¡Vaya turrada de día!

A pesar de haber llegado a Arenas de Cabrales muy fatigado, apenas puedo pegar un ojo. Las fiestas del pueblo hacen que no deje de pasar gente algo perjudicada por las cercanías de los soportales en donde he tirado el saco y la música no deja de sonar en toda la noche. Por todo ello, aunque el amanecer es muy temprano por estas fechas, alargo el descanso hasta las 08:00 de la mañana, momento en que me pongo en marcha para descender hasta el mar por el hermoso trazado que dibuja el Cares hasta llegar a Panes.




Antes de llegar a Unquera, es inevitable detenerse un par de veces para echar la vista atrás.





En Unquera, cerca de las 09:30 de la mañana, me encuentro con un termómetro que ya marca 37ºC. Me parece una exageración, pero da buena cuenta de lo que me espera en esta jornada con previsiones durísimas y con alertas rojas por calor extremo en todo el Cantábrico. Ya en la subida al alto de Boria, antes de llegar a San Vicente de la Barquera, el fortísimo calor se nota aunque las rampas sean suaves.





La chorrera que me cae por los brazos al coronar este minipuerto es de las que hacen época.



En el descenso del alto de Boria, me detengo en varios de los puntos en los que se puede disfrutar de una visión abierta de la ría de San Vicente.









La pequeña población costera cántabra disfruta de un entorno natural maravilloso y es difícil emprender la marcha de nuevo, pero hay que seguir. A pesar del calor sofocante, la brisa marina suaviza mucho este tramo de continuas subidas y bajadas que me lleva por Comillas hasta Santillana del Mar.





No es bueno andar en las horas centrales del día y voy buscando una fuente donde parar para comer. Hasta pasar Barreda no encuentro ninguna y me meto un buen plato de callos con garbanzos antes de echarme una buena siesta a la sombra en un parque infantil que veo entre unas casas.

El calor no afloja y no me queda más remedio que continuar. Las pequeñas subidas de Piélagos, camino de Astillero, se convierten en una buena piedra de toque. A la subida del alto de Valmoreda le sigue la de las canteras del alto de Escobedo, justo antes de pasar por Camargo y Revilla para llegar de nuevo al mar.





En Revilla encuentro una fuente estupenda junto a la iglesia. El calor empieza a ser insoportable y aprovecho cada grifo que pillo para pegarme una buena ducha.



Continúo camino hacia Solares y, al paso por Heras, me imagino lo que será subir a Peña Cabarga en un día como el de hoy. Esta idea me pasa por la cabeza y decido pasar de subir Alisas y rodearlo por Laredo y Limpias para llegar a Carranza sin subidas. Es más, en Carranza me pienso coger el tren para no tener que subir nada.



En Solares me tiro casi una hora tirado a la sombra de los árboles del parque. Encuentro un chino abierto y disfruto como un enano de los hielos de unos flashes de lima. Por la misma ruta que vine ayer, llego a Limpias y, al cumplir los 400km de brevet independiente, decido coger el tren. En una pequeña parada en una fuente, veo que la parrilla se me ha quebrado a la altura de la soldadura y corro el riesgo de que se me parta.




El tren tarda bastante en llegar. Una vez en él, el calor sigue siendo insoportable. El trayecto de vuelta tiene también cierto suspense, ya que a punto está de no poder subir el puerto de La Escrita. La locomotora tampoco puede con el calor y decide detenerse de golpe en las rampas más duras de la subida al alto.

Al final, no he llegado a Gijón. Parece que se me resiste esta ruta aunque, lo que me interesaba de ella, es la parte que he completado.

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