El occidente de Gipuzkoa

Al igual que el año pasado, hoy tengo visita con Javi y Teibol que vienen para hacer una ruta cuya única condición previa es el paso por Arrate. Como hicimos con Urkiola, me dejan diseñar un recorrido libre y yo me autoimpongo otra condición: meter Azurki. Una cosa lleva a la otra, añadimos un poco de dureza con Samiño y el recorrido está trazado.

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El occidente de Gipuzkoa Eibar 145 km 3700 m+ IR

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Salimos de Eibar poco antes de las nueve de la mañana. La temperatura es mucho mejor a estas horas de lo que ha sido estos días atrás. La profundidad del valle impide que entre el sol pero empieza a aclarar por la ladera del Urko que vamos a remontar camino de Arrate.


Pasamos por el túnel de la circunvalación y, tras no encontrar un sitio donde tomar un café, seguimos con la subida a Arrate por esta vertiente tradicional.


Tras un pequeño descanso y dos curvas helicoidales, son tres kilómetros a un 10% de media que se pasan enseguida gracias a que se trata de la primera subida y a que vamos charlando sin parar.


La pendiente se suaviza en la parte final y el sol termina por esconderse tras unas nubes que no deberían haber llegado tan pronto. Vamos viendo carteles kilométricos para los profesionales que pasarán por aquí mañana, en la Vuelta al País Vasco.


Han sido siete kilómetros de subida y otro más de bajada hasta el mirador que hay sobre el campo de tiro, detrás del santuario de Arrate. La primera subida del día ya está finiquitada y volvemos sobre nuestros pasos hacia el desvío de Ixua.


Ixua es el puerto de paso que hay entre Eibar y Etxebarria por el collado que forman el Urko y el Kalamua. Apenas son trescientos metros que se hacen con facilidad aprovechando la inercia de bajada de Arrate.


Coronamos Ixua y para abajo, rumbo a Bizkaia. Por un momento vamos a cambiar de provincia, siguiendo el arroyo Agina hasta que confluye en el río Urko y llegamos a Etxebarria.


Tenemos pendiente el café de la mañana y hacemos la parada en Etxebarria. Hoy es la marcha de Ondarroa y no paran de pasar participantes. La hice el año pasado y sé que ahora les viene la subida más gorda de los 54km, ya que tienen que subir hasta la cima del Kalamua. Les voy dando ánimos de complicidad porque podría haberme encontrado entre ellos. Ya llevan 25km recorridos y se nota en sus caras. Mientras tanto, nosotros partimos rumbo al puerto de San Miguel.


San Miguel es de esos puertos tranquilos que, como bien dice Teibol, tienen la dureza que cada uno le quiera poner. Sus seis kilómetros van siempre en torno al 4-5% y se puede disfrutar sin que ahogue la charla.


Por si fuera poco, el último kilómetro se suaviza más y queda un paso a la provincia de Gipuzkoa mucho más tranquilo. En el cartel de puerto pone Urkaregi, la otra denominación que tiene este alto donde no coinciden la oficial con la popular, tal y como sucede en otros muchos altos de la zona.


Bajamos hacia Elgoibar con la mirada puesta en el cielo. Empieza a llegar mucha nubosidad desde el sur aunque, por suerte, ahora nosotros vamos a ir hacia la costa y por allí está mucho más despejado.


La Plaza de los Fueros de Elgoibar nos pilla de frente y hacemos una ligera incursión en ella antes de seguir la N-634 hasta la costa. El viento sopla favorable y eso ayuda en la tarea de estos catorce kilómetros siguiendo el curso del río Deba hasta su desembocadura en la población del mismo nombre.


Una ruta vasca es mucho más ruta si se completa la montaña con una visita al mar Cantábrico. Siempre es un placer oler a salitre con las olas rompiendo en los acantilados.


Aprovechamos el mirador para comer algo antes de iniciar la subida al alto de Itziar. Su inicio bordeando la costa es una delicia.


La carretera remonta hacia el interior, buscando el collado sobre el que se asienta la localidad que da nombre a la subida. Son cinco kilómetros hasta llegar a Itziar que se hacen muy entretenidos.


En la bajada hacia Zumaia descubrimos que hace viento. Nos ha soplado favorable en el descenso hacia el mar pero ahora lo empezamos a notar de frente.


Llegamos a Zestoa después de media docena de kilómetros en los que el viento pega de cara lo que, unido a algunos repechos, hace que la llegada a los pies de Endoia se haga esperar un poco,


Tiramos por la pista que va junto al río para buscar las primeras rampas de doble cifra. La pendiente supera el 15% y, durante tres kilómetros, la subida es bastante dura.


