Andoaingo Ibilaldia 2016

Semana tranquila la que llevo, con cinco días sin hacer nada por culpa del pinchazo en la rodilla del pasado lunes. Hoy es la Marcha de Andoain y veo que han cambiado el recorrido del año pasado por otro en el que se pasa por la cima del Ernio, una de esas cumbres que todavía no he hecho y a la que tengo muchas ganas.

XTREM CAT 1 CAT 2 CAT 3 CAT 4


Andoaingo Ibilaldia Andoain 43 km 2300 m+ IR

(Click en el perfil para ampliarlo)


Iba a pasar la noche en Andoain pero, finalmente, decido madrugar y acercarme a la localidad guipuzcoana antes de que den la salida. Llego a las 06:45, dejo el coche en el aparcamiento que hay junto al río y me acerco al club Euskalduna Mendi Taldea. Hay un montón de gente haciendo cola para pagar los 5€ de inscripción y coger la tarjeta de control.


A las 07:00 comienza la marcha y la gente que ya tiene tarjeta sale en manada mientras me quedo en la cola. Es lo que menos me gusta de esta marcha. Hay que pagar la inscripción en la salida y de nada vale haberse apuntado con antelación. El año pasado ya me tuve que estar mucho rato esperando pero, por lo menos, pude salir a la hora. Esta vez salgo a las 07:17 y, como hay niebla en las inmediaciones del río Oria, lo hago medio congelado por la espera en la calle.


Arranco en solitario y la niebla hace que no pueda ver muy bien las marcas pero no me importa porque llevo el track en el POLAR V800. No me gusta salir detrás porque, si hay senderos en los que se va en fila india, tienes que ir al ritmo que te marcan. Por eso intento ponerme delante al inicio de las marchas. Tampoco es agradable pisar barrizales muy removidos pero eso ya es otro cantar.


Los primeros kilómetros transcurren por pista hormigonada y los hago corriendo hasta que alcanzo a un grupo muy numeroso en la primera pista de tierra. La niebla queda muy abajo y eso hace que la temperatura temple una barbaridad.


Vamos hacia Zizurkil con muy poca luz. El sol está saliendo pero solo ilumina las cimas de los montes. El terreno es cómodo y sigo pasando grupos en mi afán de quedarme aislado lo antes posible. Me gusta ir solo, a eso que yo llamo 'distancia de pedo', y es más fácil conseguir esa situación por delante que por detrás.


Alcanzo un collado en las inmediaciones del monte Elorde y disfruto de los primeros rayos de sol. Todo apunta a que va a quedar una mañana estupenda para poder disfrutar bien del día.


Desde la zona elevada puedo divisar bastante tramo y veo que ya no me queda mucha gente por delante. Se ven algunas parejas pero ya muy dispersas.


Se me han pasado enseguida estos primeros siete kilómetros hasta llegar a Zizurkil. Ir pasando gente se me ha hecho muy entretenido pero ya me encuentro lo suficientemente aislado como para ir haciendo fotos con tranquilidad.


Salvo alguna pista muy corta, toda esta primera parte está siendo por asfalto y hormigón. Llega un momento en el que conectamos con el bidegorri que une Donostia con Beasain y seguimos por él a través de varias naves industriales.


Llevo nueve kilómetros casi sin parar de correr y empiezo a sentir las mismas molestias en la rodilla que el pasado lunes. Durante la semana no me había molestado nada y se me estaba olvidando el tema.


Dejamos el cauce del arroyo de Asteasu para empezar a subir por una pequeña carretera que va hacia Larraul. El sol ya empieza a calentar y me quito las mangas del chaleco.


Con Larraul ya a la vista, aparece una pista herbosa que apunta directamente a las casas. No está habiendo subidas duras hasta ahora y esta recta es lo más empinado por el momento.


Llego a la iglesia de Larraul y aprovecho una fuente para echar un gran trago de agua fresca. El sol ya calienta y se nota la subida.


