Eibarko itzulia +100km

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El plan que tengo hoy es bastante novedoso, ya que voy a hacer un mix de monte y bicicleta. Hace unos días que contacté con la organización de la 17. Eibarko Itzulia para ver si me podían guardar la bici mientras anduviéramos como cabras por la zona. Y sí, quedo a las 06:45 para poder dejarla en las dependencias del grupo de montaña organizador. Para ello, salgo de casa a las 05:00 para recorrer los 50km que tengo hasta Eibar con Miraflores y Areitio como únicos escollos. La participación es numerosa por lo que parece en el momento de la salida.



Tengo la zona muy trillada en bicicleta pero apenas he andado por estos montes, así que me espera una jornada repleta de descubrimientos. A las 07:00 se da la salida y partimos en manada por las calles de Eibar con el objetivo de encontrar el inicio de la ascensión al Egoarbitza.




Paralela a la subida al puerto de Karabieta parte una pista asfaltada inicialmente y que pronto se convertirá en sendero montañero para acceder al cordal de los montes de Elgeta.




Como en los inicios de todas las marchas, se produce un gran atasco en algunos pasos. Aún es muy pronto y ya sale el sol, así que se avecina una buena jornada de calor.




En un momentito se tienen unas vistas inmejorables de los montes vizcaínos, destacando el inmenso perfil de la sierra de Anboto.





Preciosa la cumbre rocosa del Egoarbitza. La pena es que en ella apenas se puede uno detener, ya que coronamos en fila india.




El descenso es inmediato. A un tramo corto, con bastante pendiente y por un fino sendero, le sigue un suave descenso hacia el puerto de Karabieta.





Un claro permite observar el precioso perfil rocoso del Egoarbitza que acabamos de dejar atrás. Sin duda, una montaña muy plástica.



Tras un pequeño tramo por asfalto, llegamos a la cima de Karabieta, un preámbulo del alto de Elgeta si se asciende desde Eibar.




En el mismo puerto se inicia una pista asfaltada que lleva a las antenas del repetidor de Azkonabieta. Con buenos porcentajes, sobre todo en la curva del final, se me antoja un nuevo objetivo bicicletero para algún día.





Otro nuevo descenso, esta vez por senda primero y por una fantástica pista hormigonada que me suena de haberla pasado en bici en alguna ocasión, nos deja a los pies de Galdaramuño, la tercera cota puntuable de la jornada.





El lugar es tan agradable que aprovecho para comer unos plátanos tirado por los suelos junto a un par de caballos de los muchos que se ven por estos lares.




Un momento de duda por el camino a seguir para acceder a las antenas de Galdaramuño y, junto a un grupo que viene detrás de mí, accedo a ellas por una senda muy vertical.




La cima es un pequeño caos. Hay que rodear las antenas y se produce un buen atasco entre los que van y los que vienen, total, para no ver gran cosa.



El descenso nos lleva al collado de Azurtza, donde se encuentra el primer avituallamiento de la jornada antes de ascender al Topinburu, última cota de la primera parte de la marcha.




En un pequeño refugio nos obsequian con un caldito, un choricillo, pinchito de carne del cocido, cocacola, frutos secos. La marcha es gratuita y el avituallamiento es fenomenal. Ya llevamos unos cuantos kilómetros y mis sufridos pies necesitan un aireo, así que aprovecho el rato para descalzarme y cambiarme de calcetines.



Tras un grupo numeroso, inicio la subida al Topinburu. Empieza a hacer bastante calor y se agradece que la senda que nos lleva al alto discurra por medio de un frondoso bosque.




Una foto al curioso buzón que se encuentra sobre un geodésico plano y comenzamos el descenso hacia Eibar para cruzar el valle a la altura de Azitain y comenzar la segunda parte de la ruta. De nuevo, y ya no sé cuántas veces van, tengo que hacer de guía para la gente porque soy el único que llevo el track de la ruta cargado en el GPS. En una bifurcación triple me encuentro a un grupo bastante grande decidiendo por dónde seguir ante la ausencia de marcas y, hasta el inicio de Arrate, vamos todos juntos.






