XXVII. Orozko Harana

Ya estamos en octubre y el calendario de marchas del Circuito de Marchas de Largo Recorrido de Euskal Herria está a punto de terminar. Este año he participado en unas cuantas, muchas de ellas nuevas para mí. Pero en alguna he repetido, como es el caso de la XXVII. Orozko Harana, una marcha que tiene como aliciente especial que se sube al techo de Bizkaia: el Gorbea. Llevaba unos años sin asistir y me apetecía repetir.

XTREM

CAT 1

CAT 2

CAT 3

CAT 4

XXVII. Orozko Harana

Orozko

41 km

2550 m+

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A las 07:30 es la salida desde el frontón de Orozko. Mientras recojo la tarjeta de control, veo que la gente va saliendo a su bola y también salgo diez minutos antes, intentando evitar la aglomeración posterior.

Tarda en amanecer y hacemos los primeros kilómetros a oscuras, camino del Kolometa. Ha entrado una borrasca por Galicia y se esperaba lluvia para el mediodía, pero parece que se ha adelantado y nos empieza a chispear cercanos a los mil metros de altitud.

Pero lo peor no es el sirimiri sino que hace un viento tremendo. Hay momentos en los que te coge con un pie en el aire y pierdes el equilibrio con las ráfagas más fuertes.

Corono el Oderiaga, donde está el primer punto de control, con la imagen de los dos señores que nos muestran el camino de bajada. El viento es tan fuerte que el control lo tienen a buen resguardo unos metros más abajo.

Me intentan taladrar la tarjeta pero es imposible porque se ha desintegrado de la humedad que tiene el bolsillo de las mallas, que era donde la llevaba. Por suerte, esta vez me sabía el número de dorsal.

En Austigarmin hay bifurcación. Me dan ganas de coger el camino de la ruta corta porque me imagino lo que puede ser el Gorbea en un día como hoy. Si apenas he podido sacar la cámara del bolsillo. Pero el diablillo del hombro siempre gana al angelito del otro y tiro para la derecha, donde está dispuesto el primer avituallamiento.

Iba con bastante gente pero no nos quedamos más de diez en el avituallamiento de la marcha larga. Me tomo un trozo de plátano, un vaso de cocacola y un filipino y sigo, ya en solitario, por el paredón del Usotegieta. En esta parte hace un viento muy fuerte y frío que me deja las manos congeladas.

El tramo que se dirige al Gorosteta lo hago vigilando a un par de participantes que van delante de mi, para no tener que andar buscando las marcas, hasta que los alcanzo bajando hacia Arraba.

Subimos al Gorbea rodeando el Aldamin, con un viento frontal que hace que casi no se pueda avanzar. Como si fuera poco dura la pala de acceso a la cruz. Hay gente que baja y que me anima, preguntando cuántos kilómetros vamos a hacer. Apenas puedo sacar la cámara del bolsillo porque el sirimiri me moja el objetivo enseguida.

En la cima del Gorbea hay control. Han montado una tienda y los tipos de la organización se mantienen dentro. Lo raro es que no salieran volando. Les chivo mi número y salgo hasta la cruz.

En el Gorbea siempre hay gente, mucha gente. Una pareja me pide que les saque una foto con la cruz, que no es grande ni nada. Me tengo que separar bastante para poder encuadrarla. Lo que menos apetece es quedarse ahí ni un solo segundo más.

La bajada en dirección a Zuia es una gozada, por una pala perfectamente acolchada por la hierba. El aire sopla ahora a favor y hay momentos en los que parece que vas a salir disparado hacia delante.

Llego al punto en el que hay que adentrarse en el bosque para dirigirse a Lapurzulo. Hay un puesto de agua con unos filipinos que me cojo para el camino.

Todo este tramo por el bosque, el paso por el arroyo del Urratxa y la subida de Lapurzulo a Muskurinau la hago con otro chico, charlando de marchas, carreras y ultras varios. 

Casi sin darme cuenta, en toda esta cara del Gorbea hemos estado protegidos del viento y ya hace rato que no chispea, lo que me anima a sacar la cámara del bolsillo y llevarla en la mano, haciendo muchas más fotos.

De nuevo en Austigarmin, cerramos uno de los círculos del ocho que estamos trazando en esta ruta. Llega el momento más esperado de esta marcha: el magnífico avituallamiento del refugio de Itxinape, el club organizador.

Caldito caliente, pan casero, choricillo a la sidra, morcilla, ..., uvas, plátanos, pastas, ..., como para salir comido de aquí.

Ya solo nos quedan algo menos de una docena de kilómetros, salvo algún ligero repecho, casi todo descendente. Los de la marcha corta ya han pasado todos por el avituallamiento y empezamos a coger a los más rezagados.

Esta vez se va a Orozko por el sendero del canal por la ladera norte del cordal del Kolometa. He sacado tan pocas fotos en la primera mitad del día que ahora voy incendiado.

Salgo a una pista que enlaza con la de subida de la mañana. Mientras adelanto a un señor me pregunta por cómo estaba el Gorbea y ya me paro con él y le acompaño un rato en el que me cuenta unas cuantas batallitas. En cuanto la pista apunta para abajo, me despido y sigo trotando rumbo a meta.

No las tenía todas conmigo. Pensaba que hoy iba a chupar agua en cantidades industriales y ha habido suerte. Orozko está ahí mismo y yo sigo seco.

El último kilómetro transcurre por las mismas calles de Orozko que esta mañana estaban a oscuras. Hay mucha gente de la marcha corta en las terrazas de los bares.

Doy mi número de tarjeta a los dos chicos de la mesa para que lo anoten a las 14:13 y me dan el regalo de este año, que no es otro más que un pequeño botiquín muy coqueto para llevar en la mochila. Me como un trozo de melón, me tomo una fanta de naranja y para el coche. Había duchas pero estoy a media hora de casa y prefiero no jugármela con agua fría.

Ya solo queda una marcha del circuito pero es el próximo domingo, en medio del puente de octubre. Es en Iparralde y me gustaría hacerla, aprovechando el viaje para quedarme a hacer puertos en bici pero también me apetece ir a otros sitios a hacer puertos. Esperaré a ver qué dice don meteo para decidirme.