Hay un ligero descenso, me vuelvo a poner a trote y regresan las molestias que subiendo no se notaban. Solamente llevo una docena de kilómetros y todavía me queda un mundo como para andar con dolor. Empiezo a preocuparme bastante porque va a más a cada paso.


La llegada a Alkiza está precedida por senderos, pistas, grava, barro, ... El terreno cambiante siempre es de agradecer porque hace más entretenida la ruta. Por cierto, hace rato que no voy con nadie y empiezo a preguntarme si estaré encabezando la marcha, cosa que me extraña mucho habiendo salido con más de un cuarto de hora de retraso.


En el punto de control de Alkiza del km.14 hay más gente cuando llego, lo que me confirma que por delante todavía debe haber mucha más. Ya me parecía extraño ir tan solo. Me sellan la tarjeta de control a las 09:11 y me tomo un gajo de naranja, un trozo de manzana y unos frutos secos antes de partir.


Los próximos kilómetros van a concentrar la mayor parte del desnivel positivo de la marcha, subiendo a lo más alto del macizo del Ernio. Empezamos por una pista que nos lleva al fondo del barranco de la ladera norte del Erniozabal y veo que, o me tomo un ibuprofeno, o no voy a poder soportar el dolor de la rodilla.


El trazado de la marcha me ha parecido un poco rollete hasta este punto. Han predominado las carreteras, el asfalto y las pistas hormigonadas. Pero parece que todo eso va a dar paso a una ascensión muy interesante.


Por de pronto, el cambio de paisaje es brutal. Voy remontando uno de los numerosos arroyos que nutre al río Oria y disfrutando de su sonido en las caídas.


Por delante llevo a dos chicos pero, a estas alturas, yo ya no sé quién es de la marcha o quién es un mendizale al uso. El tramo duro de subida termina enseguida y se enlaza con una pista en la que me vuelvo a poner a trotar evitando en lo posible los charcos embarrados.


El ibuprofeno parece que hace su trabajo y el dolor de la rodilla va remitiendo mientras alcanzo el collado que hay entre las cimas del Atamira y del Mendigain.


Empieza un sendero a media ladera y, desde aquí, la parte más espectacular de este recorrido. Las vistas sobre Tolosaldea y de las montañas de Aralar y Aizkorri hacen que disfrute tanto que el fuerte viento que pega por esta vertiente sur del macizo casi no me importe.


El sendero empieza a subir con más pendiente al paso por un pequeño bosque y da paso a un camino empedrado. El bosquecillo da un poco de protección frente al fortísimo viento y se agradece.


Todo este tramo lo hago mirando a las antenas de Olamuño porque no sé por dónde vamos a ir y es lo que más llama la atención.


Pero no, se alcanza un collado bajo la cima del Erniozabal y se continúa llaneando por una pradera preciosa. Las vistas de la sierra de Aizkorri nevada son espectaculares.


El viento cada vez es más intenso y empieza a ser muy molesto. Es una pena porque este tramo empieza a ser de ensueño.


Erniozabal queda atrás y se encara la subida a la cima de Ubeltz. El sendero se vuelve más vertical y apunta al alto.


La ruta balizada no pasa por el geodésico pero me desvío unos metros para hacer cumbre junto a él. Es un poco desagradable quedarse quieto porque el aire sopla una barbaridad.


Vienen unos metros de bajada antes de afrontar la subida final al Ernio. En este tramo entre picos hay un poco de protección del viento.


Llevo mucho rato en solitario, con la única compañía de una chica que va a poca distancia por detrás y de una pareja que llevo por delante. Vamos andando y trotando en los mismos sitios y la distancia se mantiene inalterable en todo este tramo. Si no fuera por ellos y por las balizas, no tendría la sensación de estar participando en una marcha organizada.


Al encontrarnos en un macizo kárstico, de vez en cuando el sendero se adentra entre las rocas y hay que ir mirando dónde se pisa. Son momentos en los que la rodilla me vuelve a dar algo de guerra porque la pisada se vuelve muy inestable.


La enorme cruz del Ernio se hace visible y solo falta acceder a la cima. En el pequeño collado hay un refugio lleno de gente con niños porque hace un viento del copón.