Un momento de refresco en una fuente y comienzo la subida a Arrate por una senda vertical de gran dureza. En muy poca distancia, las vistas son amplísimas, aunque enseguida se cierran por lo escondido del sendero que tomamos.






Puede decirse que este es el tramo de mayor dureza de toda la marcha. Aunque estamos metidos por un sendero cerrado, el calor es muy elevado y se nota en pendientes tan fuertes como las que tenemos que salvar para acceder a la ermita de Arrate.






Al llegar a Arrate busco una fuente pero veo un cartelillo pegado en un árbol que indica la posición de un nuevo avituallamiento en la base de la iglesia. ¡Magnífico! Hay bebidas frías y abundante fruta. Las naranjas fresquitas entran de maravilla y me llevo un botellín de agua para el siguiente tramo.



Con el ánimo recuperado por el oportunísimo refrigerio, seguimos ascendiendo suavemente en busca del Aizketa, una pequeña cota que da inicio a la sucesión de montañas que vamos a coronar en la sierra de Kalamua.



Un primer contacto con la carretera del puerto de Ixua antecede a la pista que lleva por todo el cordal.




Y se van sucediendo pequeños geodésicos marcando el punto más alto de las diferentes cimas. Por suerte, el día se nubla un poco y el calor que hemos pasado en Arrate se suaviza bastante.



Desde Aizketa se divisa la cima del Kalamua, uno de los objetivos que han hecho que venga a hacer esta marcha.




Un hermoso paseo por praderas de un verde fantástico me lleva al alto del Akondia, también llamado Arrikurutz por la cruz de piedra que adorna su cumbre.




Otro pequeño baja y sube para llegar a la cima del Garagoitxi que se encuentra a mitad de camino del Kalamua, el gran objetivo del cordal.




El descenso nos sitúa en Kalamuako lautada, el collado previo a la ascensión final al Kalamua. Aquí están pastando los caballos y descansando tirados por la pradera varios compañeros de marcha. Como ya vamos muchos kilómetros con bastante acumulado y se trata de un sube y baja por la misma vertiente, hay alguno que renuncia a subir al Kalamua y se mantiene a la espera de sus compañeros.




La especie de cortafuegos sirve de camino hasta la cima y nos vamos cruzando unos y otros. Los aupas se van sucediendo.



Magnífica la cima rocosa del Kalamua. Las vistas son colosales y son muchos los que se toman este punto para saborear un merecido descanso.






De vuelta hacia el collado, la vista del Urko, la última de hoy, apresura el ritmo de la marcha para ir acabando ya.




El largo descenso por una pista forestal nos lleva a Ixua, desde donde ascenderemos al Urko. Antes de llegar, en un banco de un área recretiva, me cambio de calcetines y me forro los pies con esparadrapo para evitar que me salgan ampollas en la bajada hacia Eibar, porque me han avisado de que es tremendamente vertical y los pies se me joden mucho en ese tipo de vertientes. Veo cómo van pasando los compañeros de marcha y creo que no quedará mucha gente tras de mí.





Desgraciadamente, el día se nubla mucho en la subida final y las fotos salen un poco estropeadas. El sendero es una gozada para realizar esta última subida del día.




Y las vistas vuelven a ser amplísimas en la parte final, una vez que se sale del arbolado.





En la cumbre del Urko se quedan media docena de compañeros admirando las vistas de Eibar desde este mirador privilegiado. Como me habían advertido, la bajada es una pared vertical para joder bien los pies, ya bastante cascados a estas alturas.





Accedemos a Eibar por la durísima pista de Iturrieta que bien conozco de haberla subido varias veces en bicicleta. Sus números no son ninguna broma.



Varias horas después, con un acumulado en las patas propio de las duras marchas giputxis, llego a Eibar. Cojo la bici que me tienen bajo llave en la asociación mendizale y, tras refrescarme los pies en una fuente helada, me pongo en marcha rumbo a Bilbao. Son otros 50km más con Areitio y Miraflores los que completan la jornada mixta que espero repetir en alguna otra ocasión porque son los deportes que más me gusta practicar y, hacerlos casi juntos, es un puntazo.

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