La bahía de Plentzia

Hoy nos vamos de paseo. Estamos a punto de cumplir el primer mes viviendo en Plentzia y los críos todavía no conocen la subida al Faro de Gorliz y el cresteo por los acantilados de Astondo. Los estudios los mantienen muy ocupados y no hemos tenido tiempo pero, ahora que están de vacaciones, vamos a aprovechar la mañana, con una temperatura magnífica para las fechas en las que estamos.

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La bahía de Plentzia Plentzia 9 km 250 m+ IR

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Salimos de casa a eso de las diez de la mañana, con idea de estar de vuelta pasado el mediodía. La bajamar ha sido a las 09:15 y la ría está en sus mínimos.


Cruzamos la playa por la zona de la bahía perteneciente a Gorliz y empezamos a subir al faro de Billano, llamado así por estar situado en el Cabo Billano.


Solventada la primera mitad de la subida, ya tenemos los acantilados a nuestros pies y los críos (los llamaré así hasta cuando tengan nietos) empiezan a alucinar con la preciosidad del lugar en el que viven. Por cierto, el ciervo de la granja que hay junto al camino me ha parecido que ya tiene pareja.


En apenas cuarenta y cinco minutos estamos en el faro y nos adentramos en los pasadizos de las baterías de costa que hay bajo él. Es una excusa perfecta para acercarse a este lugar.


Al borde de los acantilados, con el Cantábrico golpeando a sus pies, las vistas desde este lugar son magníficas. Han restaurado una batería pintada como un proyecto de Bellas Artes, mimetizándola con la línea de horizonte. (Horizontem 360º)


Tras un rato recorriendo todos los túneles, hemos dado la vuelta pero por el sendero que sube a Larragan y que sigue por Astondo.


En este tramo sale el sol y le casca bien. Las vistas de la bahía de Plentzia desde esta atalaya son espectaculares, con la playa en primer plano y media costa de Cantabria enfrente. En un día tan claro como hoy se aprecian con total nitidez Castro y Laredo.


Nos sentamos en uno de los miradores con pena de no habernos traído unos buenos bocatas de tortilla. Este lugar es maravilloso.


Bajamos por las escaleras que nos dejan en la playa y nos metemos por la orilla. Yaiza se quita las zapatillas y se mete hasta la rodilla, aprovechando para trotar un poco hasta el rompeolas de Plentzia. Tener una playa así para nosotros solos es una pasada.


Una vez cruzada toda la playa, ya solo nos queda remontar unos metros la ría para llegar a casa y concluir el paseo de dos horas a un ritmo muy tranquilo.


Un paseo fácil para todas las edades, carente de dificultades y con mucho atractivo para los niños pequeños que permite hacer algo más que tomar el sol en un día de playa. Si a los críos ya les gustaba esto, después de ver los acantilados están maravillados.

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2 Comentarios

  1. Plas, plas, plas, plas y plas.
    Preciosa ruta en familia. Aquí nos conformamos con menos. Qué remedio.
    Sois unos privilegiados.

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    1. Pues sí, ciertamente. Esto es muy bonito. Pero lo importante es disfrutar, sea donde sea. ;-)

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