se encuentra en mi camino hacia Alhama de Granada.


La caída de la presa hacia el río Cacín me parece una auténtica pasada, con un desfiladero muy profundo y una pista enrevesada que baja hasta el fondo por medio de varias herraduras.


Empiezo la subida a La Esparraguera y me doy cuenta de que apenas he tocado el bidón. El calor no parece tan fuerte como ayer y se nota que me estoy acercando a la costa.


Esta zona me empieza a recordar muchísimo al puerto del Viento y a las montañas de la serranía de Ronda. Soy consciente de que estoy repasando espacios que me habían quedado sin visitar cuando estuve cimeando por aquí y es una gozada poder referenciar las diferentes sierras que me rodean.


La carretera tiene pinta de que ha sido arreglada hace poco y el descenso es muy rápido hacia Alhama de Granada, que tiene esa estampa de los pueblos blancos tan característicos de Andalucía que lo hace muy plástico.


Paso el puente sobre el río Alhama y empiezo a subir nuevamente hacia el alto de El Navazo desde la zona de las termales de Alhama de Granada.


A dos o tres kilómetros de salir del núcleo urbano recibo la llamada de Juan para preguntarme por dónde ando. Todavía me quedan 50km para llegar a Torre de Mar, que es por donde habíamos calculado coincidir.


Desciendo El Navazo hacia Ventas de Zafarraya y alucino con ese valle escondido entre las montañas. Cuando hice el Boquete de Zafarraya fue un sube y baja y no tuve la oportunidad de contemplarlo como lo estoy haciendo en esta ocasión.


En la cima del Boquete de Zafarraya tiene lugar el paso a la provincia de Málaga, una más en la colección de provincias que me van a ver pasar en este viaje.


La verdad es que no recuerdo en qué estado estaba el asfalto cuando subí hace unos años, pero este es de estreno y es uno de los descensos más espectaculares que he podido disfrutar.


Apenas tengo que tocar el freno en toda la bajada, trazando las curvas a mi antojo con buena visibilidad en casi todas ellas y sin vehículos a mi paso. Cuando se habla de disfrutar un descenso, creo que se habla de algo parecido a esto.


Una nueva llamada de Juan para recordarme la carretera por la que viene él y llego al embalse de Viñuela, uno de los más chulos que he visto y que ya me maravilló en su día.


Camino de Vélez-Málaga, a poco de abandonar el embalse, me encuentro con todo un pelotón ciclista que viene a mi encuentro. Se trata del grupo de Juan que quedan todos los martes, jueves y sábados y que, como hoy es jueves, me los ha traído con él. Mañana habríamos rodado solos pero hoy tenemos un montón de compañeros para tirar del pelotón y cortarnos el aire que vamos a tener hasta Málaga.


Bueno, mucho grupo pero solo tira Eddie, un dominicano que lleva poco más de un año en bici y que es el segundo negro que veo practicando este deporte después de aquel inglés al que vi petadísimo a punto de coronar el col de l´Iseran en los Alpes franceses.


Entre charla y charla, casi ni me doy cuenta de que vamos a 30km/h constantemente. A pesar de llevar el aire de cara rodamos con muy buen ritmo y llegamos a Málaga en un ti-tá.


Vamos negociando el tráfico y los semáforos de una gran ciudad mientras algunos componentes del grupo se van despidiendo rumbo a sus casas tras un reagrupamiento final.


Los que quedan nos acompañan a tomar un refrigerio en una terraza en donde podemos descansar un buen rato entre tapa de calamares y tapa de chistorra. Juan, otra vez, no me deja pagar la ronda y, tras despedirnos hasta una próxima oportunidad que espero que sea por el norte, Eddie me acompaña amablemente hasta Fuengirola aunque él viva en Benalmádena, un poco antes. Desde aquí, muchas gracias Juan, extensibles a todo tu equipo. Gracias por todo, de verdad.


Con el tema de ir acompañado desde Torre del Mar no he sido consciente de la ruta que voy llevando en el día de hoy pero, una vez que me quedo solo, no me queda otro remedio que pegarme a la derecha y tragar humo hasta Estepona. Son un total de 130km por una autovía petada de tráfico y sin apenas arcén, de los que aún me quedan 70km para llegar a Estepona, donde quiero terminar hoy como tendría que hacer mañana y así dar por concluida mi remontada de un día.