Por suerte, al principio hay varios escalones que dejan espacio para descansar de las duras rampas. Vamos pasando por los diferentes caseríos en fila de a uno y ahorrando palabras.


Los tres primeros kilómetros de esta subida a Endoia son los que aglutinan la mayor parte del desnivel. Los tres kilómetros finales intercalan tramos llanos con alguna bajada hasta llegar a la rampa final que ya no llegará a los dos dígitos en ningún momento.


Es una pena que no luzca el sol porque este valle es de un verde espectacular cuando hay un par de rayos pegando sobre las praderas. Está muy nublado y, aún así, los tonos de verde son incontables.


Llegamos a la zona alta y podemos disfrutar de unas vistas preciosas, con una pradera repleta de ovejas pastando. Los esfuerzos están siendo cortos y tenemos espacio suficiente para la recuperación.


Tras un descenso vertiginoso, empalmamos con la carretera que viene de Itziar, poco antes del desvío de Lastur. La imagen de la cantera es lo único que afea esta vertiente de Azurki, tal vez el puerto más chulo de Gipuzkoa.


Este valle es la caña y la carretera luce como si se tratara de un scalextric sobre la alfombra de casa. Sigue siendo una pena que no salga el sol porque esta subida es impresionante cuando el verde se vuelve ácido del todo.


Son seis kilómetros de subida que, al igual que en el segmento de Endoia, van de más a menos. Vamos ganando altitud rápidamente gracias a pendientes que superan el 15% y que nos obligan a apretar un poco.


A falta de tres kilómetros para coronar, a medida que la pendiente va suavizando, acaba por salir el sol para que no nos quedemos con las ganas de disfrutar de los colores de este puerto.


Solo son dos rayos pero suficiente para darnos cuenta de que estábamos mejor con el día nublado. La salida del sol hace que tengamos sensación de agobio y que nos sobre la ropa.


No nos queda agua y aprovechamos la fuente fresca que hay frente al aparcamiento de la explanada de cima para echar un trago y rellenar los bidones. Solo nos quedan unos metros de suave llaneo antes de empezar a bajar hacia el puerto de Azkarate.


Coincidimos con varios ciclistas en el puerto de Azkarate y charlamos unos minutos antes de tirarnos hacia Azkoitia por un rápido descenso. En Azkoitia, buscamos un sitio para comprar algo de comer pero son las tres de la tarde de un domingo, está todo cerrado y solo podemos coger unas cocacolas en un locutorio.


Es el turno de la subida más dura del día y coincide con el momento más caluroso. Hacemos la foto al punto kilométrico 0,345 y nos ponemos a la tarea con Samiño.


La luz hace que el verde de esta subida luzca como merece mientras vamos negociando los kilómetros cercanos al 10%. Subir con calor se hace más duro pero merece la pena verlo todo tan colorido.


Llevamos un par de kilómetros de los poco más de cuatro que hay hasta Martitte, el barrio de la parte alta de esta montaña. A la derecha queda la subida a Elosua que vendrá después.


A un kilómetro de Martitte, comienzan a llegar las nubes mucho más compactas que antes y los claros empiezan a desaparecer cuando alguien dice que le ha caído la primera gota.


Una mirada hacia el sur y el panorama no es muy alentador. Se está levantando aire y nos acercamos a las cuatro de la tarde. Para esa hora había previsión de alguna lluvia en la zona y parece que no vamos a librar.


Dejamos la carretera y enfilamos la parte hormigonada de esta subida a Samiño. Aquí las dos cifras son constantes y se pone a chispear de manera continuada. No es gran cosa y seguimos subiendo.


Hasta que, cuando vamos la mitad del camino recorrido, empiezan a caer gotas de tormenta y a soplar un viento racheado muy fuerte. Es un mal momento para ponerse así porque no hay forma de resguardarse pero, por fortuna, llegamos a una nave y nos ponemos a cubierto del agua y del viento bajo el alero del tejado.


Nos pasamos un buen rato cobijados hasta que decidimos arrancar, cosa que no hacemos en el primer intento porque se pone a llover nada más montar. A la segunda va la vencida y arrancamos hacia la cima de Samiño.


Es una pena pero Samiño tiene un final que desmerece bastante. La subida termina en la valla de un caserío. La última vez que subí me vi muy intimidado por un perro pero esta vez no hay nadie.


Ha estado lloviendo un buen rato pero con tan poca intensidad que el hormigón se mantiene seco en gran parte. Aún así, bajamos con cuidado por si le da por soplar al viento una de esas rachas tan incómodas que hemos tenido subiendo.