La cima del Ernio está llena de gente y de cruces. He leído que había unas treinta a modo de necrópolis y que el año pasado empezaron a desmontarlas.


Con el fuerte viento que hace es difícil mantener el equilibrio. Es una pena porque las vistas son majestuosas, mires para donde mires.


En el poco rato que estoy en la cima, no para de subir y bajar gente. Creo que estoy conociendo a media Gipuzkoa. Desciendo hasta el refugio y me voy topando con muchos participantes que llegan, muchos de los cuales deciden no subir a la cima porque el viento no va a dejar que se disfrute.


Comienza la fuerte bajada del día aunque con una pequeña interrupción con la subida al Gazume. En Zelatun nos espera el segundo control y avituallamiento.


La bajada es por un estrecho sendero y no paro de cruzarme con familias enteras que suben. En esta pendiente de bajada tengo que clavar para ir frenando y hay momentos en los que la rodilla me recuerda que no anda fina.


El avituallamiento de Zelatun se encuentra poco después del km.24 y llego a las 11:22. Hay naranja, manzana, tomate, frutos secos y caramelos pero apenas como un gajo de naranja y un par de trozos de manzana antes de partir rumbo a la cima del Gazume.


Empiezo a subir y me da por echar un vistazo para atrás. La mole del Ernio tiene una figura mucho más estética desde esta perspectiva.


Toca cruzar un tramo rocoso en el que me tiro un buen rato buscando una pisada estable para la rodilla. En este momento creo que es cuando más fuerte pega el viento y me cuesta mucho pasar este obstáculo.


Llego a la cima del Gazume y toco el geodésico antes de disfrutar de unas perfectas vistas de la costa cantábrica. La parada no puede pasar de unos segundos porque el aire es insoportable.


La bajada va a ser en picado y con el viento de espaldas, lo que me va a dificultar la frenada con mi maltrecha rodilla. El ibuprofeno ha dado resultado durante un tiempo pero no han pasado tres horas y la molestia empieza a ser continuada.


De todas formas, el descenso es por la hierba y se hace cómodamnte. Me ayuda que el entorno sea una chulada y que voy haciendo pequeñas paradas para sacar fotos.


Con el aire soplando a la espalda, el descenso hace que la propia montaña sirva de escudo y el viento deja de ser un problema. En este segmento cuesta encontrar las marcas y prefiero seguir el track por el reloj.


Vamos pasando por unas bordas preciosas con un verde ácido increíble por todas partes. Si quitamos el viento de la zona alta, el día está resultando espectacular.


La parte fuerte del descenso concluye en una zona boscosa. Quedan unos quince kilómetros para alternar el trote por pistas muy cómodas.


Las pistas asfaltadas vuelven a predominar y parece que la rodilla aguanta el trote. Solo de vez en cuando me pega un pequeño pinchazo pero muy soportable.


Empiezo a divisar algunos participantes, o eso parece, porque por estos lares hay tanta gente haciendo senderismo que yo ya no sé quién pertenece a la marcha y quién no.


Hay tramos de pradera espectaculares y no puedo dejar de hacer fotos. Hago un montón de fotos en todo el recorrido pero en estos pocos kilómetros la cámara arde.


Llego a la carretera de Aia a Asteasu y veo a un montón de ciclistas coronando este puerto de Andazarrate que, por su vertiente de Asteasu, son 6km al 6% que tendré que meter en algún recorrido próximo porque no lo tengo en la colección.


Me quedo un rato mirando las bicis que llegan y pasando bastante envidia. Quedan unos trece kilómetros y empiezo a estar lo suficientemente cansado como para que se me vayan los ojos a las bicis.


Mientras tanto, toca una corta subida a Irumuno. Se trata de una pista hormigonada que llega a una granja y que deja unas vistas tremendas del valle de Asteasu.


Desde la granja sale una pista que sigue subiendo durante unos pocos metros más y que se adentra en unos pastizales tremendos. Toda esta zona me parece preciosa, con un verde que deslumbra.


