El concejo de Grado

Hoy he quedado con Teibol en la estación de Grado para hacer una ruta que me ha diseñado con alguna de las subidas de la zona. Es de lo poco que me queda por ver de Asturias, donde es difícil establecer un recorrido en el que no haya algo por donde ya haya pasado antes. De hecho, ya tengo hecha La Corredoria, por la vertiente de Belmonte, aunque son tan pocos kilómetros que se puede decir que la ruta es novedosa para mí.

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El concejo de Grado Grado 116 km 2460 m+ IR

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Salimos pasadas las nueve y media rumbo a La Degollada, la primera subida del día. Cruzamos el río Nalón y enseguida nos ponemos a subir por una estrecha carretera que nos recibe con un kilómetro al 13%.


La subida a La Degollada no da tregua pero acabamos de empezar y estamos frescos. Al primer kilómetro al 13% le sigue otro al 12%. Vamos charlando y casi no me doy cuenta de que estamos arriba si no es porque llevo las piernas como piedras.


La subida va de más a menos y empieza a suavizar. Desaparece la doble cifra al tiempo que empiezo a tener problemas para respirar. Se me ha olvidado doparme antes de salir y no he cogido el inhalador. El asma no perdona. Menos mal que vamos a pasar por Grado al bajar porque me tendría que dar la vuelta si no fuera así.


Estamos llegando al final, casi cresteando por las sierras del Pedroso y de Bufarán, cuando aparece un helicóptero bombardero de alguna brigada anti-incendios. Debe haber algún fuego por la zona pero no se ve humo. Hay muchas nubes bajas y puede que se confunda con ellas. En una segunda pasada, parece que nos vaya a descargar encima pero termina retirándose.


En el área recreativa de La Degollada se cambia de ladera de la sierra, se empieza a descender y empalmamos con la carretera de Avilés a la altura de La Reigada.


Un suave descenso nos deja nuevamente en Grado y volvemos a la estación para pasar por el coche, tomar un chute del inhalador y meterme el de rescate en el bolsillo. Todavía no me acostumbro a llevarlo siempre y es algo que no se me debería olvidar nunca.


Seguimos con el alto de La Mortera, una subida de seis kilómetros con dos iniciales por encima del 8%, donde noto la mejoría de la respiración desde la primera rampa. Las nubes empiezan a levantar y los ratos de sol son cada vez más amplios.


Da gusto andar por carreteras con tan poco tráfico en las que se puede ir charlando en paralelo sin ningún problema. Los números del puerto van perdiendo entidad a cada paso y facilitan el palique.


Como solo son seis kilómetros y los centrales culminan en un llano con ligera bajada, La Mortera no da mucho de sí y nos la ventilamos enseguida. Aún así, el paisaje es bastante cambiante y entretenido y eso hace que tire fotos a porrillo.


Para no tener la sensación de no haber subido nada, el último kilómetro regresa a un 6% tras pasar por Praúa. Los aerogeneradores de las sierras de La Degollada destacan en el perfil que nos queda a la derecha mientras enfilamos los últimos metros.


El descenso de La Mortera nos lleva a la carretera de La Cabruñana. Vamos a subir hasta La Corredoria por este enlazado de subidas continuadas de casi treinta kilómetros.


Nos quedan cuatro kilómetros al 6-7% para llegar a una cima que tengo tachada pero por la que nunca he pasado antes. Teibol me recuerda que, en una transcantábrica que intenté hace unos años, me metí por los túneles de la autovía. Como llevaba avería en la transmisión, decidí cancelar la ruta que llevaba y acabar en Oviedo, pasando por aquí. Aquellos eran otros tiempos y no conocía tanto las carreteras asturianas.


Llegamos al alto de La Cabruñana y decidimos parar para tomar algo en un bar que hay en la cima. Pedimos dos cocacolas y unos bocadillos de la barra con los que se puede romper la cabeza a alguien de lo secos y duros que están.


Pasado el mal trago de los bocatas, descendemos un poco y seguimos por una carretera estrecha que nos llevará hasta Las Cruces a lo largo de 16km


El primer kilómetro es al 6% pero luego solo se ascienden doscientos metros más, eso sí, con un continuo sube y baja. Van cayendo los kilómetros y veo que no ando nada fino, pensando que me va a resultar difícil la etapa que mañana tengo planeada en Cangas del Narcea.


Vamos haciendo camino por esta carretera de ensueño. Es una gozada rodar por estas laderas abiertas, con vistas tan cambiantes tras cada curva del trazado.