Metido ya en pleno caos, veo un cartel que avisa de la existencia de un Decathlon en Mijas. Como me quedé sin recambio de cable de cambio en Soria y no quiero ir sin él, me desvío para comprar uno y, ya de paso, mirar también algunos cartuchos de CO2 por si pincho en algún lugar complicado sin gasolineras cerca para meter buena presión. Esto lo pienso por lo que tendré que cruzar en el tramo extremeño, donde sé que los pueblos estarán demasiado alejados el uno del otro.


Pero no compro ni lo uno ni lo otro. Los cables cuestan 4,95€ que me parece una burrada cuando en Bilbao los pillo por 0,75€, y los cartuchos más de ocho euros, que ya va bien para ser solo aire. Total, nunca he tenido cartuchos de estos y creo que podré seguir pasando sin ellos. Si pincho, será cuestión de darle un rato más al brazo y santas pascuas.

Lo que sí que hago es comprar una tableta de chocolate en un Lidl que hay en el mismo centro comercial. No sé si habrá sido el alto ritmo llevado hoy o la acumulación de kilómetros o que la alimentación empieza a tener carencias ... pero me noto deseoso de comer dulce. Pillo una de esas baratas de 100gr a sesenta céntimos y me la como entera sentado en el aparcamiento antes de reiniciar el viaje. Por cierto, ya empieza a pegar la solana como días atrás y ya no hay costa ni nada que me salve. Sigo por la autovía bastante achicharrado.


En Marbella tengo la posibilidad de abandonar la autovía por unos kilómetros y me meto por las playas. No me gusta nada este turismo de chunda-chunda y, sobre todo, no me gustan las desigualdades que se ven en esta tierra. Demasiado descapotable lujoso, demasiada vieja enjoyada, demasiado pijo estirado.


Casi prefiero el ambiente de Benidorm, con gente humilde disfrutando de unas merecidas vacaciones, que no el de esta chusma de vividores, mafiosos, chorizos, putas y porteros de discoteca, ..., que lo llevan todos escrito en la cara ¡la ostia!


Me meto por Puerto Banús y ya es demasiado. En un cuarto de hora veo más caucho en las tetas que en las ruedas de la autovía. Y eso que el tráfico es intenso. Es todo tan artificial que me da bastante asquete.


No sé si hay más goma en ellas o en ellos. Realmente, no lo sé. Tengo la sensación de estar en un puticlub al aire libre. En el chiringuito de la playa de un hotel, para tocarme más las narices, está sonando una versión maquinera del Sweet Child O´Mine de Guns´N´Roses que es para matarlos.


Vuelvo a la autovía para tragar humo otro rato. Me quedan casi 30km para llegar a Estepona, algo que voy a hacer aún muy pronto. A pesar de que la etapa se me va a 205km y que he estado en Málaga parado mucho tiempo, la velocidad media ha sido mucho más alta que otros días y eso se nota.


Podría seguir otro rato pedaleando pero tengo un estrés de la leche de andar pegado a la derecha con coches y coches adelantando continuamente. Mentalmente estoy fatigado, ya no puedo más. De no ser porque he estado entretenido media jornada con el tema de haber quedado con Juan esta etapa, aún teniendo poco desnivel, se me habría hecho durísima. Sin duda alguna, este tramo de costa malagueña es para evitarlo en bicicleta, y más con alforjas.


En Estepona, encuentro un lugar perfecto para dormir: el Palacio de Congresos y Exposiciones. Hay una fuente estupenda donde me pego una buena ducha y un Carrefour enfrente donde hacer compras para los próximos días. Entro en él con la bicicleta pero no tengo donde dejarla porque es uno de esos hipermercados gigantes y, revisando la comida que me queda, veo que tengo suficiente para la cena de hoy y para el desayuno de mañana. Hay que ver qué bien he calculado esta vez la comida para seis días.


Como queda tiempo para el anochecer, vuelvo a la fuente y aprovecho para lavarme toda la ropa. Bueno, tampoco tengo tanta. Me poco una camiseta interior sin mangas, el pantalón corto y unos calcetines y lavo todo lo demás: otros calcetines, el body de triatlón, el cortavientos, la camiseta térmica y ... y ya no hay más. Es imposible viajar con menos ropa, desde luego.

Hace tanto calor que no hace falta ni sacar el saco, ni siquiera la sábana saco. Hoy puedo dormir sin nada. Para no llamar mucho la atención me meto tras los setos, junto a la puerta de la sala de exposiciones que dejan con las luces encendidas durante toda la noche. Tal vez para aparentar que hay movimiento en el lugar porque, aunque haya un guarda de seguridad en la puerta del lado contrario del edificio, parece estar medio abandonado.

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