Como la subida a Samiño es un sube y baja, volvemos a Azkoitia y cogemos la carretera de Zumarraga para, un kilómetro más tarde, tomar el desvío de Elosua.


Ya desde Samiño se veía que estaba lloviendo en esta parte del valle y el suelo mojado lo confirma. Con Elosua nos enfrentamos a un puerto de diez kilómetros que va de más a menos, como casi todos los de esta zona que empiezan en valles profundos para terminar en montañas redondeadas.


Estamos cerca de los tres mil metros de desnivel positivo acumulado y ponemos una marcha cómoda que nos permite ir charlando en todo momento. Una mirada hacia Azkoitia nos revela que estamos teniendo mucha suerte con la lluvia porque hay otra cortina de agua al fondo que también hemos librado.


Los cuatro primeros kilómetros de Elosua se manejan entre un 6-8% pero luego no pasa de un cómodo 5%, permitiendo que nos vayamos acercando a la cima sin demasiado esfuerzo. 


Esta vertiente de Elosua alterna tramos muy cerrados con algunas partes abiertas en las que podemos ver la cima de Samiño, donde acabamos de estar hace un rato.


Llegamos a Elosua a dos kilómetros y medio de la cima del puerto. El piso vuelve a estar muy mojado en esta parte final de la ascensión pero seguimos sin mojarnos.


Con los tres mil metros superados, llegamos al kilómetro final. El 2% de media de este kilómetro hace que la llegada al cartel de puerto sea todo un paseo.


Decidimos que vamos a parar en Bergara porque la humedad que llevamos encima por el rato lloviendo en Samiño nos ha dejado un poco destemplados. Gorla (que es el otro nombre que se le da al puerto de Elosua) no ha tenido la entidad suficiente como para habernos hecho entrar en calor.


La vertiente de Bergara es mucho más atractiva que la de Azkoitia y disfrutamos de la bajada. En este otro valle está más despejado y la temperatura sube un puntito lo que, unido al café o colacao que nos tomamos, nos da el chute definitivo para la última subida del día: Karabieta.


La subida a Karabieta es la subida a Elgeta más un kilómetro y pico más por la carretera que va a Eibar. De los ocho kilómetros que hay que subir, los tres primeros son tan suaves que casi no cuentan.


Pero enseguida aparece la doble cifra con dos kilómetros enteros que superan el 9%. Lo peor no es eso. Lo peor son las dos enormes rectas que hacen que esas duras rampas parezcan interminables.


La entrada en Elgeta siempre es una delicia, con ese arco triunfal que te deja a las puertas de Bizkaia y que muchas veces se ha convertido en mi particular pancarta de premio de la montaña. Desde que se cruza el arco quedan casi cincuenta kilómetros hasta Bilbao que, en largas caminatas, ya no los cuento porque son casi siempre en bajada. Elgeta es de esos sitios que tengo grabados a fuego.


Pero hoy no acaba aquí la cosa. En nuestro camino de vuelta a Eibar nos queda un kilómetro y medio al 6% hasta el alto de Karabieta. La fiesta de subidas toca a su fin y el sol parece querer sumarse a ella en el momento del postre.


Se nota que esto se acaba, se nota en las caras de pena. Nos habíamos hecho la foto de grupo en Elosua pero Karabieta nos brinda una nueva oportunidad mucho más luminosa.


Ya solo queda bajar a Eibar, pasando por Ipurúa. El Eibar tiene partido contra el Villarreal y quedan unos pocos minutos para acabar. Nos da tiempo a ver una cesión al portero algo comprometida por parte de la defensa armera y tiramos para abajo rodeando los cortes de tráfico de los municipales.


Llegamos al coche con 145km y un desnivel considerable. Espero que la ruta haya sido del agrado de mis dos visitantes asturianos y que vuelvan pronto para recorrer junto a ellos estas tierras llenas de montañas. Siempre es un placer hacer de anfitrión para gente que disfruta tanto del cicloturismo de puertos.

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4 Comentarios

  1. La ruta fue una pasada. Grandes puertos y paisajes y mejor compañía.
    Con vosotros al fin del mundo, jeje

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  2. Anfitrión inigualable y acompañantes a juego, jeje. Vaya rutón. Saludos a Teibol Y Javier, que supongo es el Obús Cantabricus. Vaya compañía de lujo, Joseba. Me quedo con la foto de Elosua que hay tras la foto de Teibol. Pero todas son fotazas.
    Me alegro por vosotros !!!

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