De vez en cuando, nos encontramos con alguna rampita pero que suele ir acompañada de su consiguiente descenso. Hay un momento en el que le comento a Teibol que el V800 me marca mil metros de altitud, algo que no puede ser. Es la primera vez que falla el altímetro de inicio y no se recalibra solo una vez iniciada la marcha. De hecho, he tenido que modificar el perfil porque se encontraba elevado más de 400m.


Seguimos avanzando con el día más despejado. Las brumas matinales se van disipando y nos quedan unas vistas preciosas de la subida de Las Estacas, otro puerto que he pasado en coche un par de veces pero que todavía tengo en la lista de pendientes.


En estas que llegamos a Las Cruces. Es el primer paso por esta aldea de los dos que vamos a dar, ya que luego vamos a subir por la vertiente de Belmonte.


Todavía nos quedan más de siete kilómetros de ligera subida para llegar al alto de La Corredoria. Bueno, ligera más tarde, porque antes hay que negociar un duro repecho de doble cifra.


La carretera se estrecha aún más si cabe y nos va dejando vistas a ambos lados de esta especie de cresteo que estamos siguiendo. Esta zona resulta espectacular.


Son varios kilómetros casi llanos hasta llegar a Dolia, otra pequeña aldea por la que pasamos ya muy cerca de La Corredoria. Apenas nos quedan dos kilómetros más para coronar.


La pendiente media de esta parte final no supera el 4% y nos permite llegar fácilmente a la explanada de cumbre, donde las vacas son las dueñas. El sitio es tan chulo que se me olvida que voy algo turrado.


En el alto está la bifurcación por la que tiré yo cuando hice este puerto por la vertiente de Belmonte, enlazando después con la subida al Marabio, por el vecino concejo de Yernes y Tameza.


Nos hacemos una foto junto al mojón que hay al lado de las vacas, lo que nos lleva un tiempo porque todavía no controlo la cámara nueva y tardo un buen rato en encontrar la opción del disparo automático.


Descendemos rumbo a Belmonte con unas vistas preciosas del valle de Somiedo que se va cerrando frente a nosotros y paramos en Ondes para rellenar los bidones en una fuente con muy poco tiro.


Pasamos por Belmonte y volvemos a parar para tomar algo. Esta vez los triángulos vegetales que nos tomamos son más llevaderos que el bocadillo de La Cabruñana y no hay que masticar durante una hora cada bocado.


Tras un breve descenso por la carretera que sigue el curso del río Pigüeña, nos desviamos en Corias para empezar a subir a Las Cruces por esta preciosa vertiente.


Van a ser cinco kilómetros al 9% de media, estando el segundo y el tercero por encima del 12%. Tras un inicio bastante sombreado, las rampas más duras coinciden con lo más espectacular de esta vertiente, lo que hace que sea haga muy llevadero.


Me ha venido muy bien el refrigerio de Belmonte porque no me cuesta tanto ponerme de pie y bailar la bici. También cuenta que es la última subida y ya no habrá nada más hasta llegar al coche, lo que siempre hace trabajar la cabeza de manera favorable.


Los dos kilómetros por encima del 12% dan paso a otros dos más suaves al 6% donde solo alguna rampa puntual alcanza la doble cifra.


Cambiamos los riscos por las praderas en la parte final, llegando a Las Cruces suavemente como no podía ser de otra forma en una zona tan tranquila.


El descenso hacia Grado se hace por una carretera muy coqueta cubierta de vegetación. Hace calor y esto mantiene fresca la bajada. Hay un momento en el que nos tenemos que parar porque han echado brea en algún tramo y la gravilla se adhiere a las cubiertas. La parada la aprovechan una pareja de lugareños para salir de casa y charlar con alguien, ofreciéndonos su ayuda, cosa que siempre se agradece.


Terminamos la etapa en Grado con un desnivel interesante para haber hecho tres subidas cortas, pero claro, La Corredoria se ha llevado más de mil metros ella sola. Muy satisfecho con lo hecho y, como suele decir Teibol en sus crónicas (GLOBERISMO), lo mejor de todo la compañía. Después de darle muchas vueltas, con muchas dudas sobre mi estado de forma actual sobre la bicicleta, me voy a Cangas del Narcea.

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3 Comentarios

  1. Pena no haber podido ir. Espero que cuando recupere del todo, podamos hacer algo decente

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  2. Sí señor, una compañía de lujo. Ganas tengo de volver a rodar con Teibol.
    Me alegra leer a Javi que volverá a subirse sobre la flaca. Leí por otros sitios que dejaba el ciclismo.
    La Corredoría la subí por el lado CIMA. Fue mi CIMA número 100. Muy duro, por cierto.
    Poco a poco descubrirás todos los secretos de la nueva cámara. Hace muy buenas fotos.

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