El norte de Bizkaia

Ya ha pasado más de una semana desde la última tirada de una distancia superior al medio maratón y nos disponemos a hacer otra vez algo que vaya por encima de ese kilometraje para seguir preparando el Maratón de Barcelona. Cada vez cuesta más encontrar un lugar por donde correr disfrutando de nuevos horizontes y que facilite el tema, ya que los recorridos repetidos acaban haciéndose demasiado pesados. Repasando el mapa, pensamos que una visita a Matxitxako y San Juan de Gaztelugatxe puede ser entretenida.

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El norte de Bizkaia Bakio 24 km 860 m+ IR

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Llegamos a Bakio para empezar a las diez de la mañana, para evitar en lo posible el frío mañanero. Hoy hay previsiones de un día soleado y así es como empezamos.


La ruta va a tener mucho desnivel positivo acumulado. Ya desde el inicio, empezamos a subir el alto de San Pelaio por la carretera de Bermeo.


Poco antes de llegar al punto de más altitud de la nueva carretera, tomamos una pista que sale por la derecha en dirección a las antenas de Asnabarra Mendia. La pendiente es cada vez más fuerte pero no dejamos de trotar.


Bakio queda muy abajo en pocos kilómetros mientras la carretera asfaltada se convierte en una pista de tierra y piedras. El sol pega con fuerza y hace calor para estar en el mes de enero, más aún viniendo del intenso frío de estos días pasados.


Apenas cuatro kilómetros y hemos llegado a los 430m. de altitud. Dejamos una edificación a la izquierda y seguimos por un amplio sendero que nos lleva a una pista de bajada a la carretera de Bermeo, ya por la otra vertiente del alto de San Pelaio. El calentón inicial ha sido importante.


La bajada es un poco incómoda al principio porque la pista está llena de grava gorda pero luego, en cuanto desaparecen las piedrillas y pasamos al cemento, es muy rápida por su enorme pendiente en la que solamente hay que dejarse llevar.


Bajamos hacia Bermeo por la carretera, pegados al lado izquierdo para que no haya problemas con los coches, aunque apenas pasan más de dos o tres. Entre dos árboles podemos ver a uno que han estrellado al salirse de la curva.


Vamos más cansados de lo que deberíamos para los pocos kilómetros que llevamos recorridos. Tanto Amaia como yo notamos excesiva fatiga. Hay muchísima humedad y la dureza del alto anterior nos pasa factura.


Tomamos el desvío del cabo Matxitxako para hacer un ida y vuelta de casi tres kilómetros. Hay un ligero descenso pero no vamos nada bien y se nos hacen interminables esos tres kilómetros.


El mar está cubierto de niebla y casi no se puede ver la línea de horizonte. Ya el interior estaba gris y parece que el día se va a estropear bastante.


El cabo de Matxitxako es el punto más norteño de Bizkaia y su faro, nuestro objetivo. Llegamos a la mitad del recorrido con un cansancio fuera de lo normal.


Hacemos una pequeña parada para el avituallamiento disfrutando de las vistas de la costa, con San Juan de Gaztelugatxe hacia el oeste. Desgraciadamente, hay mucha niebla y casi no se aprecia.


El tiempo está cambiando con rapidez y cada vez se ven más nubes. Hacia el este ya está todo cubierto y el faro de Matxitxako se ha quedado sombrío.


Volvemos a la carretera y ascendemos la vertiente bermeana de San Pelaio hasta llegar a la bifurcación de la carretera antigua, cortada desde hace varios años por los desprendimientos que ocasionó la primera ciclogénesis explosiva de la que tuvimos constancia. Hasta entonces los llamábamos temporales.


Este tramo de carretera sufre del abandono y cada vez hay más hundimientos y desprendimientos. Llegará un momento en el que ya no se pueda pasar pero, por ahora, andando o en bicicleta no hay mayor problema.


Decidimos bajar hasta San Juan de Gaztelugatxe, algo que teníamos planeado de inicio y que nuestro cansancio no va a hacer que cancelemos. La visita bien merece el esfuerzo.


La carretera de bajada hasta nuestra particular 'muralla china' ha desaparecido completamente. Ahora se trata de una pista en la que nos cruzamos con infinidad de visitantes.


Empezamos a subir las escaleras corriendo pero enseguida nos falta el aliento y tenemos que ponernos a subir andando, a buen ritmo pero andando.


Hay bastante oleaje y el espectáculo es impresionante. El mar Cantábrico muestra su bravura y da pena abandonar un lugar tan maravilloso.


Pero hay que seguir con la ruta y cogemos agua en la fuente para afrontar el cuestón de vuelta. Empezamos corriendo pero se nos hace eterno y decidimos tomárnoslo con más calma.


De nuevo a la altura de San Pelaio, tomamos el camino de los acantilados para descender hacia la playa de Bakio. Los porcentajes se mantienen siempre por encima del 15% y aceleran nuestro ritmo casi sin querer.


No podemos dejar pasar la oportunidad que nos ofrece un vértice geodésico para acercarnos al borde de los acantilados sobre la playa de Bakio. La caída vertical es impresionante y da bastante vértigo ver cómo rompen las olas justo debajo de nosotros.


Se nos ha ido un poco la distancia más allá del medio maratón, que era nuestro objetivo inicial. Además, al comprobar el desnivel positivo acumulado, somos conscientes de que la ruta ha sido más dura de lo previsto.


Llegamos al coche cansados pero sabedores que estos días son los que te hacen avanzar un punto en la preparación. Cada vez queda menos.

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