No puedo parar de hacer fotos, a un lado y a otro. El terreno es perfecto para seguir trotando pero me tengo que ir parando cada dos por tres.


El camino por el que vamos va sorteando los pequeños altos de esta zona tan ondulada. Combinamos pistas para dar a otras, ya sean asfaltadas, de tierra o hierba, y así seguimos acercándonos a Zarate.


Llego a Bulanomendi y aparece una pista perfectamente asfaltada que me vuelve a hacer pensar en la bicicleta. La imagen me trae a la memoria las Tetas de Liérganes o esas pistas de Iparralde por las que da gusto perderse.


Entramos en los últimos diez kilómetros y hay una última y corta subida antes de llegar al avituallamiento. Le sigue una bajada por pista en la que me vuelve a molestar la rodilla mientras voy al trote. Cada vez molesta más pero no quiero caminar y que esto se alargue demasiado.


El control y avituallamiento de Zarate está situado muy sobrepasado ya el km.34 y llego a las 13:00. Coincido con una pareja con la que he estado cruzándome en varios momentos de la ruta y con dos o tres participantes más. Me vuelvo a comer un par de gajos de naranja y un trozo de manzana. Las manzanas de esta marcha están de muerte.


El grupito sale y yo voy detrás comiendo unos frutos secos del avituallamiento en la pequeña rampa que hay antes de descender por una alfombra mullidita que es una delicia para mi rodilla y que aprovecho para correr sin molestia alguna.


Empalmamos con una pista y los menos de ocho kilómetros que quedan los voy a hacer casi siempre acompañado, con gente por delante o por detrás en todo momento que nos vamos pasando en función de las paradas que hace cada uno, bien para echar una meadilla o, en mi caso, para seguir haciendo fotos.


La pena es que esta parte final de la ruta se afea bastante. Vamos por caminos bastantes encerrados, sin vistas y con mucha maleza.


Nos encontramos con alguna que otra zona embarrada camino del Belkoain, la última cima de la jornada. Es una cumbre que ya conozco pero que no recuerdo muy bien. 


Hasta que me acerco a la cima y empiezo a recordar la cruz y la ikurriña que la presiden. Está todo cerrado y no hay vistas así que, tras un par de fotos del buzón, me tiro para abajo siguiendo a bastante gente.


Quedan solamente tres kilómetros de bajada y no me apetece nada volver a poner la rodilla a frenar mi peso. Llevo un buen rato corriendo sin problemas y, en el primer frenazo del descenso, me vuelve a ocasionar un pequeño pinchazo.


Los tres kilómetros de bajada los hago mirando el reloj, observando cómo van cayendo los metros en la distancia. Luego me he enterado de que la versión corta de la marcha pasaba por aquí y que algunos de estos participantes irían en ella.


Parecía que la bajada iba a terminar por una pista asfaltada pero nos derivan por un sendero que baja más vertical para acortar algo y acabar en otra pista que ya va hasta el paseo del río.


Pasan unos minutos de las dos de la tarde y la gente está en las terrazas. Llego al club a las 14:22 y me sellan la tarjeta después de 43km muy variados, con una primera parte con mucho asfalto pero con una segunda parte espléndida. El Ernio me ha parecido una preciosidad de montaña y toda la zona posterior una salvajada de verdes.


La marcha de Andoain finaliza con un lunch variado, con tortilla de patata, embutidos, paté, queso untado, guindillas, frutos secos, patatas, ..., y todo tipo de bebidas: tinto, clarete, cerveza, refrescos, agua, ... Me tomo un pinchito de tortilla y está tan salada que luego no puedo más que tomarme un vaso de Pepsi y otro de agua antes de partir. El año que viene esta marcha volverá a estar entre los objetivos.

Safe Creative #1007090003507

2 Comentarios

  1. Cuida esa rodilla...que me quedo sin compiiii....!!!!!!
    Muy chula la rutilla esa...jajajajaja

    ResponderEliminar

PIEATIERRA se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier comentario que considere inapropiado.